Sí, caballeros, ayer estuve en el concierto que dio en Madrid.

No soy muy partidario de hacer críticas musicales ni de contar interioridades o cosas que me suceden en general, pero esto es diferente... El trece de junio de 2004 puede ser otro más de los puntos de inflexión en mi historia musicológica.

La primera vez que cayó algo de este señor en mis manos, fue allá por mi juventud, cuando el típico amigo mayor me grabó una cinta (¿dónde estarán ya aquellos artilugios antiguos que se utilizaban cuando no existían los cedés?¿qué fue de los cartuchos y del Casiotone?). En aquella cinta que desvirgaba mis oídos de Janis Joplin y Faith no More, como quedaba un poco de sitio, este chaval (santo varón), fashion victim de la época, collhunter en ciernes, por ser un poco homogéneo en estilos (ejem), introdujo con calzador una canción de unos chavalines que iban a empezar a sonar en España meses después pero que en los estates arrasaban (Nirvana – Smells like teen spirit), y otro que no pegaba mucho, pero que era el único que cabía en la cinta por ser una canción corta. Aquella dulce casualidad me permitió escuchar (una y otra vez, una y otra vez…) a un joven Lenny cantando “Mr Cab Driver”. Aquella canción simple y pegadiza, al estilo de Bruce en la memorable “Fire” pero con mucho más desparpajo y frescura, con un ritmo machacón de fondo y un riff de lo más “cool”, fue durante unos cuantos meses, la banda sonora de mi cabeza. Poco tardé en pedirle más de aquel artista, y mi amigo, muy a su pesar, no tenía aquel disco entero y me grabó el siguiente. Era “Mama said”. Aquello me tocó la fibra. En mi incultura musical, no noté aquellas influencias setenteras y sesenteras del más puro estilo Hendrix, pero me cautivó. Desde aquel lejano subidón y tras el exitazo de “Are you gonna go my way”, que llevó casi a hacerme aborrecer la dichosa canción, mi filia se enfrió durante algunos años. Los siguientes discos me parecían muy buenos, sí, pero ya me había acostumbrado a la calidad y únicamente lo escuchaba (bastante), pero sin tanta emoción como antaño. Pero llegó el 2 de junio de 2002… y fui a mi primer concierto de Lenny (¡con ni más ni menos que Macy Gray de telonera!). Aquel carisma en el escenario y la energía que sabía transmitir al público hizo que retomara la pasión por su música.

Hasta ayer… Tras la derrota del Estudiantes, que tantas esperanzas de milagro nos había hecho albergar, y tras la avería de Alonso, sumado a que en la página de venta de entradas de Servicaixa no aparecían pendientes de recoger mis entradas, vamos, que ni aparecían, y que me dí cuenta de que mis conocimientos de fiscalidad habían mermado demasiado desde el año pasado, el día no estaba saliendo de lo más redondo, desde luego…

Llegamos pronto, para ver a los teloneros, a ciegas, por supuesto, pues la pésima (nula, creo, ya que no he visto ni siquiera un cartel en todo Madrid) publicidad del concierto, no nos había advertido quienes iban a ser. Primera sorpresa: ante un público que ni se lo creía ni, en muchos casos conocía, con la plaza de toros de Vistalegre llena de luz natural, comenzaron a sonar unos acordes más que conocidos… “esos no son… no son… los del anuncio… ¡coño! ¡Que son Stereophonics!” Conozco a alguno que no hubiese ido a l concierto de Lenny pero sí al de este grupo… mierda de promoción, oiga. El público no estab para muchas ostias, habían venido a ver al divo y aquellos no eran… yo, personalmente, disfruté este primer concierto, donde tocaron las canciones más conocidas, “Help me”, “Maybe tomorrow”… y se entregaron en la medida de las posibilidades que les dio el público, aún bastante frío y poco metido en el concierto… hasta que apareció Él… Desde el momento que comenzaron a sonar los acordes de la primera canción, “Where are we runnin'?”, el público se entregó en cuerpo y alma a la música y al espectáculo auditivo y visual, montado alrededor de una auténtica “boite” que servía de escenario, con sus lucecitas pequeñas formando sus iniciales en el fondo, unas cuantas megabolas de espejos colgando del techo y un panel de no menos de 300 altavoces como los que llevaba Hendrix en sus conciertos (aunque en este caso sólo adornaban). Kravitz, muy estrella él, hizo gala de su “peaso” de chorro de voz, además de atreverse con casi todos los instrumentos musicales que llevaba la banda. Comenzó guitarreando, como siempre, para pasar al piano, al bajo, la batería y el órgano (con diferente suerte, todo hay que decirlo). Tocó varias canciones del nuevo disco, pero en su mayoría eran clásicos, vamos, lo que la gente esperaba. La plaza se vino arriba con “Mama said”, “American woman”, “Fear”… Todo impresionantemente hilado por el guitarrista Craig Ross, el bajista, Tony Breit, ambos viejos colaboradores de Lenny, un batería, que sin ser la mítica Cindy Blackman , lo hizo pero que muy bien, una sección de vientos que hizo lo que pudo, y unos coros de lo más kitsch. Para los bises eligió un repertorio suave, empezando con “I belong to you”, momento en el cual la lubricidad de la situación se hizo patente. El público cantando la canción, el artista ejerciendo de divo, entregado a su público, dándose baños de multitudes y mandando besos y guiños a los tendidos, convirtieron el concierto en mucho más que eso, aquello por lo que la gente había pagado alrededor de 45 eurazos, un grandísimo espectáculo de dos horas clavadas que deja un dulce regustillo y ganas de comprarle todos sus discos, todo el merchandising que ofrezca, o lo que quiera vender…

Sólo le puedo poner un pero: No tocó ni “Mr Cab Driver” ni “Rock and roll is dead”, dos de las canciones que más me gustan, pero, obviamente, no puede tocar todas las que quiero escuchar…

Impresionante. Sinceramente. Creo que hoy toca en Barcelona. No se lo pierda.

PD.: Hemos subido una cancioncilla suya al radio blog, "Minister of rock'n'roll", con la que abre su último album, "Baptism".