Cuando llegué a medio día de currar al gimnasio, creía que me moría de calor, me costó hacer la tabla de lo sofocada que estaba, incluso me mareé al bajar de la cinta. Creo que nunca había sudado tanto. Pero eso es bueno, no dejan de ser calorías que se van. Me di una ducha con agua templadita y me quedé como nueva. Cuando salí a la calle, el sol se había ido y en su lugar estaban unas densas y oscurísimas nubes. Ya estaban cayendo las primeras gotas y la gente se ponía nerviosa. En poco menos de cinco minutos empezaría a llover torrencialmente. Olía a tierra húmeda y los truenos petardeaban fuertemente. No pude evitar reírme. Comencé a caminar hacia mi casa. Como llevaba camiseta de tirantes, notaba como las gotas de agua iban cayendo cada vez con más intensidad y fuerza. Era la única persona que no caminaba pegada a los edificios. Llegué a casa empapada, pero me sentía muy bien y me acordé de la historia corta que trata sobre una tormenta de verano. Me encanta la lluvia.
Escrito por Tirolesa en tanga a las Junio 9, 2004 10:10 PMEl olor a tierra mojada de antes de que el agua moje la tierra es el ozono.
Y el sudor, es sólo agua que se recupera en cuanto bebes (te lo digo yo). Eso sí, siempre es indicativo de que el cuerpo está trabajando, y eso es bueno.
El gimnasio es una putada. Es el único sitio donde entras jodido y sales más jodido aún... que me lo digan a mi que he vuelto y estoy siguiendo el entrenamiento puro 2seg-2seg para ponerme Hulk. Si lo consigo, me pintaré el pelo de verde.
Escrito por Entrari a las Junio 10, 2004 02:11 AM