Marzo 17, 2005
Descartes de la novela (2)
LA NOCHE DEL CAZADOR
Londres. Invierno de 1888 d. de C.
La convención internacional de detectives casi había terminado sin llegar a ninguna conclusión. La identidad del asesino conocido como Jack el Destripador continuaba siendo una incógnita. De nada había servido que la Casa Real británica, para aplacar a sus súbditos, cursara invitaciones dirigidas a los sabuesos más eficaces del continente y de “las colonias”. Ni las tesis deductivas ni la concienzuda investigación sobre el terreno ayudaron a encontrar una pista que llevara al arresto de algún sospechoso. La agitación ciudadana y el acoso de la prensa estaban convirtiendo el caso del destripador en un motivo para ridiculizar a la policía de la ciudad y poner en jaque a las instituciones políticas que intentaban gestionar una ciudad caótica, aterrada, paranoica y al borde de la rebelión.
El problema era que cada vez que algún detective invitado o autóctono ataba cabos y dirigía sus sospechas hacia un subordinado o miembro directo de la familia real, sus raciones de comida en el hotel de reunión descendían considerablemente, no se le convocaba para tomar el té, el equipo de protocolo no le abría las puertas ni le incluían en la lista de la visita guiada en barco por el Támesis, se le cancelaba el crédito en las tabernas del East End, le cambiaban a una habitación ruidosa o sin retrete propio... y, por supuesto, nada de contar con él/ella para la cena que la reina iba a ofrecer en el palacio de Buckingham.
Los miembros de la aristocracia, los funcionarios de la corona y algunos masones, todos ellos interesados en que no aflorara la verdad, llamaban a esto “marear al detective”.
Si las cosas seguían así, pronto se crearían pistas falsas que implicaran a Fu Man Chú…
Alejo Konstantin, doble identidad de El Cuervo, trabajaba entonces para el gobierno británico, y se había labrado una excelente reputación primero como oficial durante la Guerra de Crimea desde 1854 a 1856, donde ayudó logísticamente a la enfermera Florence Nightingale en su cruzada por aliviar el dolor y salvar las vidas de los jóvenes soldados ingleses; y luego como enviado especial de la Corona en Estados Unidos, donde siguió el conflicto secesionista entre Norte y Sur, haciéndose pasar por corresponsal del rotativo The Times, aunque sus crónicas (todo lo que observaba, todo lo que averiguaba) tuvieran otro destino: el Servicio Secreto Británico.
Alejo Konstantin poseía una gran fortuna, lo que le garantizaba una salud de hierro, al menos durante los dos próximos siglos (más adelante veremos que no se cumplieron del todo sus expectativas). Llevaba años, muchos años, comerciando, ahorrando, invirtiendo y familiarizándose con los habitantes del planeta Tierra.
Sus últimas actividades le habían aportado beneficios suficientes para volver a plantearse la posibilidad de tomar un sueño reparador. En 1856, con la creación de las llamadas sociedades anónimas, Alejo vio la oportunidad de convertirse en partícipe de sociedades cuyo capital se reparte en acciones de responsabilidad limitada, es decir, que el accionista sólo se responsabiliza de las cantidades que haya invertido sin tener que arriesgar grandes partes de su fortuna. El ojo por los negocios, propio de los de su raza, le abrió las puertas de operaciones muy importantes en los campos de la siderurgia, la química y la construcción naval en Inglaterra.
Uno de los negocios de Alejo consistía en una imprenta londinense y una editorial que publicaba, sobre todo, compilaciones de poetas románticos ingleses y franceses, pero el pelotazo llegaría con una obra de carácter divulgativo. De 1831 a 1836, Alejo, dispuesto a explorar nuevas rutas comerciales, había embarcado en el Beagle, un barco que realizaba, entre otras tareas, un viaje científico. Allí conoció a un tal Charles Darwin, de profesión naturalista. En 1859, la editorial de Alejo publicó la primera gran obra de Darwin, El origen de las especies mediante la selección natural, libro cuya primera edición se agotó íntegramente el primer día de su aparición.
Aunque autor y editor llegaron a ser grandes amigos, El Cuervo nunca se atrevió a explicarle a Darwin que hacía millones de años él quizás no había llegado a tiempo para presenciar cómo un anfibio inauguraba la conquista de tierra firme, pero sí había asistido a ciertas etapas de la evolución de los simios algo que los colocaba en lo más alto de la lista de posibles aspirantes a antecesores de la raza humana.
En 1863, se inauguró el primer ferrocarril metropolitano subterráneo del mundo en Londres. Alejo había conseguido que adjudicaran el contrato de construcción a una de sus empresas. Aprovechó la ocasión para excavar zulos donde esconder sus pertenencias en años venideros (alguna de estas estancias casi sería descubierta años después por el Doctor Quatermass, durante la crisis de las langostas extraterrestres).
Como armador, contaba con una flota de clippers, los veleros que cubrían la ruta entre la India y Gran Bretaña cargados hasta los topes con té y balas de seda. El más rápido de ellos, el Cutty Sark, llegó a cubrir 363 millas en un día a una velocidad de 18 nudos por hora. Sus barcos llegaban siempre los primeros al puerto de Londres y, por lo tanto, ganaban la prioridad de vender antes la mercancía; o sea, que surcaban los mares como si estuviera en juego la mismísima Copa América de vela. No es más que un rumor sin fundamento el que varios barcos de la competencia sufrieran percances y retrasos a causa de hipotéticos sabotajes.
En 1871 consiguió entrar a formar parte de la Football Association británica. Acababan de establecer un reglamento que se aplicaría en Inglaterra, Irlanda, Escocia y País de Gales (nada de tocar la pelota con la mano, once jugadores por equipo, algo llamado offside...). En esos mismos territorios, nuestro fenicius se agenció un contrato que le permitía llevarse una comisión por negociar con marcas de té, paraguas o coches de caballos que patrocinaran equipos; y se llevaba un porcentaje cuando jugadores que destacaban por su brillantez y favor del público cedían su imagen para anunciar dichas marcas. Alejo se convirtió en representante de los mejores futbolistas del país, y también cobraba comisiones por asesorarlos cuando un equipo quería disponer de sus servicios (tanto a ellos como a los clubes que los tenían en nómina: si otro club quería fichar a una de sus estrellas, tendrían que indemnizarlos de alguna forma).
Y la habilidad comercial del fenicius obtuvo una de sus más recientes recompensas cuando en 1871 actuó como mediador en la compra del 41% de las acciones del canal de Suez efectuada por el gobierno británico. Pagaron cuatro millones de libras. No sabemos exactamente cuánta comisión se llevó El Cuervo, pero si pudiéramos acceder a sus cuentas bancarias repartidas por todo el mundo y registradas bajo un centenar de nombres falsos, veríamos que actualmente ocupa el tercer lugar en el ranking de las mayores fortunas del mundo (y es el único alienígena que entra en el Top 10).
Eso sí, Alejo nunca invirtió en compañías de seguros. Había vivido el tiempo suficiente en el planeta para comprobar que, periódicamente, los humanos se declaraban la guerra unos a otros, y que intentar proteger tantas personas, bienes e inmuebles de la destrucción mutua podría llevarlo a uno a la ruina.
Pero volvamos a la pequeña crisis que estaba solucionando Alejo Konstantin “El Cuervo” en invierno de 1888: algún listillo y lord masón que trabajaba para la Corona convenció a unos cuantos colegas que además de listillos, lores y masones eran unos auténticos inútiles (sin que una cosa tenga que ver con la otra), de que la mejor forma de desviar la atención prestada a una posible conexión entre la casa real y los crímenes de Whitechapel consistía en aportar pruebas falsas que desviaran la investigación. Ya contaban con un cabeza de turco: un tal Sergei Imanov, miembro de la organización secreta rusa Voluntad del Pueblo, y máximo artífice del atentado que en 1881 había costado la vida al zar Alejandro II en Moscú.
Imanov se escondía en Londres. Aprovechando su amplio currículum homicida, no sería difícil cargarle con el muerto (o mejor dicho, con las muertas, cinco prostitutas hasta el momento) y el Servicio Secreto ruso debería un favor al Servicio Secreto británico, porque el terrorista ruso había escapado ya a tres intentos de extradición de tres países distintos, y la mejor forma de quitarlo del medio era acusarlo legalmente de algo. Luego, en prisión, ya recibiría la visita de unos cuantos oficiales zaristas y, suponían, se llevaría su merecido. Costaría convencer a los rusos de la necesidad de que pareciera un suicidio y que no se lograría cosiéndolo a bayonetazos, pero era un mal menor.
También en un futuro, las relaciones entre los miembros masculinos del servicio secreto británico y las agentes soviéticas (en este caso, comunistas) se volverían más tensas. Quiero decir, que surgiría cierta rivalidad y tensión sexual que Alejo también aprovecharía, editando las novelas de un tal Ian Fleming y representando sus derechos para el cine.
Los fans de esas novelas serían más tarde sus enemigos, y Alejo daría la orden de prohibirlas y quemarlas.
Si algo aprendió Alejo en nuestro planeta, es que la vida da muchas vueltas.
Las pruebas falsas estaban listas, y de todo el mundo comenzaron a llegar detectives invitados por la Corona: el japonés Mr. Mikimoto, el italiano Marco Didio Falconi, el francés Arsenio Dupin, el americano Nicholas Carter Fury y dos estrellas mediáticas inglesas, Sherlock Holmes y Lord Peter Wimsey. Los detectives, lógicamente, pasaron olímpicamente de las pruebas inventadas. Incluso demostraron que eran descaradamente inventadas.
Dos dimisiones de miembros del gobierno y de tres jefes de policía después,
Alejo Konstantin “El Cuervo” se convirtió en cicerone de los sabuesos, por petición expresa de la reina.
***
En estos momentos, Alejo reúne informaciones y crea situaciones comprometedoras que conciernen a los detectives para presionarlos un poco, lo suficiente para que decidan hacer el equipaje inmediatamente y volver a sus países o quehaceres originales por motivos familiares o profesionales: fotos comprometedoras de alguno intentando empeñar su violín en una tienducha de Spitalfields para comprar cocaína; encerrar a otro “por accidente” en la jaula de los monos del zoo y revivirle así los truculentos sucesos de la calle Morgue de París, causándole un ataque de pánico; compilando pruebas que acusan a un tercero de apoyar las actividades del Ku Klux Klan…
Tenían que haber escuchado sus sugerencias desde el principio: lo mejor es convocar una reunión de médiums. O mejor, una de asesinos múltiples, pero las autoridades consideraron absurda la teoría de que “para encontrar a un asesino, lo mejor es utilizar a otro asesino”.
Una mañana, Alejo recorre los escenarios de los crímenes. Es la quinta vez que visita la zona de Whitechapel, en busca de pistas. Él sabe quién es el asesino, o al menos a qué raza pertenece. Necesita encontrar vestigios que le lleven hasta su escondrijo y la forma que ha adquirido. También siente una extraña sensación de morbosidad cuando se aproxima a rincones donde se cometieron los asesinatos: piensa en la posibilidad de que la gente esté dispuesta a pagar por realizar un tour turístico guiado y es posible que quieran comprar recuerdos relacionados con el destripador. Lo apunta en su libreta de ideas.
Rastrea por enésima vez los alrededores del callejón donde murió Annie Chapman. Paredes mugrientas, ventanas empañadas, basura, barro y secreciones que más vale no estudiar de cerca. Alejo está a punto de darse por vencido. Se apoya en la pared que parece más limpia, se rasca el pelo por debajo del sombrero y, derrotado, baja la cabeza. A sus pies, entre los adoquines, fragmentos de heno, húmedos, sucios, algunos masticados por caballos. Entre ellos destaca una hoja de un color verde intenso. No han limpiado el callejón desde el día del asesinato. De hecho, las brigadas de limpieza no suelen tomarse muy en serio la desinfección de esta parte de la ciudad. Dejan que la lluvia trabaje por ellos.
Otro escenario: el lugar donde asesinaron a la primera víctima Mary Ann Nicholls. Algún vecino demasiado higiénico ha decidido limpiar su portal. Alejo calcula el recorrido de posibles regueros de agua… o de sangre. Pequeñas erosiones le llevan hasta la calle principal. Más restos de heno y suciedad. Sigue acera abajo, intentando no ser atropellado por los carruajes. Su pista termina en un montículo de porquería que emboza un desagüe, una docena de metros más allá del callejón. Con su bastón, obsequio de la reina, remueve el heno, los conglomerados de basura, unos cuantos excrementos de caballo… y aparta cuidadosamente otra hoja alargada, esmeralda, de una textura que recuerda al algodón. Dios salve al aplicado cuerpo de policía británico...
Después de la hora del té, siguiendo su instinto, Alejo visita todas las floristerías en un radio de quince manzanas. No es suficiente. Muchas tabernas, muchos hostales, cantidad de comercios del ramo de la alimentación, pero no abundan las tiendas en las que se vendan plantas y flores. Decide caminar hacia el sur. Necesita una floristería con trastienda o almacén.
Al anochecer, en Saint George’s street, se topa con Happy Flowers, un comercio especializado en plantas exóticas. En el escaparate, junto a orquídeas y ficus, se exponen algunas plantas en cuya etiqueta mienten sobre su país de origen. En otras mienten sobre su procedencia con bastante más descaro: han sido importadas de otro sistema solar, de uno binario.
La tienda ya ha cerrado. Alejo mira alrededor. Nadie parece prestarle atención. Chasquea los dedos y el candado se abre. Entra con paso firme. En el interior, penumbra, olor penetrante a plantas recién regadas. Al fondo, una puerta. Luz. Ruido, música, acento irlandés.
“America is the only country
that went from barbarism to decadence
without civilization in between
la-la-la la-la-la”
Cuando Alejo accede al almacén de la tienda, reconoce al asesino de Whitechapel, plantado en una maceta del tamaño de una bañera: se trata de una planta carnívora del tamaño de Shaquille O’Neal, tronco echando barriga debido a un exceso de carne indígena, ramas móviles que se mueven como brazos y sostienen tres instrumentos a la vez, una mandolina, un tambor y una trompeta, y un enorme cigarrillo que desprende más humo que una locomotora de vapor. Boca grande, enorme, de tiburón blanco; dientes puntiagudos, amarillentos, con restos de algo que quizás sea humano entre las encías. Los labios son rojos, jugosos, se parecen a los de Brigitte Bardot pero se mueven como los de Mick Jagger. No tiene ojos, pero con la boca lo expresa todo. En la base del tallo hay pequeñas hojas como las que Alejo ha encontrado en la calle.
CUERVO: Hola, M. Creía que habías dejado de fumar.
KILLER: (para de cantar, esboza una sonrisa, mueve las hojas como si fuera una cheerleader): ¡Wo-wo-woooo! ¡Aquí está mi fenicius favorito! (Da una calada). ¿Te molesta el humo? A mí no. Ventajas de la función clorofílica. (Otra calada). Sabía que captarías mi señal.
CUERVO: Las hojas… Has tenido suerte de que la policía no las detectara antes que yo. Esa tonalidad de color y esa textura sólo se generan en los antebrazos de un guerrero del tedio cuando mudan la piel. Ni siquiera puedes deshacerte de esas secreciones con ese aspecto de... de planta. Y los cinco asesinatos: el ritual que siguen los guerreros con los primeros cinco prisioneros de guerra que toman durante un conflicto interplanetario, para mermar la moral del enemigo y atemorizar al resto de cautivos.
KILLER: Eso era antes. Hace unos cuantos miles de años que el Ojo del Tedio ya no tomamos prisioneros. Nos los comemos (sonrisa maliciosa, calada).
CUERVO: ¿Y ese aspecto?
KILLER (Killer no es exactamente su nombre; si intentamos vocalizarlo en el idioma original podríamos hacernos daño, pero la traducción correcta sería algo así como “guerrero asesino y psicópata que vuela por el espacio en busca de otras razas que devorar como el que no quiere la cosa”; si os parece bien, lo dejamos en KILLER): Aterricé en una zona boscosa, tropical. Tuve que asimilar el aspecto de un vegetal y éste me pareció el más agresivo. Cuesta un poco desplazarse, pero es más atractivo que asumir la apariencia de un loro multicolor o uno de los roedores que corrían por allí. También había humanos no evolucionados, creo que los llaman monos, pero los muy condenados trepan por los árboles y era muy difícil alcanzarlos. Son escurridizos.
CUERVO (encuentra una maceta, le da la vuelta y se sienta encima): ¿Cómo me has encontrado?
KILLER: Oh, vamos, el rastro de energía de un fenicio no puede borrarse así como así. Hace ya bastante tiempo que te tengo monitorizado. Tranquilo, no informé al alto mando. Te debo un favor, ya sabes, en la escuela, antes de que tú decidieras convertirte en Fenicius y yo en Guerrero. Gracias a ti aprobé el examen de física cuántica interdimensional.
CUERVO: Estás divagando…
KILLER: Escapaste, dejaste tu tarea, inventaste el término de “necesito una Era de descanso sabático”. Están cabreados contigo, chico. Los fenicios sois una pieza clave en los negocios intergalácticos (calada). En un viaje de exploración rutinario llegué a este sistema solar. Te detecté. Pero te mueves rápido. Incluso, durante un tiempo, te perdí la pista.
CUERVO: Duermo largas temporadas. El letargo me oculta.
KILLER: Te gusta este planeta, ¿eh?
CUERVO: Pse.
KILLER: Escucha, a mí también, pero más por el sabor de sus habitantes que por otra cosa. Y, verás, necesito ascender en el escalafón. Quiero dirigir mi propio ejército. Te lo digo porque voy a dar la situación de este planeta al alto mando del Ojo del Tedio. Supongo que enviarán a nuestros aliados marcianos para que lo conquisten. Hemos formado una coalición con otras razas conquistadoras. Nos hacemos llamar El Reverso Oscuro de la Pichurrina. Estamos tan ocupados colonizando planetas que no nos queda más remedio que delegar invasiones. Luego nos repartimos el pastel.
CUERVO: No se dejarán. Esta gente, aunque carezcan de medios son…
KILLER: ¡Por eso, porque no se han desarrollado lo suficiente! Es el momento de invadir la Tierra. ¡¡Comida, recursos naturales, incluso podríamos convertirlo en coto de caza!!
CUERVO: ¿Y qué tiene que ver conmigo?
KILLER: Te estoy avisando, querido amigo. Puedo conseguirte una nave. Lárgate de aquí. O, mejor, vuelve con nosotros. ¿Quieres un empleo como administrador del planeta?
CUERVO: Si el Ojo del Tedio conquista esta pequeña joya, no quedará nada que administrar. Los guerreros no soléis preocuparos por la ecología de los territorios conquistados. Sois capaces de cambiar la órbita del planeta sólo para ver qué pasa si lo acercáis un poquito al sol (se levanta, enfadado). Aunque los humanos son una especie errática, despreciable en muchos casos, confío en que conserven su entorno y administren bien los recursos. Estoy harto de trabajar con subespecies, de intentar vender complejos de terraformación a seres con aspecto gaseoso que eructan en lugar de hablar, de pasar frío o morirme de calor en planetas sin encanto… Vamos, Killer, déjame vivir en paz aquí, haz la vista gorda, invadid Júpiter, que es muy acogedor en verano o…
KILLER: Lo siento.
CUERVO: Allá vosotros. No pienso moverme. Y tú ten cuidado, no puedes ir por ahí cazando y devorando humanos. No reaccionan bien ante las cosas que no comprenden, y una planta carnívora gigante armada con un cuchillo de carnicero podría acabar en la hoguera.
KILLER: Tranquilo, socio. ¿Sabes por qué he decidido contactar contigo aquí, en esta ciudad?
CUERVO: ¿Por el té?
KILLER: Por la niebla. Esa niebla espesa. De madrugada puedes salir a buscar comida envuelto en una capa y lo único que distinguen es “un señor gordo con sombrero” antes de que les des el primer mordisco. Incluso te saludan. Me extraña que no se produzcan más accidentes de tráfico… (calada, sonrisa de satisfacción). Además, controlo a un par de indígenas que salen a buscar alimento por mí. Se están forrando con las plantas exóticas que traje conmigo. Los humanos son muuuuuuuuuuuuuy codiciosos… casi tanto como los fenicios.
CUERVO (camina hacia la puerta, pero se detiene, pensativo): ¿Puedo pedirte un último favor, Killer?
KILLER: Si instes en quedarte aquí, puedo asegurarte que será el último.
CUERVO: Prometo no interferir en vuestros planes de conquista…
KILLER: (sarcástico): Uy, qué miedo, como si tuvieras alguna oportunidad.
CUERVO (ignorando el comentario): No es mala idea eso de contar con ayuda terrícola para sobrevivir. Hace unos años, mientras descansaba en un edificio cercano a la Abadía de Cairfax, un grupo de sonados irrumpió en la casa. Llevaban armas, estacas, collares de ajos y antorchas. Me habían confundido con un aristócrata rumano con el que no se llevaban muy bien. De hecho, pensando que era yo, intentaron clavarme las estacas en el corazón mientras gritaban algo así como “nosferatu, nosferatu”. Por suerte, desperté por el olor a ajo. ¡¡Tuve que enseñarles la dentadura, permitir que desparramaran una cubertería de plata sobre la cama y dejar que me colocaran un espejo en las narices… para ver si me reflejaba en él!!
KILLER: (sobrecogido, tocándose la parte más prominente de su tallo, o sea, el estómago): ¡¿Lo ves?! Están locos… Espero que no sea contagioso. Como haya estado ingiriendo comida en mal estado…
CUERVO: La cuestión es que necesito protección, al menos mientras me encuentre en letargo. Aprovechando las obras del ferrocarril subterráneo, me he construido un zulo cercano a la estación de Paddington, pero sigo sin estar tranquilo. Una cosa es contratar gente que vele por tus negocios, y otra muy distinta disponer de un cuerpo de seguridad… no del todo humano.
KILLER: ¿Y en qué puedo ayudarte?
CUERVO: ¿Tu nave llevaba el kit de clonación y manipulación genética?
KILLER: Sí, pero hay un problema: no pude cargar con él. Se hundió en un lago del Planalto Guianense, en Brasil, cerca de la frontera con Venezuela, junto con mi cuerpo original, bastante chamuscado, por cierto. Espero que cuando contacte con nuestras tropas puedan regenerarlo o, mejor, darme uno nuevo. No estaba contento con el tamaño de mi cola. Por cierto, tu aspecto humano está muy logrado. ¿Y ese aspecto envejecido?
CUERVO: No levanta sospechas. Después de mi próximo letargo, pareceré más joven. Tomaré la personalidad de Alejo Konstantin III.
KILLER: ¿Alejo?
CUERVO: Suena bien. Fonéticamente me recuerda a nuestro idioma.
KILLER: ¿Y Konstantin?
CUERVO: Conocí a un tipo que se llamaba Konstantin Tsiolovsky, un inventor, matemático, que estudia algo relacionado con cohetes y aleaciones. También me gusta como suena.
KILLER: (reflexiona un momento, da un par de caladas, juguetea con las cuerdas de la mandolina, se remueve incómodo en la maceta): Sé lo que quieres hacer. Te daré la posición exacta de la nave. De todas formas, no te queda mucho tiempo. Y ahora lárgate, estoy intentando poner música a algunos clásicos.
CUERVO: Gracias, Killer. Y por favor, hasta que haya podido dejar bien atados mis negocios, busca la comida en otra parte… o, mejor: los guerreros sois omnívoros, ¿por qué no te alimentas de plantas en lugar de seres humanos? Aquí dispones de un buen surtido.
KILLER: (sacudiendo la ceniza del cigarro): ¡Pero que dices! Dado mi aspecto, ¡eso sería… canibalismo! ¡¡Bwa-ha-ha!!
Alejo se dirige a la salida. Oye cantar a Killer, que ha elegido otra frase célebre de Oscar Wilde y le está poniendo música:
“I always like to know
everything about my new friends,
and nothing about my old ones,
na-naaaaaa na-na-naaaa”.
Fuera, como ha hecho notar su amigo, la cortina de niebla no permite ver nada a más de dos pasos de distancia. Alejo distingue una silueta que se acerca en su dirección, se lleva la mano al sombrero para saludar, pero el tipo con la mirada perdida que empuja un pequeño carro, sobre el que reposa un muy mal camuflado cadáver, pasa a su lado sin devolverle el saludo, descubre el candado de su floristería en el suelo y entra a toda prisa.
Alejo se aleja en dirección al palacio de Buckingham, a paso ligero, por si Killer cambia de opinión y envía a algún peligroso florista armado tras él.
Dispone de poco tiempo. El letargo tendrá que esperar. Creía haber encontrado un lugar donde esconderse de sus obligaciones interplanetarias, donde escabullirse del Ojo del Tedio, donde empezar de nuevo.
El viaje a Estados Unidos y la entrevista con el doctor Pemberton en Atlanta se pospondrían algunos meses. Quizás no era buen momento para negociar la distribución europea de una bebida refrescante y carbonatada que Pemberton había patentado y empezado a comercializar en 1886. Antes, había que tomar una decisión: abandonar el planeta o confiar en que los humanos resistieran a una raza conquistadora y sus asociados cuyo porcentaje de invasiones culminadas con éxito era del cien por cien.
Alejo, por primera vez, se siente solo. Es como si abrieras un pequeño comercio en un barrio donde te sientes cómodo, reúnes una clientela más o menos fiel, y tienes la mala suerte de que unos grandes almacenes se instalen delante de tus narices. Porque Alejo comenzaba a sentirse muy cómodo e integrado en la Tierra.
Se le pasó por la cabeza reunir un batallón de soldados británicos y atacar la floristería, con la excusa de que en su trastienda se ocultaba un peligroso activista de acento irlandés. Lástima que los humanos fueran en ocasiones tan racionales. Seguro que les costaba un terrible esfuerzo gritar “tiren las armas y salgan con las manos en alto” a una planta carnívora y su mandolina. Además, no era su estilo. Alejo es un alienígena honorable. Una cosa es mover hilos e ingeniar conspiraciones para sobrevivir en este planeta, pero otra muy distinta es tender una trampa mortal a un ex compañero de clase. Su carácter responde a los parámetros de un comerciante, no a los de la policía política del Ojo del Tedio.
Alejo Konstantin “El Cuervo” siente por primera vez una presión en el estómago, una percepción distinta del entorno, una extraña preocupación ajena a su naturaleza. Él no lo sabe, pero está sufriendo un ataque de paranoia.
***
Escrito por Cels McClane a las Marzo 17, 2005 11:08 AMSolo quiero decir que soy el primero (tal vez segundo...) que postea... :D:D:D:D:D
Y que me voy a ver la mascletá de mi vecino Ricardo Caballer que seguro que hace temblar Valencia!!!!
Ya lo leeré despues!! Disfrutar de vuestros trabajos y vuestras clases!!! :P
PaP.-Cels, ahora que hablas de Antonio Martin... ¿Existe la posibilidad de que te firmara un "FANHUNTER ALFA OMEGA PRIME 6 TURBO" ?? ó es una broma pesada de algún FANtasmón????
Escrito por ERIO en Marzo 8, 2005 08:51 PM
weno no soy el primero¬¬ se me han adelantado y tampcoo he leido todo estoy enello, pero me hacia ilusion escribir pronto:pjeje la verdad es q la parte de julio verne estuvo de pm me gusto:P (Julio Verne, perdon) a ver si descartamos menos partes como esas:P
OOOOOOOOOooooh!!!! Qué flipe de trozo!!!!
...........banda sonora sugerida............
"Killers" de Iron Maiden.
Salud!
Nunca había visto algo así, o sea, un escritor que pone sus '''extras''' de un libro en una web al alcance de todo el mundo.........
Los que creían que habías dejado de sorprender, van equivocados...
¿Por que Descartes? Pero si está muy entretenida!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Tú has visto demasiadas veces Little Shop of Horrors, ¿no?
Por diox... Audrey 2... XD
Escrito por: Shimart a las Marzo 17, 2005 02:33 PMNo esta mal: Una mezcla de Ciudadano Kane, From Hell y La Pequeña Tienda de los Horrores. Toda una mezcla, si señor. Me gusta más que Herencia en cuanto a estilo. No se, tiene otro rollo. Dos apuntes, si se me permite:
*Barnacity by Gaslight: ¿es una historia aparte de la cronología fanhunteriana o la vas a meter en la historia? Las dos opciones son validas, pero la duda es inevitable.
*Alguna conversación con Holmes o alguno de los STARS del mundillo detectivesco que has mencionado no hubiera estado mal. Alejo chantajeando a alguno y ver como un dios como Holmes se derrumba tendria su cosa. (Si, soy un maldito bastardo :P)
Bueno, lo dicho, a ver que tal queda la Nueva versión.
P.D.: Ya he jugado al Resident Evil 4!! Jijiji Si os gustaría hacer turismo rural por España, Leon S. Kennedy os enseñará alguna de sus "buenas" gentes. Jurl Jurl Jurl (Risa maléfica marca Acme)
Escrito por: LeonSKennedy a las Marzo 17, 2005 02:37 PMGracias por estos cachitos de libro, son parentesis en un dia atrafegado de faena >_<
Un saludete
Escrito por: Lord Zoltan a las Marzo 17, 2005 02:46 PMUf, qué emoción. "inventaste el término de “necesito una Era de descanso sabático”", ésa frase me trajo muchos recuerdos. Niven fue mi autor preferido de la infancia.... Los Kzinti me gustaban mucho....
Escrito por: Un_Mono a las Marzo 17, 2005 03:22 PMDiox Cels, t estas superando cada vez más, y eso de los vallas poniendo en el blog es lo mejorcito q e visto.
lo q si q va a ser una superacion va a ser que consigas acer algo tan bueno como esto en menos de dos meses y medio( y no es q t este criticando ni nada, pero buff, mu duro)
weno, un saludo. q la pichurrina os acompañe
¿Estas seguro de querer descartar eso?
Y despues de tener la novela casi terminada, empiezas de nuevo ¿¿teniendo lo que tienes??
Cada vez me entran más ganas de que la publiques!!!
PD Muy bueno el dibujito de "Una cadaver a los postres". Una de mis pelis favoritas.
ui..... aun no he leido la anterior parte, pero en poco me pondré a ello (que tengo un lio montao por aqui.....) [por cierto, Cels, que no hay manera de poderte mandar mi comic... llevo unos 20 intentos, y siempre me da fallo en el envio, no sé por que...]
Escrito por: Shiuman a las Marzo 17, 2005 07:50 PMSé que esto ya se ha dicho, pero ¡si esto son descartes, habrá que ver la novela! :-)
Dos meses y 1/2 no es poco tiempo si tienes la historia bien formada y sabes lo que quieres escribir. Lo malo sería que, encima tuvieras que dibujarla ;-D entonces si que peligrarían los pulgares. Ánimo y adelante (si aún así tienes problemas con el plazo, siempre puedes darnos la dirección de la editorial y podemos ir a hacer una sentada indefinida a las máquinas de imprimir hasta que lo tengas) ^-^U
Escrito por: Sleater a las Marzo 17, 2005 11:54 PMquiero mas quiero mas! >__< publica pronto! es genial!
pd: jo, k tarde es O_O creo que he jugado demasiado al City Of Heroes...hasta veo rayos y outcasts cuando cierro los ojos @__@. Tanto vicio no es bueno...o si? XD
Escrito por: Yuumei a las Marzo 17, 2005 11:57 PMFeliz cumpleaños Cels!!! ^_^
Espero que en lugar de descartar todo esto encuentres la forma de reaprovecharlo de algún modo, o sería una lástima porque realmente es material del bueno.
Ah, respecto a lo de Darwin. "El Origen de las Especies" es su obra más conocida, pero mucho antes publicó el diario de la expedicion "Viaje de un naturalista alrededor del Mundo" que también fue un éxito de ventas (aunque no fue algo tan espectacular como El Origen de las Especies, los diarios de viajes a tierras lejanas se vendían bastante bien en aquella época), así como numerosos estudios sobre la taxonomía de los percebes, que le reportaron cierto prestigio en el mundillo de los naturalistas (sin el cual seguramente su teoría hubiera sido ignorada).
Escrito por: Akai a las Marzo 18, 2005 05:58 AMNo se, no es que no me guste que pongas descartes de la novela pèro me gusta mas el blog al natural... historias y tal...
Escrito por: loneone a las Marzo 18, 2005 09:32 AMLo primero: ¡Feliz cumpleaños Cels! espero que hoy lo pases muy bien en compañía de tu familia y te puedas dar un día de descanso, que de vez en cuando son necesarios.
Lo segundo: Geniales los descartes, la verdad es que me están gustando bastante y me alegra que decidieras colgarlos en el Blog. Me encanta el personaje de Alejo y su historia se vuelve cada vez más interesante, aunque me sumo a la opinión de LeonSKenedy, estaría bien algún diálogo con alguno de los detectives, por cierto, ¿lo de Holmes no era la morfina? Es que lo de la cocaina, no me suena.
Ahora que lo pienso, Holmes podría ser un agente Vulcaniano de la FPF, yo creo que le pega bastante el papel, tal vez podría ser expulsado de la Federación por su adicción a las sustancias estupefacientes.
Suerte con la reescritura de la novela, seguro que será genial.
Lord Pifia