El título va a sonar exagerado, y puede que lo sea, pero prefiero que leáis
y juzguéis por vosotros mismos.
Fui a Melilla vía Almería, lo que conllevó pasar media
tarde aburrida en el Puerto de Almería, con vistas a la Alcazaba. Un
lugar supuestamente moderno, con amplias salas de espera, cafetería con
vistas al aparcamiento de pre-embarque (para vigilar tu coche cargado hasta
los topes), restaurante... bueno, muy moderno no es, pero al menos sí
es limpio.
En una de esas empezamos a buscar unos servicios. Tras deambular, dimos con
uno que resultaron estar cerrados. Así que salimos afuera, y en uno de
los edificios vimos un cartel que ponía "Toilettes", y el dibujo
representativo de una señora. Así que allá fuimos.
Nada más entrar, me sorprendió el olor, especialmente desagradable
incluso teniendo en cuenta que se trataba de unos baños públicos.
Al primer golpe de vista, me percaté de que aquellos baños, situados
al lado de una "sala de oraciones" para los pasajeros musulmanes,
era algo así como un aseo especialmente concebido para el susodicho colectivo:
había piletas bajas para lavarse los pies, altas para las manos y los
codos, en definitiva instalaciones para que pudieran lavarse antes de ir a rezar
a la sala contigua, como manda su religión.
Hasta entonces, muy bien. Entonces, una chiquilla entró en uno de los
cubículos y salió al instante con cara de asco. Curiosa, me acerqué.
Y comprobad con vuestros ojos lo que vi:
Efectivamente. Una letrina de acero inoxidable, un agujero en el suelo, dos
plataformas para apoyar los pies y (eso no se ve en la foto) un asidero para
que uno no se caiga cuando está en plena faena.
Salí de allí asqueada, y luego comprobé que había,
dentro del edificio del puerto, otros baños, estos para occidentales,
en los que había váteres como Dios manda.
Por tanto, la moraleja sería que nosotros tenemos derecho a hacer nuestras
necesidades sentados en un cómodo W.C. mientras que ellos se conforman
con hacerlo agachados en el sueño, en un baño asqueroso y descuidado.
Que cada cual piense lo que quiera, pero a mí esto me parece vergonzoso.
Estoy harta de las habituales campañas anti-piratería, de las imágenes de tractores pasando por encima de CD's piratas, y, sobre todo, de las declaraciones de miembros de la SGAE diciendo que nos vamos a cargar la industria de la música.
Porque aquí todos sabemos perfectamente que la piratería, dentro del mundo de la música, no afecta al bolsillo de los cantautores, sino al de las discográficas.
Nos quieren hacer creer estos señores que nosotros tenemos la culpa. Nos quieren hacer creer que nosotros somos los piratas cuando lo cierto es que ellos se embolsan casi la totalidad del precio de los CD's que hacen otros.
Es increíble que un producto cuyo coste real son menos de 1'20 euros se comercialice a 15 ó 20. Y lo más increíble es que el tío que canta las canciones se lleve sólo 60 pesetas. Pero sucede, y esta gente se llena el bolsillo a costa del sufrido consumidor. O se los llenaba, hasta que se popularizó Internet y los programas peer to peer, y apareció una cosita que se llama Top Manta.
¿ Por qué tiene tanto éxito el Top Manta? Pues porque hace lo que las discográficas tenían que hacer: vender los CDs sacando un beneficio ajustado.
Lo mejor de todo es la hipocresía que destila esta gente. En primer lugar, porque apostaría a que muchos cantantes como, por ejemplo, este señor, están deseando ver sus discos en las mantas de los vendedores ambulantes.
¿Por qué? Muy sencillo. Si el disco de Fulano de Copas vale 20 euros y se lo compran 1000 personas, sólo le conocen esas 1000 que serán las que irán a su concierto (que es REALMENTE de lo que los cantantes sacan beneficio). Pero si el disco de Fulano de Copas se vende en el Top Manta a 3 euros, se lo comprará 1 millón de personas que irá a sus conciertos. El beneficio obtenido por los conciertos sobrecompensará lo perdido por los CDs pirateados, eso os lo aseguro.
Otra cosa que tiene mucha gracia son los sistemas anti-copia que traen los CDs instalados. Caso real: X se compra el CD de Rosa (el primero) lo mete en su ordenador para escucharlo, y se le estropea el susodicho aparato. Tras reclamar, le dicen que ese sistema es necesario para que el disco no se piratee, por tanto, que se fastidie (hablando en plata).
Esa misma tarde, X pasea por el centro y ve el disco de Rosa, perfectamente pirateado, en todos los Top Manta de la ciudad.
Es de suponer que, tras esta experiencia, X no sólo se acordará de la familia y allegados de la industria, la SGAE y acólitos de los mismos, sino que no volverá a comprar un CD en su vida. Y con razón, pues, ya que pago 3000 de las antiguas pesetas por una música que vale muchísimo menos (me refiero al soporte, claro) tengo derecho a escucharla en el ordenador, en el coche o en la tostadora de pan si me da la real gana, sin que esos canallas tengan la caradura de instalar sistemas que estropeen MIS aparatos electrónicos.
Pero sin duda lo que más nos ha gustado es el canon impuesto a los CD's y DVD's vírgenes, que supone la quintaesencia en el arte de llenarse los bolsillos a costa del trabajo de otros. Porque YO, ahora mismo, le estoy pagando a la SGAE por grabar en CDs que YO he comprado religiosamente, unos textos que YO misma he escrito, o unos programas que YO he creado. Por tanto, los señores LADRONES de la industria se están beneficiando a costa de MÍ TRABAJO.
Pensadlo, ¿quiénes son los piratas?
Está de moda ir de lesbiana. Al menos, en el mundo de la música.
Aunque nadie lo quiera reconocer, parece que las t.A.T.u.
(aka "las dos rusas esas que van de lesbianas") han creado
una nueva moda: la del morbo lésbico para regocijo del público
masculino y parte del femenino.
Primero la gala en MTV con el espectáculo de Madonna
"agradeciéndoles" (¡y de qué manera!) su apoyo
a Britney Spears y Christina Aguilera, que,
por cierto, ya me diréis a santo de qué venía, pero que
a buen seguro consiguió que la que parecía que iba a ser una gala
anual más se imprimiera de forma perenne en la memoria de los asistentes
y del público en general.
Luego el famoso videoclip de la Spears, Me against the music (no haré
la broma fácil) en el que ella y Madonna mantienen la tensión
sexual hasta llegar a un semi-beso final, interrumpido por la desaparición
por arte de magia de la reina del pop. El vídeo en sí está
bien, pero tampoco sé qué pinta el momento lésbico en todo
eso (tendré que leer la letra de la canción, pero por el título
no creo que tenga mucha relación).
Y lo que más curioso me parece es que toda esa parafernalia está
montada para disfrute de morbosos heterosexuales. Que habrá miles de
hombres (y mujeres) en el mundo que se hayan hecho alegrías (expresión
© Alfonso) rebobinando una y otra vez las imágenes de Madonna y
Britney, pero no hay ninguna pareja de homosexuales (hombres o mujeres) que
puedan mostrar su amor libremente por la calle sin que les miren y les señalen
con el dedo. Nos parece muy bien que Britney y Madonna se besen, pero no que
lo hagan la vecina del cuarto y la del tercero, al menos no sin que soltemos
la risilla y las señalemos.
Una nueva señal de la sociedad hipócrita en la que vivimos.