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if(document.all) {
for (i=0; i Plagiamos, como es costumbre en estra sección, uno de esos artículos que vemos por ahí, de lo más útil para esas charlas con los amigotes. Relájese y disfrútelo: "Una de las facetas más divertidas del mundillo de lo paranormal es lo que suele conocerse con el término inglés de debunking. Es una palabra muy difícil de traducir: literalmente vendría a significar algo así como refutar, pero es más corriente referirse a los debunkers como detractores o, más lisa y llanamente, aguafiestas. Porque lo que hace un debunker es precisamente eso, aguar la fiesta, encontrando una explicación racional a lo que los creyentes en lo paranormal consideran un misterio misteriosísimo." Pongamos algún ejemplo. Hace algunos años, dos policías locales de un pueblecito catalán aseguraron haber tenido un encuentro con un ovni. Un platillo volante inmenso, grande como una plaza de toros, que incluso llegó a posarse en el suelo dejando una característica huella circular en el terreno. Los policías, incluso, aseguraron que el ovni llegó a dispararles alguna especie de rayo misterioso que afectó a su salud, aunque de manera muy distinta: a uno de los testigos le produjo problemas de hipertensión, mientras que el otro se curó de una terrible afección cardíaca que sufría desde hacía años. El caso fue publicado con todo lujo de detalles por las revistas de lo paranormal, fue comentado en programas de radio dedicados a los misterios, e incluso apareció en un par de reportajes televisivos, en los que los ufólogos de turno nos explicaban la trascendencia de semejante encuentro en la tercera fase. En fin, todo muy misterioso. Lo malo es que también hubo algún debunker que se interesó por el caso, y que hizo unas cuantas averiguaciones. No muy difíciles, la verdad. Por ejemplo, la cuestión de la huella dejada por el ovni fue resuelta con un par de llamadas telefónicas: las suficientes para localizar a la empresa que había alquilado el depósito desmontable de agua, de forma circular, que -casualidades de la vida- había estado situado justo donde el platillo volante había dejado su huella. Tampoco resultó muy difícil averiguar qué había hecho aquel misterioso rayo que curó a uno de los policías y dejó al otro tan fastidiado: nada en absoluto. El mismo ufólogo que publicó el caso se preocupó de publicar (eso sí, en tamaño muy chiquitín), los partes médicos que según él acreditaban el extraño fenómeno, y que en realidad decían una cosa muy distinta: que el policía al que curaron los marcianos había sido ingresado en el hospital hacía un par de años debido a una dolencia cardíaca, enfermedad que desapareció tras unos días de tratamiento médico y de la que estaba completamente curado en la época del supuesto avistamiento. Y que el agente al que los extraterrestres habían causado hipertensión llevaba también por aquellas fechas unos cuantos años en tratamiento por un problema de, ¿adivinan? Exacto: hipertensión. Un problema tan grave, por cierto, que en la época del avistamiento el pobre hombre ya presentaba graves problemas de visión. Lo cual ayuda a suponer qué fue aquel ovni tan grande como una plaza de toros que vieron los policías. Ovni que se encontraba justo en la misma dirección que la enorme luna llena que había aquella noche, y que los agentes, curiosamente, no vieron. En fin... Podríamos seguir poniendo ejemplos. Desde las caras de Bélmez hasta el famoso ovni de Manises, los supuestos poderes psíquicos de Uri Geller, las disparatadas profecías de Nostradamus, las imaginarias desapariciones de barcos en el Triángulo de las Bermudas... Casi todos los supuestos misterios paranormales admiten una explicación racional, ordinaria y a veces asombrosamente simple, y basta con investigar un poco para dar con ella. Casi todos. Salvo algunos que resisten incluso el más escéptico de los escrutinios. Porque, vamos a ver, ¿se les ocurre a ustedes alguna explicación para que la Universidad de Alicante vaya a prestar el próximo viernes su Paraninfo para realizar un programa de radio dedicado a las majaderías paranormales? A mí no. Y créanme, hago todos los esfuerzos para encontrar alguna interpretación racional de semejante enigma. Pero no hay ninguna. Que la Universidad, el centro del Saber y la Cultura, sirva de sede a un programa de fomento de la ignorancia y la superstición, es un genuino misterio. Un misterio que no tiene explicación. Por lo menos, ninguna explicación racional. 19 de Enero 2005 a las 11:57 AM
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Debunkin