Francisco siempre ha sido mi hermano, un idiota que molesta más de lo necesario; un engreído que acapara toda la atención sin siquiera necesitarlo; un sobreprotector innato.
Por una época yo lo odiaba demasiado. Cuando me negaba a compartir mamá. Cuando no aceptaba que su abuela lo quiera más.
Era la pesadilla que regresaba de la escuela los fines de semana para amargarme la siguiente semana. Todo lo que hacía lo criticaba, todo lo que pensaba lo deploraba. Y él ordenaba, fisgoneaba, manipulaba, lograba hacer con mi mamá y con mis tías lo que él quería y yo lo odiaba. Lo detestaba con esa devoción con la que sólo se odia al hermano mayor. Todos morían por todo lo que él hacía, y fue fácil que se convirtiera en el portavoz de una familia que sólo juega a la gallinita ciega. Era el campeón.
Siempre creí que la mejor manera de hacerle la guerra era invadir su propio terreno y empecé a hacer eso. Si él leía un libro, yo leía 2, si él escuchaba una canción, yo buscaba un grupo mejor. Si él le ganaba a todos en esgrima yo nadaba como mierda y jugaba como una condenada al ping pong. Y luego era estar siempre en contra de lo que pensara y empezar a pasearme hablando de cosas en las que él se tenía que comer irremediablemente las palabras. Estaba ganando por goleada y era la reina de la cancha. Pero luego él apareció con su colaboradora de 13 meses y quedó claro quién iba a ganar siempre. Los favoritos van a ser favoritos siempre.
Lo peor fue empezar a meterme puro autogol, porque yo por su hija también me parto en dos.
Hay rivales a los que nunca se les puede ganar.
Estaba enferma, tirada en mi cama a esas horas en las que la gripe no te deja dormir porque la nariz se te cierra, se te obstruye el cerebro, se te bloquea la razón y esa fiebre que te asalta es como la justificación perfecta para estar de mal humor. Estaba enferma, tirada en mi cama, con las luces apagadas, con el televisor en mute, con el play station en pause, con el equipo de música vomitando algo del frozen pool y leyendo esas fotocopias que jamás leí para las clases de lit106 con el aburridísimo l.f.chueca. Estaba tirada, enferma, voluble, volátil, vulnerable, irritable, enfermizamente depresiva y autoflagelante. nadando en un mar de papeles, comprendiendo por qué nunca quise terminar de leer las separatas de la polarollo, las de la tía valera, las de la dreyfus; comprendiendo por qué me fascinaba todo lo sudado por santa maria emilia ese año hace mil años en que descubrí que escribirlo todo resultaba tan sano como vomitarlo en el baño. Andaba ansiosa, ociosa, convulsionando con la tos, delirando con la fiebre atroz y de pronto de la página número 123, uno dos tres, otra vez. once and again me viniste a la mente tú, sin querer, sin saber.
Sin procurarlo, sólo leyendo, sólo recordando...
por esa época leerlo era sencillo. hoy, sentirlo resulta lo complicado.
saberlo verdadero, es arriesgado... irremediablemente sensato.
el amor está donde tú estás,
donde tú te mueves
donde tú lo dejas
(abandonado)
bruscamente.
¿Nunca te ha pasado que lees algo y de repente sientes exactamente qué sintió la persona que lo escribió? Introspección en su máxima potencia.
Demasiado deja-vú ajeno, demasiadas ranuras en el cerebro.
A la que sí leí integramente en mi paso por estudios generales fue a Rocío S.S. Vuelvo a entender por qué.
K dice que somos diferentes, ella sale a bailar y yo detesto sudar, ella ama cocinar y para mí es equivalente a comer hiper rico; a ella le gusta belle y yo flipo a veces con grupos demasiado lacerantes; ella ama jugar a las maquinitas y yo detesto perder hasta 10 céntimos en el bingo que organizan las tías jurásicas casi todos los fines de semana.
A veces peleamos más de lo debido pero también nos amistamos súper rico.
Dice que somos demasiado diferentes cuando busca razones para terminar con toda esta historia, y yo (a la vez) digo que somos perfectamente diferentes cuando busco razones para continuar escribiendo alargando la trama.
Hoy me arrastró al casino, ganó ene soles mientras yo miraba como perdía cienciano en guadalajara, y a pesar de mi incomodidad (porque odio los casinos, detesto el olor a cigarrillo sobre todo ahora que ya dejé de fumar) estuve recontra contenta de verla afanada con su máquina llena de esfinges egipcias que le pagaban más y más.
Y a pesar del sueño, y todo eso que ella definió como desinterés y falta de consideración, yo estuve siempre cruzando los dedos para que se haga un jackpot. Lo que sucede, amor, es que a veces no tengo que sacar una gigantografía que te recuerde todos los días que me muero por tí y que estoy 100% aquí para tí. Eso es algo que tú ya sabes.
El menor de mis primos, que es lo más divertido del mundo, salía de un cuadro de gripe asiática terrorífico cuando entró al cuarto y le dijeron salud. Se sentó a mi lado en la cama y empezó a contarme las mil historias que siempre me cuenta cuando nos encontramos, cuando nos regalan cervezas y nos ponen música de new order o b52's o las menos buenas de the cure. Me decía que apenas empiecen sus clases se va para el norte, trujillo, cajamarca, tumbes, ecuador. Que tenía 200 dólares ahorrados y que con eso era suficiente para hacerla linda, que aún tenía la guitarra perfecta y los amigos indicados para empezar a caminar y llegar a otro lado. Hablaba y tomaba demasiados vasos de cerveza helada, pedía que por favor le pongan el disco que acababa de desempolvar del cuarto de la abuela y que moría por escuchar algo de son cubano, alguien le preguntó por su disco de chacalón, sobre todo la del muchacho provinciano y él dijo que esa la menos interesante de todas, yo le pedí prestado el disco de peter tosh con canciones que nunca había escuchado y me dijo que había conseguido un disco muy roots del 65, y por ahí alguien le ofreció prestarle un disco de boleros antiquísimos cantados por hector lavoe antes que todo el mundo supiera que moriría, que tenía sida y que cantaba salsa conocida.
Mi primo, el más divertido de todos, escucha todo lo que caiga en sus manos, excepto hip hop, excepto rap cagón, pero te dá con mil palabras una explicación sociológica para que el perreo sandunguero diga que está de moda. Y si eres mucho más atrevido puedes lanzarte a hablar dos mil quinientos minutos sobre las etapas musicales de cada uno de los seguidores de marley y ahí sí no hay quién demonios lo pare.
Tiene 20 años y estudia Historia, esa es la única explicación a su pasión por todo lo que tenga raíces predecesoras.
Y mientras él me miraba horrorizado, y no se decidía a sentarse o largarse y dejarme. Yo esperaba que me despacharan mis dos porciones -con harta cancha- de chanfaina. Claro, la cancha en otra bolsa porque no me gusta que se humedezca. Y mucho rocoto molido en bolsita transparente para que a mi mamá le termine de dar un paro cardiaco.
Y él me miraba con esa mirada que no transmite nada, que va cargada de puras babosadas. Me miraba y decía que cómo podía comer esa clase de comida, en un sitio como éste, servidas y preparadas por manos como aquellas. Y yo en silencio. Porque algunas preguntas están por de más y responderle con esas ganas empecinadas que tenía de fracturarle el ego, me costarían chapar un taxi en la av. canevaro y tenía demasiadas cosas en su carro. Así que sólo dije Cierra el pico y corre a traer mi cartera y si te caes y te rompes el cerebro en la vereda sería mejor. Pero nunca ocurrió. Regresó por las puras arverjas porque no me permitió pagar ni media porción de chanfaina ni la doble ración de cancha que al final nunca me la cobraron porque la doña ya es algo más que mi casera. Y qué gusto verte por aquí Paulita, con la misma sonrisa socarrona, respuestas van, miradas vienen, y la pregunta de siempre, porque hace más de 1 año que ya no viene Seb a comer, y es notorio que se le extraña. Y yo le cuento que está viviendo lejos, que está a punto de entrar a la universidad, y ella, casi su mejor amiga en toda esa cuadra, me dice que lo salude, que le mande todo el amor del mundo y que le desean más que suerte. Y yo me río, me acuerdo de todas las veces en que anclamos en este hoyito desconocido a comer, pero sobre todo me acuerdo de Seb.
Entonces me despido y me trepo al carro con el ser inanimado que me va a llevar hasta mi casa, y escucho que murmulla sus opiniones que no le interesan a nadie y después de garantizarme que moriré de tifoidea, me pregunta cómo descubrí que podía ir a comer allí. Pero hay preguntas que no funcionan o que simplemente no necesitan respuesta, porque mi historia con la chanfainita requiere más tiempo que el lapso que toma llegar desde canevaro a mi casa. Porque tendría que empezar a contar de aquella tarde de enero en que me llevaron a la casa más limpia del universo a conocer a ese bebito de ojos verdes y ombligo salido que se llamaba Sebastián.
Quién iba a decir que después de 15 años me iba a arrastrar a Canevaro a probar uno de los descubrimientos culinarios más valiosos de nuestras vidas.
-Hay ocasiones como ésta en que siento que te extraño demasiado, hermano.
Giana y Paula, Paula y Giana. A veces nos pasa, muy pocas, pero nos pasa.
Intercambiamos papeles y yo paso a ser la conciliadora, la que todo lo escucha, la que interpreta y aconseja, la que te jala de los pelos y te grita que por un fin de semana ya está bueno de tantos lloriqueos y quejas.
Te saco a la calle, te pongo hartas bolas de helado y te arrastro al cine para que te enternezcas y rías con pescaditos animados, y reniegues con tramas insulsas de películas que suponían algo más que chicos guapos haciendo de cabros. Te siento al frente de un lonche demasiado pecador y te quito el mal sabor de mil peleas, de una guerra, de ese final que sucedió justo cuando menos te lo esperas.
Y soy buena gente, te cuento un cuento similar donde la chica que se parece a ti logra que todo brille al final. Te escribo una historia y te permito que escojas los personajes, los desenlaces. Aquello que quisiste y nunca tuviste para hacerte la vida más fácil. Hago lo posible para sacarte del embrollo y me quedo mucho rato esperando que asimiles que siempre puedes contar conmigo. Me quedo, te atosigo de cosas ricas, de anécdotas lindas y te hago reír hasta darte calambres estomacales, te mato a punta de sonrisas y te asfixio de cansancio para que al final no tengas ganas de pensar en nada más que en este domingo que pasaste conmigo. Así como muchas veces hiciste o harás conmigo. Porque Giana, mi prima mayor, y powerpuff girl favorita, terminó para siempre con su enamorado, pero supo que algunas veces el dolor de una separación puede diluirse más fácil cuando lo sepultas de a dos. Y nuestro domingo lo pasamos dedicadas a rellenar algunos vacíos con dosis letales de helados de colores e inundaciones extras de ese amor fraternal que en familias como la nuestra nunca ha de faltar. Porque después de todo... todo principio tiene su final, y ese final genera un nuevo y alentador principio.
Nunca tomé conciencia de estar ebria, ni de estar pasada de vueltas, ni con la cara enterrada en una almohada, ni nada de nada.
Y el sábado estaba tan bien siendo chica y sintiendo 18 y 19 años que ahogan y amasan y vuelven a atacar tan rápido que ni cuenta te das. Estaba tan metida en mis dos dedos de tequila, oliendo un esmalte de mi madre y pensando que es a esto a lo que huele la verdadera felicidad. Estaba y estaba, sentada en la alfombra a los pies de mi cama y viendo cómo mis amigas se golpeaban con la almohada. Recordando por qué de chica a una niña le gustan tanto las pijamadas. Y tomaba y gritaba, sentía y hablaba. Decía que me gusta Karla y que amo a Mariana, y Mariana se revolcaba de la risa y gritaba que amaba más a Paula pero que le gustaba definitivamente un poco más Karla. Y Karla aullaba que moría por nosotras dos pero si de gustos se tratan prefería mil veces a esa huevona que nos detestaba cuando estábamos en tercero de secundaria. Y ya todo era más que vicio, porque esa cojuda se creía el último sorbo de la botella de pisco. Y nosotras alcohol, cigarrillos, y un poco del otro vicio, porque mi mamá se había quedado de guardia y nos dejó la casa.
Y música a todo volumen, nada fome, más de 2 kilos de limón y sal de mesa deza encima del televisor. Voces, risas y loquerío. Aceptamos que el más lindo de los chicos tenía que ser Fabrizio y que el peor era ese huevón que se llama Enrico. Y cuando llegó la hora de la canción, la más cojuda se sabía completa la última de ese espantoso cuarteto de argentinos, y la otra que no era yo se dedicó toda la noche a cambiarle la letra a la canción. Y poco después del llanto porque “esa canción” estaba sonando, “y puta madre cómo lo extraño”, “no te preocupes que no es para tanto”, “y claro, la cagada soy yo porque el que me gusta resultó siendo cabro”, y después era mi perro ladrando, ¿voces? en el primer piso, algunos pasos, “carajo, están penando”. Y bajar juntas como la chilindrina, kiko y el chavo poco antes de decir "otro gato". Recorrer la casa prendiendo siempre la luz de todos los cuartos y salir corriendo porque la cortina se mueve y no adivinar que es el aire que viene del patio. Trepar como sea las escaleras, meterse al cuarto que era de mi abuela y taparnos hasta la cara. Y cuentos de terror, ¿te acuerdas de la bruja de blair? y puta madre no digas eso que nos haces cagar de miedo. Y nadie quiere hacer la pichi sola, mejor aguantarse hasta que quiera hacer una de las otras locas. Y un teléfono suena en mi cuarto y ¿te acuerdas del Aro? Otra vez con la cabeza dentro de las sábanas y ese miedo cojudo enamando. Pero la luz está prendida y "mierda no sabía que así quedaba la piel cuando te hacías un tatuaje", "no me agarres allí que me dan muchas cosquillas", pero te jodiste y ataque de cosquillas, la más babosa sale disparada porque casi se mea en la cama y las otras dos se quedan un ratito recobrando el sentido del espacio. Y sonrisas, miraditas de amigas y "que alguien vaya a traer el tequila". Simplemente cosas que pasan cuando se quedan 3 chicas solas en una jato tan callada.
La primera vez que ocurrió, yo andaba tan stone que casi no me dí cuenta, aunque sí lo había pensado, se me había pasado por la cabeza justamente un segundo antes que ella viniera y me dijera con los ojos más rojos que nadie "eres una pituca de mierda" y luego ocurriera. Y yo, que pensaba que agarrar con la boca amarga era lo peor del mundo, me quedé como que atónita e insegura por primera vez en mi fucking vida, y después ya era el hambre, las ganas de contárselo a alguien y esa cosa extraña que te queda en el subconsciente: culpa, fascinación, un poco de temor. Y la curiosidad de saber si es bueno o malo, andar por ahí jugándome a ser Mariel Hemmingway en Personal Best y luego no creérmela porque por la casa de mi tía existía también este cuero en motocicleta que me dejaba boquiabierta.
Y los días pasaron, las noches vinieron, mi verdadero enamorado decidió que lo mejor era dejarme y yo le dije que claro, que no había pasión, mucho menos amor, y que mejor no seamos ni amigos porque francamente detestaba al tipo en el que se había convertido. Y al fin sola, al fin loca. Hablando y saliendo, escribiendo y sintiendo. Viviendo, 17 años, muy pronto 18 y luego Katie con sus discos de garbage y la marihuana, harta lata, harta codicia y pronto pronto Im only happy when it rains, y comprender que esta pendeja de pelo lacio y negro como su conciencia aparece para confundirme las veces que le da la fucking gana, y jugar a no tomármela en cuenta es como complicarme más la vida. Y mejor pensar stone, oir a shirley manson, cantar, gritar, qué chucha, chapar, agarrar y parar en algún antro de fast food a bajarla a la guerra.Tragar, pasar opiniones y dejar de analizarlo todo, porque ya estoy cansada de sacar conclusiones. Y de nuevo se acabó la hora de almuerzo, se va katie, me quedo yo, viene Grade y mi estúpido jefe preguntando de nuevo "por qué estás con los ojos rojos?" y claro, decir again que tengo sueño, que me entró una pelusa a la cornea, que me pica el cerebro y el cuerpo, y hacerlo creer que todo marcha bien y que esta basura realmente me importa cuando en realidad lo único que quiero es correr al baño, meterme un par de dedos y vomitarlo todo de nuevo, echarme un par de gotas de eyemo y lidiar otra vez con mi vida, aceptar, creer y saber que sólo soy feliz when it's complicated.
Bad, bad song.
Hoy mi prima cumple 17 años, 17. Cómo pasa el tiempo. Hace unos 5 todavía le gustaba que le regalen toda la infinidad de "barbiedades" que vendían por todas partes. Y ahora, yo llamo para saludarla y lo primero que dice es que apenas salga de la universidad corra a su casa para "empezarla" temprano.
Después de todo ya tiene 17 años, en menos de un mes yo cumpliré 19 y no me quedará otra más que pensar "...qué viejas estamos".
Mi mamá lo cura todo, esas fiebres malas que te pescan cuando juegas demasiado rato a mojarte con la manguera en el patio de la casa, ese dolor de panza que te ataca cada vez que llegas de tragarte un súper taco y esa salchipapa con demasiada salsa tártara, la sacada de mierda que te diste en la pista con la bicicleta nueva... y la alergia que siempre molesta, los mocos, el dolor de cabeza, y no camines sin zapatos, no comas eso que debe estar pasado, no tomes cosas heladas que son las 3 de la mañana, y termínate esa comida, toma vitaminas, no tires por el caño el batido de veterraga que tú misma te estás haciendo un daño. Órdenes y más sugerencias que retumban en toda la casa.
Ella lo cura todo, desde hace más de 29 años. Pero hoy paró la guardia y se quedó en cama. Con 39 de fiebre y esas ganas de querer levantarse olvidarse del malestar y del problema. Le duele la cabeza, tiene flojera hasta de respirar y lo único que le provocaría es meterse un buen baño de agua fría. Siempre lo sabe todo para curar, pero ahora se le olvidarón de hachazo las lecciones básicas de la Cayetano. Dice que está bien, pero cada que intenta levantarse de la cama se agota y piensa que mejor se queda allí por pura flojera y no porque esté enferma. Enternece cuando miente y enmela cuando se engríe; pide que por nada del mundo le vayamos a dar sopa, y que le preparemos un baño tibio para después de almuerzo. Y yo, que soy la encargada de la situación, me transformo en todo aquello que debo ser y le prohíbo por enésima vez el baño, su bendita costumbre de andar sin zapatos sólo porque su piso es alfombrado, le niego las ventanas abiertas, el capricho de ceviche sólo de pescado. Y bajo a la cocina renegando, hago el intento de preparar una sopa bastante asquerosa y pienso que esto de cuidar a uno de nuestros hijos no está tan mal después de todo y me río, llego a la conclusión que sólo se requiere un poco más de ánimo y bastante amor.
Preguntándomelo, yo misma a mi misma. Hay ciertas cosas que no sé comprender, ciertas decisiones que no comprendo y que tomo, ciertos actos que no apruebo pero desempeño. Y en medio un nudo de confuisones y hartas ganas de no querer saber nada de nadie, ni de mi misma, mucho menos de los demás. Y ser egoísta no es lo mejor que me pueda pasar, y a veces me pongo en el plan de "vamos a salvar tu vida" y ni siquiera te pido explicaciones, ni permisos, ni te exijo que me des las gracias, pero tampoco acepto que soy todo un caos.
A veces me afianzo a gente que no es la indicada y sólo espero que en el camino pueda convertirlos a fuerza de costumbre en lo que yo deseo. Y ocurre muchas veces porque tengo suerte, y el chico lindo con el cabello ondulado llama todos los días a mi casa y pregunta si puedo ser su pareja de promoción y me compra la orquidea turquesa perfecta para que haga juego con el color de mi vestido y combine con mi pelo. Y luego rutina, un beso, otro beso, sexo que empieza, sexo que se fomenta, y otras caras en su vida y en la mía.
Y la universidad aparece y todos son más grandes y débiles, y escriben poemas, y escriben cuentos, y creen que valen la pena, y sueñan con ser intelectuales, y lo único que me provocan es risa y verguenza de que no vean la realidad y tengo que demostrarles en sus propias caras que son unos patéticos de mierda y que me dan pena y a la vez ternura, porque nadie puede ser tan ingenuo y carecer de tanto talento, pero el peor de todos viene, me besa, me dice cosas en la oreja y otra vez tú allí, yo al medio, y nunca the right combination. Y ese chico malo descubre que me quiere, y yo descubro que es un mediocre que juega a escribir peor de lo que escribe y tengo que irme.
Deseos van, deseos vienen, y unas caras se detienen, los ideales no me gustan y los torturados me apasionan demasiado. Y no comprendo, porque cada vez que trato de acertar y lanzar la flecha a alguien con quien verdaderamente debería estar, el tiro me sale chueco y la flecha se le clava al peor de los candidatos y ni siquiera me niego a creerlo.
El problema soy yo, mi campo de selección y las jodidas ganas de arreglarle la vida a un perdedor.
PD: NO GENERALIZO, HABLO DE MI "CAMPO DE SELCCIÓN", MÍO Y MUY REDUCIDO
Mi hermano se ve tan lindo y tan inocente cuando maneja y a su lado se sienta su papá. Nunca acelera más de 60 y conversa con el volumen de la radio muy bajo. Como quien tiene miedo a no pasar la prueba o a ser descartado de la lista de espera.
Ya deja de ser el todo poderoso y el sabelo todo, y se convierte en un niño de 11 años intercambiando secretos masculinos nada macabros. Se ríe, se ríe como nunca suele hacerlo y suspira cada cierto tiempo.
Dice que las cosas le están marchando bien, que se compró el departamento a muy buen precio y que la vida no le está resultando tan extraña como sus otros compañeros de promoción casados se lo habían vaticinado. Además escucha de boca de su papá que las cosas por allá donde está, le están yendo bien, que cuando quiera puede darse una vuelta y seguramente se le hincha mucho el pecho cuando presiente que le dirán que su padre y medio planeta estamos orgullosos del ser humano en el que se ha convertido con el paso de los años. Pregunta sobre inversiones, habla de política armamentista y decide un buen restaurante para cenar que nos termine de convencer a todos, a su papá, a nuestra mamá, a su esposa de porcelana, y a mi, su babeante hermana que no puede dejar de buscarle los ojos por el espejo retrovisor para sacarle la lengua y disfrutar de sus minutos de muchacho indefenso, de hombre completo y de hermano modelo.
Me ve, me río, se ríe. Y de pronto se da cuenta de por qué no quise irme en el otro carro, y me vine aquí atrás escuchándolo narrar con infantíl nostálgia todas esas historias que su papá no vió cuando no estuvo, y que yo me sé de memoria. Se percata del por qué lo adoro y del por qué lo seguiré queriendo con esta fuerza tan increible que me hace detestarlo a veces e imitarlo otro buen ciento de ocasiones. Me mira de nuevo y me saca la lengua, y me hace comprender también el por qué me retribuye los besos volados delante de tanta gente, el por qué me carga cada vez que me abraza, y el por qué le puso mi nombre a su primera hijita. Y sigue hablando de sus cosas de hombres, y yo me quedo atrás absorviéndolo todo, planteándome preguntas estúpidas para resolver más tarde en mi cama, y pensando que yo también querré algún día que uno de mis hijos se llame Francisco.
Puta que soy un asco de cursi.
Esa canción que nunca quieres cantar a veces suena y bueno, estás como sedada por el ruido, la bulla, el alcohol, esa chela que parece inofensiva y tú diciendo que lo puedes tomar todo porque no hay nada más fuerte que la cuzqueña y sus 5° de alcohol, pero no.
Me subieron a cantar y todo lo pensaba en alemán y en peruano y mi cerebro se trastocó y se volteó. Pero en la más inofensiva, vino a hacerme coro este gringo que me está correteando y me regala cositas insignificantes como aretitos tahitianos y cositas bien piolas que seguramente yo le regalaré a mis primas cuando regrese a lima. Pero se trepa a mi escenario y me roba el micro y me canta con vocecita de gringo marica que ha estado en jamaica y se sabe el dejo de un negro de esos, algo que se asemeja a lady saw y todo parece encajar.
'Cuz underneath it all,
maybe for one night
you were my real prince charmin'
entonces...
¿Qué chucha estaba haciendo allí tan ebria y trepada en una mesa?
April me sacó a patadas con el bueno e inofensivo de Markus que hace las veces de su enamorado o algo menos trágico, y el gringo se quedó lejos, estancado y amarrado a la mesa porque fíjate que a mi me estaba gustando mucho con tanta bulla y toda esa música.
Pero mucho es más que poco.
Y hoy en la mañana terminé en Ellis Drive comprando el Rock Steady de No Doubt para escuchar en el carro de mi abuela el corito de Lady Saw.
¿Es amor o son sólo manchas en su pantalón?
Shit, odio ser una niña de su casa!!!
Hubiera querido levantarme más temprano en lugar de chorrearme de la cama a las 12 del día, con dolor de cabeza por dormir tanto, con flojera por haber estado de rebote entre mis sábanas durante tantísimo tiempo. Otra habría sido mi historia si hubiera tomado las decisiones correctas esta mañana, este mes, este año, no?
Habría corrido o bajado o me habría desbarrancado las escaleras para decirle a mi abuelo feliz cumple, porque un día como hoy hace 92 años él apareció sin invitación en este mundo, pero ya no está, y por lo tanto hoy ya me habría dado cuenta que definitivamente no iba a ser nada feliz este nuevo cumpleaños. ¿Pero qué cumpleaños es feliz cuando no estás tú para celebrarlo? Algún día quizá tenga una respuesta, más adelante, quién sabe.
En fin, hubiera querido hacer todo diferente este día.
Empecé mal, me levante por el lado derecho de la cama cuando yo siempre caigo al piso por el izquierdo. Me bañé con agua helada para quitarme el conflicto emocional al que me enfrento cada mañana por no querer salir del sueño, y en lugar de tomar desayuno, vomité.
Mi mamá trató de sobornarme desde que me vio aparecer en la sala para que vaya a misa a las 7 de la noche, me ofreció lo inimaginable y yo habría aceptado tan sólo si me hubiera dicho que cerraría la boca. Pero ningún negocio es perfecto, creo.
Estuve desparramada en el sofá de la sala mirando la urnita con las cenizas del cumpleañero y recordando como sus párpados resbalaban poquito a poco los días como este en que teníamos que esperar que llegara más gente e ir a misa juntos y entreverados, como una familia con patriarca, como una familia que merece ser enmarcada.
Aquellas veces no nos decíamos nada, porque ya teníamos una esfera de interconexión donde sabíamos demasiado de nuestras vidas como para alterarnos con detalles mundanos.
Es gracioso cómo los recuerdos más raros me llegan a la cabeza cuando pienso en mi Papapa.
El año pasado, una tarde como ésta, nos tomaron una foto que jamás llegué a ver y me increparon el hecho de haberle puesto cachitos con las manos sobre la cabeza. Ya lo sé, demasiado irreverente, nada respetuosa, sin imaginar siquiera que 3 meses después su historia cerraría y se lo llevarían.
Hace un año esperamos juntos, aquí en esta misma sala, sentados en estos mismos sitios, pero a pesar de parecer tan distantes y no decirnos mucho acerca de nada, ambos sentíamos que había la misma comunidad que ahora siento que hay entre esa cajita de madera y esta chiquilla llena de recuerdos, pienso en todos los minutos que perdí haciendo otras cosas y que no aproveché preguntándole más sobre sus cosas, imagino mis conversaciones largas y a veces tediosas y me dan demasiada pena como para articular ideas coherentes.
Hoy sigo yo, superviviendo como parte de su familia y pensado que daría cualquier cosa por volver a gozar de nuevo siquiera de nuestros silencios.
Un día como hoy, mi abuelo hubiera cumplido 92.
Entonces cuando llegué todo estaba mal, la gente, los perros callejeros, los carros estacionados junto al mío, las caras y esas sonrisas. Oliver me llamó para invitarme a almorzar, claro que le dije que no, que estaba ocupada. ¿Haciendo qué?, me preguntó y – como odio a los afanes que se creen tus padres – no le dije haciendo qué, claro que no!
Le colgué y apague mi cel, porque mi cel vive apagado cuando hago cosas así.
Katie subió a mi carro sin darme un sólo beso, me quitó el cigarro de la boca y me dijo “sabias que esto te hace daño a los pulmones?” entonces nos reímos demasiado.
Fumar hierba con Katie es otra cosa. Tira el asiento para atrás y se estira para desperezarse y yo la miro atentamente con mi sonrisa de imbécil, como quien observa algo realmente milagroso.
Después le sube el volumen a la radio lo mas que puede y entonces la música se te mete por los poros y te hace saltar el corazón al ritmo del bajo. Es supremo. Luego a cantar, a identificarte con la letra y de repente tu mente esta en otro espacio, en otra época. Pero igual, nobody said it was easy, crecer jamás es fácil.
Katie cree que besarme stone es como un juego, a lo mejor y yo también creo eso. Sabe que jamás podríamos hacerlo sin marihuana, por conceptos (a)morales pre establecidos que las dos tenemos, “es una mierda, no crees?” me preguntó hoy “tu como futura antropóloga debería combatir esas tendencias moralistas que reprimen el comportamiento del ser humano”.
No le hice mucho caso. Porque cuando Katie fuma marihuana habla así y sus neuronas al contrario de los demás se multiplican y podría muy bien sacar de cuadro a cualquier profesional destacado que se le cruce enfrente.
A mi ya me ha pasado. ¿Te acuerdas de Guillermo respondiendo como bobo todas tus preguntas, Kat?
Pero viré, me clavé en mi y me puse a pensar en mi como futura antropóloga. Que difícil encontrarme en un futuro no muy lejano. Haciendo estas cosas en mi carro, escuchando Coldplay y a mi amiga decir que beso de la puta madre y que se caga de hambre. Hard to believe.
Acabó la stoneada, a mi también me sonaba el estomago y nos fuimos a miraflores a comer un par de hamburguesas, llegamos a bembos, y bajamos con lentes oscuros aunque igual no nos importa que nos pesquen con los ojos rojos y vidriosos, me vi reflejada en las lunas de la puerta y pensé “si yo fuera otra persona, tampoco tendría reparos en lamerme los labios”, me sentí demasiado bien. Lo sé yo, lo sabe Kat. Y ahora todo vuelve a la normalidad.
Siempre hemos estado juntas, desde que tengo memoria, cuando nos raspábamos las rodillas y nos picaban las hormigas del jardín del colegio, ese al que no debíamos entrar, pero al que siempre nos zampábamos por el sólo placer de no respetar letreros.
Hemos sido un trío que ha mantenido más de cien mil llamadas tripartitas - cague de risa - religiosamente todos los miercoles por la mañana (gracias a la oficina de Mariana). Martes y Viernes nos hemos visto para unas vueltas en el carro y un six de Heineken frente a cualquiera de nuestras cocheras. Lo hemos vivido todo y nos lo hemos contado con lujo de detalles. Besos, sexo, drogas, risas, llanto, decepciones y siempre hemos estado las tres al final de las historias. Buenas amiga y mejores cómplices. Me han vomitado los zapatos, el carro, me han quemado el brazo con la punta de un cigarro y yo he muerto en camas que olían a muñecos de peluche y a colonias que jamás usaría pero que adoro en el pelo largo de cualquiera de mis mejores amigas.
A veces no he tenido la necesidad de hablar para que sepan que me siento mal, y sus llamadas al celular siempre me han rescatado de todas las tragedias. Nos hemos gritado basura, puta, india, muerta de hambre, pituca de mierda y otras mil cosas más. Pero cuando se acaba la furia siempre queda el cariño y las ganas de decir "nos vamos a chupar", "te quiero como mierda" y sobre todo "perdóname", porque así somos después de todo, y cuando no nos queremos, nos adoramos. Las tres, hasta que se acabe el mundo y los hijos de nuestros hijos se sigan preguntando por qué en los diccionarios la definición de amistad tiene una foto de nuestras manos.
Él se parece a su abuelo, me di cuenta. Sentados frente a frente me pareció el personaje más intenso, con las manos de sueño, uñas pequeñas, sonrisa profunda, ojos oscuros y amor. Sobre todo amor.
Hablamos más que mucho y supo entender lo inentendible. Qué quise, qué quiero, qué querré. Que me pierdo en interminables competencias donde el contrincante siempre me derrota. Y que el amor me hace huir despavorida hacia un escondite donde pueda sentirme menos intrusa.
Sonriendo como lo hace puede hacerse parte de mi vida e inmiscuirse en mis sentimientos más secretos, porque alguna vez, quizá, tal vez, llegará a formar parte de ellos.
Y ser un secreto, un sentimiento, un recuerdo... que no nos asuste a los dos.
Y dejar de decir...
Hasta la rosa más preciosa del mundo puede desgarrarte el alma con sus espinas.
Lo he vivido.
Y por eso... creo que te tienes que ir.
I just killed a man... porque lo quería y tenía que terminar, por su propio bien, por mi propio mal.
Put a gun against his head... pulled my trigger and now my baby is dead.
Era mentira aquello que sentía cuando lo miraba o eran verdad aquellas sensaciones que extrañaba cuando lo besaba. Todo es confusión y ahora I got to go.
Puedo decir que desprenderse es fácil y sirve para liberarse de pocos placeres que al final perecen. Pero no. La verdad es que duele, envejece, no perece. Y lo peor es que me dolió a mi tres mil veces. Decir it's over. Pero hacerte entender no me complace del todo.
De ahora en adelante tendremos historias repetidas, y canciones que nos mataran a los dos por siempre.
¿Y tú?
Can't do this to me baby
Pero sí.
Anyone can see...
nothing really matters to me.
De regreso a la realidad, a los deberes académicos, horas de clases y lecturas jodidamente encasilladas en colores mal definidos (ortodoxas, malévolas, y sin embargo nada sociales).
Ayer fue el cumple de mi hermano, 29 años, y él dice "cómo pasa el tiempo..." y es aterradoramente cierto.
Hasta hace dos años, aún era el mismo peleonero que no me dejaba llegar con enamoradito a la casa sin que les caiga encima con recriminaciones y sus mil formas de meterles miedo. El que cuidaba y gritaba y pedía perdón por inmiscuirse en asuntos que no le interesaban pero que le divertían.
El mismo que a los 15 pensaba que una chiquita de 5 era la amenaza más grande de su planeta, y el que a los 21, de repente, se convirtió en el papá que en noviembre a mi me llegó a faltar.
29 años no eran tantos, aún ayer, cuando vino a recogerme y todavía permitía que le dijera "tarado" y que le robara una cajetilla de cigarros. Incluso, más tarde, con su propia Paula en brazos, no había abismo entre sus 29 y mis 18, porque a pesar de ser el papá del año, el esposo del lustro y el hijo de la década. Todavía, para mi, continuaba siendo el mismo Francisco empeñado en guerrearme la existencia, porque lo que le costó a él crecer, a mi también tiene que dolerme, después de todo, medios, completos, o fraccionados, somos los hermanos del milenio, y los miles de celos, gritos, golpes y mordiscos que quedaron en el camino, son la prueba fehaciente de ello.
Iba pensando que era cierto, que los años pasan y en un abrir y cerrar de ojos se nos cambia la vida. Mírate tú, hace 4 meses nadie hubiera pensado que ibas a ser la tía perfecta, verdad que no? Es que todos, absolutamente todos, crecemos.
Mi mamá discutió conmigo en la noche porque según sus concepciones yo soy más que irresponsable.
Decía que mi futuro en la palma de mis manos corre demasiado peligro y que no se requiere simplemente ser así, un cerebro y una cara bonita, para comprarte la suerte de ser alguien. Se requiere ganas y fuerzas y dejar de ser lo que soy, porque Paulita así no estás logrando nada de lo que los demás esperan que logres. Vida, Dinero, Carrera, y no hay que pensar en el amor, porque eso no sirve. Ya lo sabías, aunque eres chica, debes intuirlo. No se puede vivir del amor. Se lo dijo Romeo a Julieta en el balcón. Y Calamaro debe saber lo que dice.
Volteando la tortilla, no podemos dejar que eso suceda. Demasiado tiempo estuvo la llave del grifo abierta como para que no sintieras que perdiste tanta energía con el chorro que se estaba marchando.
¿Entendiste lo que el mundo quiere pedirte? Y por si te lo estás preguntando, lo que el mundo quiere es que dejes de ser una más y te conviertas en algo ideal. Y a la mierda lo demás.
Pensar que esa fue la primera de las razones por las que decidí siempre irme por el camino menos sospechado y ser feliz tropezando. Hoy no quiero más.
Y hazme el minúsculo favor de no molestar.
Mmm, pues nada, con resaca. Mi amiga Milagros se va de nuevo a yankee landia y las ex colegialas nos reunimos en una casa x a despedirla, o mejor buscando excusa para vernos y embriagarnos recordando anécdotas de antaño... como esos ridículos que siempre suceden cuando tienes 15 y 16 y tu enamoradito de esa época es un tío de 22, que pederasta. ¿Y qué más pasó? Ah! Un huevón dice que me conocía de Wesson y la verdad yo no lo ubiqué jamás pero como él era quien disparaba las chelas tuve que soplarme su plática sobre los conocidos en común que podíamos tener. Aburrido, si. Hasta que a las 2 de la mañana suena el cel, mi mamá gritando y pidiéndome que vaya urgente a la clínica porque Jessica acababa de entrar a la sala de partos y aaaaaaah! Ella iba a ser abuela y estaba súper emocionada. Así que salí, con Karla y Mariana (siempre), nos pasamos mil luces rojas desde Maranga hasta la clínica y no nos quisieron dejar entrar por ebrias. Con toda la efervescencia del nacimiento de la nueva paula, mi mamá no me dijo nada por manejar borracha y mis amigas y yo nos quitamos a comer algo por allí. Alguna se acordó que ya era 14 y bien berraca nos dio beso y abrazo por el día de san valentín. Y después de asimilarlo nos quedamos las tres como antes, como siempre, como cada 2 semanas que nos encontramos para no perdernos el rastro, siempre juntas y contentas... y sin calzoncillos siempre la pasas mejor, creo.
Su enamorada era una bestia y Camelot le regaló su I.Q.
Tan aberrante que me hace llorar de la emoción.
Los 2 estaban cagados, de los peores promedios d ela clase 2 de ellos eran suyos, y 1 era mío (Ches).
Y 5 minutos después de comenzado el examen ella seguía con su hoja en blanco.
Sudaba, me miraba, lo miraba y no podía copiarse de nadie porque obviamente no nació con la habilidad de descifrar letras ajenas. Pobre nena. En un mundo donde el más pendejo sobrevive, ella está condenada a que se la traguen los tiburones.
6 minutos más tarde, antes que terminara el examen, él se conmovió de su dolor e hizo su sarifico amoroso del siglo.
Mientras el gil del asesor se dormía cerca al ventilador, ellos intercambiaron examenes para que no sea sospechoso que él entregue una hoja con nombre de mujer. Y ella obtuviera un salvavidas temporal hasta que la marea de todas maneras la hunda. Más temprano que tarde, eso sí.
Ahora me pongo a pensar: Yo hubiera hecho lo mismo?
Me gustaría al contrario que lo hicieran por mi.
Mmmm that's amore.
Lo que pasa es que él quiere sentir que lo necesito, cosa que jamás, porque yo no admito que necesito el aire así me asfixie, llamenlo orgullo o inmadurez, o simplemente desidia.
Alguna vez en un pasado enterrado, alguna mierda me vio llorar y me escucho decir -tipo cancion de Daniel F- "no te vayas". Son cosas que pasan cuando tienes 17 o 18 y parece el fin del mundo, pero en realidad no lo es. Osea, hellooooo, son solo 18 años!! ni siquiera base 2 y no es para estar triste por alguien que no se lo merece. Por lo menos yo aprendí la lección esa vez.
Ahora trato de fijarmela de nuevo, y a pesar de que a veces me acuerdo de cositas pasajeras como la forma como me mordía la oreja después de susurrarme que me quiere, no me dejo huevear por la nostalgia, hay que cambiar.
Estuve con katie en un pueblo joven haciendo encuestas a los padres de unas criaturas maltratadas. Y después de verlo todo tan lúgubre, sentí que mi vida tiene más de lo que se necesita para ser feliz.
¿Entonces de que me quejo?, ¿Por qué estoy triste?, no hay razón, porque a mi jamás me pegaron de esa manera, jamás me dejaron sin comer, nunca me dijeron que no me quieren.
Y dicen por ahi que los ricos tambien lloran ( y de rica yo no tengo nada), pero la verdad es que estas inutilidades de verano caen en un saco de lona cuando ves a tu alrededor y notas que no todos se dan el lujo de sentirse mal porque un enamorado exquisito no supo entender que a pesar de todas la mentiras tú si pudiste ser la mujer de su vida. buuu. No voy a llorar. Te lo prometo.
Estaba pensando en las escasas oportunidades que una tiene para encarar a alguien que alguna vez pretendió hacernos daño y decirle frente a frente "sabes? al desaparecer, me hiciste un gran favor".
En realidad nunca fueron esas las palabras que pensé decir, es curioso como van mutando con el paso de los días, de los meses, de los años... hasta desaparecer completamente.
Yo tuve la decepción de mi vida cuando todavía tenía que estar pensando que el amor dura para toda la vida, cosa eternamente falsa, porque alguien debe de decirnos apenas podamos comprender, que no, que el amor alguna vez se acaba. A pesar de que tus abuelos sigan casados y queriendose como el primer día, eso no significa que tú también vayas a ser la excepción. Cosas raras, mi tía Liliana decía que una chica como yo no podía hablar de esta manera. Pero es cierto, tú te puedes enamorar de mi, y eso no implica que yo me enamore de ti. Hay un abismo entre darle la vida a alguien y que ese alguien comprenda el sacrificio y piense en hacer lo mismo. That's amore.
Y yo aún no siento ganas de retribuir en esas magnitudes.
A lo que iba con todo este rollo, es que me encontré con el personaje que marcó mi adolescencia con una sombra venenosa, ese tipejo al que le deseé tanto mal cuando apenas tenía 16 años, pero al cual no le dio ninguna embolia, ni lo cogió un carro, ni lo partió un rayo, ni lo mordió un perro y mucho menos lo pisó el tren, lo que significa que mis maldiciones no sirven. Mmm.
Yo estaba en el Banco, desesperándome porque detesto estar en un lugar tan espantosamente inerte, cuando este tipo increblemente bronceado se me acerca y me dice con una voz hiper conocida "¿Paula?", por unos escazos segundos sentí que se me petrificaba el corazón, hay que asumir que si, que me sorprendió, pero no de esa manera que todos imaginan, fue un ex, un importante ex, pero no es para tanto. Cuando lo vi, comprendí por qué razón idiota yo a los 16 me había enamorado de él.
Me dió un beso en la mejilla y no dejó ni un solo segundo de mirarme como si tratara de derretirme con sus ojos de perro arrepentido. Fue extraño. Lo saludé lo más normal que pude y empezamos una corta charla sobre lo que está pasando en nuestras vidas, me dijo que aún no termina su carrera, que estuvo trabajando en el Banco de Credito y que ahora esta pensando en irse una termporada al sur a abrir un negocio con unos amigos. Mi parte fue mas aburrida que la suya, eso si: universidad, practicas, no mucho dinero y fin.
No pude creer que a pesar del tiempo y de lo que me hizo, me siguiera sonriendo de esa manera, pero no acusé recibo. Me empezó a hablar de sus hazañas estupidas mientras yo miraba mi reloj y se me hacía interminable seguir soportando el calor y mas que nada su presencia. Pero seguí sonriendo, porque soy cortez, aunque muchos lo pongan en tela de juicio.
Después, roto el hielo, me preguntó con su pose de ganador "Y estas saliendo con alguien?", comprendí que tipos de su calibre no suelen cambiar nunca. En la punta de la lengua se me quedó la frase mágica y fulminante que esperé siglos para decirle, supongo que hasta ese momento Guillermo le respondió la interrogante, porque solito apareció y se le presentó como mi enamorado.
Luego en el carro me pregunto "Quien era ese mequetrefe?", y yo me reí, "Absolutamente nadie, darling".
Formar parte tan importante de la vida de alguien me hace sentir casi onmipotente, más suprema de lo que mi ego merece creer y más real de lo que soy. Guillermo de alguna manera logra que cada segundo que paso con él empiece a quererlo con esta cierta emergencia que me hace pensarlo minuto a minuto, segundo a segundo, por los siglos de los siglos, sin amén.
Me dice que me quiere con su vocecita sacada de una radionovela y cuando me toca la cintura es como si me coronase la reina de su fábula favorita. Es de los que no hacen excentricidades para demostrarme que me adora, para locuras bastan las mías. Pero existen sus ojos de pestañas inmensas y sus manos impecables que huelen a seguridad. Es lo único que necesito cuando el mundo marcha en contra o cuando las ganas me faltan para cruzarme 3 luces rojas del semaforo consecutivas.
Existe su voz y su manera inconfundible de gritarme "princesa" cuando me siento eternamente plebeya. Y existen mis ganas de entenderlo y quererlo, así, fuerte, por siempre y sólo contigo.
Aunque yo misma no me lo crea o lo dude cincuentamil veces en 15 minutos.
Hoy me cantó una canción, y yo le dediqué mis minutos más amigables de la tarde. después de todo me había susurrado con la melodía más seductora escapándose de sus labios perfectos que iba a ser mi amante bandido y que se perdería en un momento conmigo... por siempre.
¿Y cómo podría haberle dicho que no?