Apareces. Ambos nos reconocemos. Te mando el texto:
Le he puesto un marco imaginario a la pared. Aquí circunscribiré esa noche de ventana abierta como puerta al cielo. De mis brazos como cuerdas de un columpio que empuja el viento oscilante de tus piernas. De sombras amantes acariciando la dureza de un débil muro. De mi vientre como arcilla en tus manos.
Pasan las horas. Aún no me acostumbro a esta nueva forma. ¿Por qué me duele este renacer de entrañas?. ¿Qué vida, mi vida, sembraste en mi vientre de viga en vilo?
Mis entrañas y este blues de media noche
Y comentas: "...¿de qué se trata eso, de alguien que estaba muriendo o estaba muerto?...". De la manera más optimista pienso que debes de releer el texto. Pausa. Me pides que te explique. Me río y a mi risa te disculpas diciendo que no entiendes nada de literatura y rematas con tu último mensaje al escribir: "... mira vos...te doy un consejo...no intentes enamorar a nadie así...".
La frustración se tapa el rostro con mis manos. Mis manos que ya no escribirán más por esta noche.
El fragmento es suficiente para quien gusta de ver.
Me trasciendo de manera involuntaria cuando, al leerlas, mi mente crea las imágenes y mi conciencia asimila la tuya que, a su vez, había asimilado la mía al ir y vertirse en unos versos.
Sabes que recuerdo momentos de tibia y húmeda penumbra, de mi mano empuñando tu cadera en un vaivén casi obsceno de mentes electrizadas por recuerdos: movimiento alternativo de un cuerpo que después de recorrer una línea vuelve a describirla, en sentido contrario.
Momentos que se expamden en ambas direcciones de la línea temporal. Hacia el futuro con más vértigo. Hacia el pasado con un cierto anhelo y ansiedad; con un descubrir y describir incesantes que a veces desembocan en un dolor dulce; con la rotunda aceptación de la naturaleza de las cosas que acaso nos negamos a entender en su momento. Hacia el pasado, tu pasado, en el que eres protagonista de acontecimientos en los que yo participo, al recrearlos, desde cualquier ángulo, desde cualquier personaje.
De lleno en el ejercicio reinvento tu hisotira o te proyecto hacia el futuro. En mi imaginación mucho más de quien en realidad eres y por lo tanto mucho más certero en mi apreciación de ti.
Acostumbrado al riesgo que me expone a perder lo que intento, a malograr lo que deseo, te deseo.
Escrito por Absorto a las Marzo 29, 2004 10:08 AMLlovizna
Allende el mar
Que enjuaga las distantes costas
Donde tu solitaria barca ha de varar
Ya vendrá el tiempo
Y su largo velo de olvido
Que amaina todos los dolores
Y aún así recordarás
A veces hay que pararse bajo la lluvia
Pero de todos es comenzar otra vez
Consiste sólo en continuar
Lo dice un hombre que habita
En donde nunca deja de llover
Arde la piel, y buscan todas tus caricias
Los encendidos arrebatos de su piel
Y las estrellas tiltilantes vieron frías
La angosta estela de la barca en que se fue
A veces piensas que le olvidas y te animas
Algunas otras no lo puedes resistir
Lo cierto es que el dolor te rodeó en sus espinas
Y tú tan sólo no volviste a sonreír
Recordarás otras estrellas, otros cielos
Hasta otras noches más gratas recordarás
Y entre el constante ir y venir de los recuerdos
Te va empujando la marea por donde vas
A dónde irás para escaparte de ti misma
Qué blanca arena sanará tu corazón
Yo sólo sé de oscuridades, de lloviznas
Luego después de todo siempre brilla el sol
Así es amar, querida mía, sin esperanza
Por eso el alma sólo se entrega una vez
Después la vida nos traiciona la confianza
Y uno no vuelve a ser aquello que un día fue
Y fluya el dulce melodioso de tu llanto
Suspiro y viento que agitan al corazón
Porque llorando se remiendan los quebrantos
Y la sal cura las heridas que ha sufrido la ilusión
Por eso el mar es el refugio de los tristes
Por eso el cielo azul no cabe en mi canción
Esta canción que sólo quiere ser llovizna
Que se derrame venturosa, refrescando tu dolor
F. Delgadillo