Intento reconstruir mi vida. Es curioso. Dice Carmela que todo lo que se dice en determinados momentos tiene importancia. Un momento como este en el que me pongo a pensar sobre mi, lo es. Y digo que es curioso porque hablo de reconstruir, no de construir. Tengo 29 años y necesito reconstruirme. Necesito saber quién soy más que nunca, necesito saber qué es lo que realmente quiero y necesito perderle el miedo a la vida.
La veintena ha sido una etapa increíble. No la más feliz, que esa siempre fue la infancia, pero sí una de las que recordaré toda mi vida. Aún así, y a pesar de haber reído un montón, a pesar de haber hecho un sinfin de cosas, he sabido que no era feliz. Siempre me faltó el amor. Correspondido, claro. Siempre me falté yo mismo. Vivir para hacer feliz y ayudar a los demás,a mi entorno, me ha traído muchas cosas buenas, una enorme gratificación personal, pero ahora me necesito más que nunca. Ahora es mi hora. Y da miedo tener la certeza que el momento ha llegado y que no hay vuelta atrás. Tener valor o no tener miedo a vivir, a ser feliz, es el reto más grande e importante de mi vida. Y sé que estoy en el buen camino. Lo noto, lo percibo, lo siento. Sólo pido poder encontrar toda la fuerza que me ayude a volver a quererme, respetarme y a ser feliz conmigo mismo. Sé que con esto, todo lo demás llegará por sí solo.