Un día, en la parada del autobús, me encontré a una ex-compañera
del instituto. Fuimos hablando durante el viaje, y en un momento dado me comentó
que ella y otra compañera habían tenido que visitar varias tiendas
de cómic y manga, para comprarle un regalo a no sé quién...
- Y en todas, todas las tiendas, ocurrió algo muy curioso...
- ... cuando entrabas se te quedaban mirando como a un bicho raro -me adelanté.
- ¡Pues sí! Se quedaban mirando como diciendo... "¡Oh,
mujeres!"
- Suele pasar ^_^
Me abstuve de comentarle, para no sorprenderla más, los efectos que
podría haber ocasionado sobre la presión sanguínea del
pobre dependiente el que se acercara con cara de enterada y le preguntara por
el último número de Saint Seiya, Angel Sanctuary,
o por un tomo cualquiera de Akira...