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    De las sex bombs

    Otra gran idea norteamericana

    Leí ayer en Reuters la noticia de que el gobierno americano ha desechado la idea de crear las llamadas “bombas sexuales” (“sex bombs” en el original). No, caballero, no crea que van a dejar de fabricar esos artilugios de látex que tanta compañía le hacen. No se ría, señora, que tampoco van a colgar por los pulgares a esas neumáticas féminas a las que envidia en secreto. Para el despistado lector que nunca haya oído hablar de este tema, y para evitar la burla a la que se podría ver sometido es las cada vez más frecuentes tertulias sobre el tema, señalaremos que estos artilugios son la versión amable de las famosas armas de destrucción masiva. Consisten en “armas menos letales que pasen las rigurosas revisiones legales y que sean coherentes con los tratados internacionales“. Eufemismos aparte, en lo que ha estado trabajando el Pentágono ha sido en maquinar formas “legales” de putear al enemigo. Las ideas que, según este artículo y otros que circulan por la red, consisten en rociar las tropas hostiles con productos químicos que estimulen su “lívido homosexual”, que les produzcan halitosis o que atraigan a los insectos y demás bichejos para que les piquen y les muerdan. Una idea soberbia, sí señor, digna de las mentes preclaras de aquel país. Once años han tardado en descartar este proyecto, que han dado por inviable. Normal. No lo digo porque la idea sea descabellada o atente contra los derechos humanos, bien saben los ilustres lectores de este blog que los de los humanos nos la traen al pairo, tan sólo los de algunos (los nuestros) y los de determinadas especies animales. Es lógico que rechacen la fabricación de esos productos químicos, no por falta de medios o imposibilidad de crear lo que quieran, sino porque las ideas son sencillamente absurdas, como bien habrán apreciado nuestros inteligentes lectores. Estimular la “libido homosexual” no conseguirá hacer que los ejércitos se vuelvan más débiles, ya que por todos es sabido que el resurgir de los gimnasios lo ha propiciado este colectivo, tan solo conseguirá que los ejércitos, fornidos y bien follados, se organicen de manera más eficiente, sin desviar sus pensamientos hacia otra cosa que no sea la guerra. Tras la tremenda bacanal, y entre arrumacos y carantoñas, los compañeros de pelotón inventarán nuevas estrategias, de igual modo que Napoleón lo hacía tras las famosas noches de amor en campaña que Josefina le brindaba, tanto a él como al resto del ejército, dicho sea de paso. Miles de soldados bien organizados que luchan por su patria, su honor y sus compañeros (en sentido amplio en este caso), bien organizados y motivados, se cernirán sobre los ejércitos americanos, alejados de sus esposas y maridos, con los brazos cansados de tanto apuñalarse y pensando en el caliqueño de despedida que tuvieron meses ha. Sería un desastre.
    En cuanto a la sustancia que genera halitosis, pues eso, que dar armas químicas gratis al enemigo es contraproducente.
    Si han tardado tanto en darse cuenta de la inviabilidad del proyecto es porque tenían la esperanza de encontrar algo que puteara de verdad. Pero con el tsunami de puritanismo, buenrrollismo y tal que hay en Estados Unidos, amen de la bien conocida estulticia reinante, que prefiero no comentar, hacen que el clima de creación de “armas de mala leche” sea complicado. Han pecado de falta de visión y de egocentrismo. En la época de la deslocalización laboral se les ha pasado por alto adjudicarle este proyecto al país donde presumiblemente hay más mala ostia por metro cuadrado, dónde fastidiar al prójimo es deporte nacional y dónde lo harían más eficientemente que en ningún otro lado. Por supuesto, caballero, sé que usted, como yo, lo haría gratis. Si es que pensar maldades se nos da muy bien. “¿Qué es eso de hacer que el enemigo folle más que nosotros?”. Imaginemos por un momento que otorgan el “brainstorming” a una empresa española. No sería necesario ni que estos menesteres fueran su actividad principal. Es más, seguirían rindiendo lo mismo en sus trabajos, o más, por estar más motivados. Únicamente cambiarían el blanco de sus maquinaciones. Puedo ver claramente a ese funcionario granadino con los pies en la mesa maquinando putadas mientras se toma el café de media mañana. “Podríamos mandar a Leticia Sabater, eso sí que se cargaría desde dentro a las tropas” o “¿y si hacemos número uno en las listas de éxitos de Radio Enemigo a King África? Eso, a buen seguro produciría suicidios, o si no, nombramos a todos los soldados presidentes de comunidad, que no mata, pero jode”. Podríamos, a través de países neutrales, hacernos con sus suministros de comida de campaña y enviarles raciones de chiringuito de playa, o torturarles psicológicamente de la sutil forma que lo hacemos aquí: empezamos rayándoles el coche, les hacemos ver que con las empresas de trabajo temporal, los soldados les saldrían más baratos y rendirían más, o mandarle a uno de los soldados un premio por lo que sea, así sus compañeros se ocuparán de putearlo a él y generaría mal ambiente. También se les podría llamar por teléfono a todos los soldados para hacerles encuestas de Sigma-2, que ponen de una mala ostia considerable, o regalarles los derechos de “Crónicas Marcianas”, o la idea de crear una SGAE, o cualquier comisión de esas a las que dan mucho bombo, no sirven para nada y que únicamente desesperan, o abrirles una cuenta en un banco a todos, que también putea lo suyo…
    En fin, ya saben ustedes, que en la candidez habitual de los autores de este blog, las ideas que se nos pudieran ocurrir como sustitutivo de las “sex bombs” no llegan ni a la suela de los zapatos de las putadas que se le pueden pasar por la cabeza al más candoroso de nuestros lectores. Así que en sus manos le dejamos esta útil información para que tenga otro de los celebérrimos temas de conversación patrocinados por Radiomoet.

    Escrito por Moet

    18 de Enero 2005 a las 10:11 AM

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    Comentarios
    Quítese el veneno









    ¿Volverá por estos lares ?