captain's weblog

Ace of Pike

Cada vez que me veo envuelto en un frenesí de entregas, me da por hacer una pausa de un día y ponerme a ordenar cosas. Es como preparar la pista para un aterrizaje de emergencia.
Hoy, domingo, ya que estoy en busca y captura por parte de mi Excelentísimo y Magnánimo Editor, que Odín le dé larga y próspera vida a él y su familia, ya paro con el peloteo, pues ha sido el día elegido para, armado con Glassex y paciencia, arreglar el papeleo que me rodea y prepararme para seguir currando.

Ahora estoy en la oficina, donde hasta las gomas de borrar brillan como los chorros del oro, pero esta mañana, Natalia y yo hemos ido de visita a casa de mi abuela Lolita, uno de los tres pisos francos donde guardo mi botín comiquero y literario, una casa donde las condiciones ambientales mentienen los cómics en un milagroso buen estado.
Natalia estaba hoy poco destructiva, así que la he dejado en manos de su bisabuela un buen rato. Le he dicho a mi iaia que a la nena le divierte que la persigan por el huerto/jardín, mejor si el perseguidor se infla la boca con manzanas, pan o algodón, en plan Vito Corleone, pero no ha captado la referencia... En lugar de eso, le ha estado enseñando durante un buen rato los coches de bomberos que se distinguen desde las ventanas del comedor y le ha dado una buena ración de patatas fritas, en contra de mi orden estricta de que Natalia no debe comer entre horas.
Pero, ya se sabe, la edad es un grado y en su propia casa, la iaia es quien manda: todos acabamos hasta arriba de comida. :-)

El caso es que, por enésima vez, he decidido hacer espacio para poder meter más tebeos y libros en el piso. He intentado dejar de lado cualquier sentimentalismo y convertirme en un coleccionista práctico. Lo que pasa es que los términos coleccionista y práctico viven en universos paralelos.
Estaba dispuesto a quitar de en medio dos cajas de cómics y, al final, lo único que ha estado a punto de irse a la calle es un lote de tres números de Nightbreed y el Namor de John Byrne, y, total, para sólo sacrificar eso, los he vuelto a guardar en su sitio.

Mientras reorganizaba el espacio, he aprovechado para buscar un poco de documentación...

OJO, SPOILER SOBRE AS DE PIQUE.
SI NO HAS LEÍDO ESTE TEBEO COJONUDO Y/O NO QUIERES ENTERARTE DEL FINAL DE LA OBRA, CIERRA ESTE BLOG Y SIGUE PASEANDO POR LA RED. TOTAL, NO ES MÁS QUE OTRA SENSIBLERÍA DE LAS MÍAS...

...porque en una escena de Fanhunter: The Final Conflict, Alejo investiga en las profundidades marinas las razón por la que se ha perdido contacto con la prisión de Aquatraz, y quería colar alguna que otras referencia de naufragios famosos o naves estrelladas en el mar.

As de Pique era una de las aeronaves que me apetecía sumergir en el mar, como decorado al paso del batiscafo de Alejo (iba a tentar al maestro Giménez con una colaboración, jurl, jurl, pero, buf, eso es apuntar muy alto).

Y mientras Natalia correteaba perseguida por su bisabuela, me sorprendí releyendo las aventuras de este bombardero de la Segunda Guerra Mundial, historias cortas que siguen un mismo hilo argumental y que, además de las maravillosas escenas de combates coreografiadas por Ricardo Barreiro y Juan Giménez, te muestra el lado más dramático y duro de la guerra (plus: es un cómic donde los impactos de bala y la metralla DUELEN, DESTROZAN, MATAN, te entra un grrrrrrrrl...).
Junto con el Sargento Rock y el Enemy Ace de Kubert, es el tebeo bélico que más he disfrutado leyendo.

Y entonces me ha sucedido una cosa curiosa: mira que lo he leído veces, pero no recordaba a ningún miembro de la tripulación, ni sus nombres ni el grafismo que los representa. Conozco el avión desde el morro a la cola, el número de torretas, su anagrama, sus maniobras, pero los tripulantes, ouch, nunca se han quedado fijados en mi memoria.
Recuerdo a Kevin Costner, al tipo de la ametralladora de panza y a los tripulantes del bombardero del primer capítulo de la película Amazing Stories, el de Spielberg; tengo en mente a todos los componentes de la tripulación del Memphis Belle; lo mismo sucede en el factor humano de La Batalla de Inglaterra o Midway... Pero As de Pique era EL AVIÓN.
Las historias de sus tripulantes se sentían desde el fuselaje del bombardero, iban pegadas a él de una forma difícil de explicar. El mensaje y las situaciones, ls arquetipos, servían como combustible a la serie, y el avión, aunque aparecira sólo de refilón, lo obsevaba todo desde los hangares o desde las alturas.
El avión estaba vivo.

Cuando, en la última página de la última historia de As de Pique, el B-17 se pierde en la lejanía, rumbo al mar (y a un hipotético destino submarino cercano a Aquatraz), el piloto automático es quien dirige la nave hacia su sepulcro. Aunque sea gracias a unos pocos galones de combustible y al piloto automático, el bombardero vuela en solitario, sin ninguna ayuda humana.
Es la última y quizás la más triste de las historias de As de Pique.

El impacto directo de un hipopótamo de peluche contra mi nuca me ha hecho recuperar los mandos de la realidad. Natalia strikes back. Hora de irse.
Cuando ella sea mayor, nunca se me ocurrirá obligarla a leer un tebeo que no le llame la atención, pero sí le aconsejaré que éste lo guarde con especial cariño, en la caja de Tebeos Que Eran Especiales Para Papá, aunque quede arrinconado en las Cajas del Pasado, porque cada vez que el As de Pique se hunda en el mar, yo me hundiré un poquito con él.

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Errrrrr, vale, vale, sigo escribiendo y dibujando.
:-)

Escrito por Cels McClane a las Noviembre 14, 2004 06:55 PM