el 99% de las veces no me gusta lo que encuentro cuando registro debajo de mi cama.
todo es déficit, son estados de ánimo que perdí y que suelo recuperar de la peor manera.
como una bofetada inesperada, que no te deja ganas de poner la otra mejilla.
Siempre le he tenido miedo a los espacios propios, no sé, es como si no me gustara encontrarme conmigo misma, abrir un cuaderno y leer mi letra diciendo "Paula, date cuenta...", me aterra. Sin embargo no puedo dejar de hacerlo. Derrotarme, pensar, recordar.
Debajo de mi cama no hay zapatos, hay cuadernos, hojas, cartas que alguna vez alguien me escribió, fotos que tomé y pensé que valdrían la pena. Está mi pasado mirándome y recordándome que soy lo que soy por esas minucias que escondo y las complicaciones que recuerdo. Está Guillermo, con sus ojos casi verdes y su mirada desolada, diciéndome la primera vez en una boda, cuando él tenía enamorada y a mi Harry me bajaba la luna y las estrellas, que soy increíble.
Hay demasiados personajes, olvidados y recuperados en un instante, está Enrique mintiéndome con sagacidad, repitiendo que me amaba y estoy yo creyendo esas huevadas. Vive GianCarlo hablando de esos hijos que jamás tendremos, está México vengándose por cada lágrima que le hice derramar desde que nos conocimos. Y me percato que todos esos muertos me hicieron darme cuenta que no debo, que no puedo creer ciegamente en el amor, porque el amor acaba o yo lo finalizo, lo descuartizo y ellos se encargan de convertirlo en monotonía, horas recolectadas en tomadas de mano y besos que aburren y desgastan. Algo se muere cuando se termina una relación entre mi yo y ellos, algo desaparece y sólo quedan los recuerdos. Eso es lo que me aterra, incluir a alguien más y perderlo por el puro capricho de tenerlo 4 días. Sacrificar a un amigo, porque un beso, el sexo, el amor caduco, mata la amistad que debiste conservar. Y yo no quiero perder un novio y un buen amigo a la vez.
Porque hasta el día de hoy, para mi, 4 días, son 4 días, no son 4 semanas, ni 4 meses, mucho menos 4 años. Porque no me proyecto nunca, porque vivo lo que me toca, y me exprimo sabiendo que 2 + 2 siempre darán como resultado 4.
Sigo haciéndome bolitas.
No soy perfecta y él lo sabía. Cuando fue mi mejor amigo me lo dijo directo, claro y fuerte. Agregó que tampoco soy el centro del mundo y sentí la extraña sensación de certeza en sus palabras. Supongo que igual, imperfecta y estúpida, él me quería demasiado y una de sus consignas fue siempre no ceder.
Es curioso cómo en ciertas etapas de tu vida, la persona indicada pasa ante tus ojos y no te percatas de ello. Porque muy a parte de ser el chico lindo de los ojos marrones oscuros, las pestañas enormes, y las palabras precisas, era el mismo mocoso que te empujaba siempre y te tiraba al suelo a propósito en el kindergarten, el mismo niño atrevido que te jaloneaba el pelo en primaria pero que moría por jugar a cops & thieves contigo. Ser siempre policía para perseguirte con una excusa y un propósito, para que nadie se diese cuenta que pasaba las horas de translation mirándote con una fijación enternecedora.
En secundaria los episodios cambiaron, y dejó de fastidiar, se convirtió en un gran amigo, al que había que proteger de las intrusas, arpías descaradas que veían lo que yo y las demás amigas de toda la vida, no veíamos con claridad. Él era el chico perfecto y ya no tenía que perseguir, ni empujar, ni jalarle el pelo a nadie. Porque las cosas suceden y su primer beso a él se lo dio una insulsa del Belén, y a mi un descerebrado del Markham. Sus caminos se fueron para la derecha y los míos para la izquierda. Cuando yo ingresé a la universidad a la que él no pudo, igual se quedó conmigo para celebrarlo, y regresó al mes siguiente a emborracharse por mi hazaña en la otra universidad del pueblo. Jamás se quejó de mis ideas sofocantes, ni de mi afán por maldecir a sus padres por snobs, ni a sus tías arribistas, ni a su abuelo nazi. Mil veces había escuchado decir "A Paula le hace falta un chico como Oliver", pero me sonaba a blasfemia. Una ironía demasiado absurda como para digerirla sin cinismo; y le había dicho ya mucho tiempo después, frente a una piscina en forma de tortuga "Si tú y yo estuviéramos juntos duraríamos a las justas media semana". Y él, con sus mismos ojos marrones y sus pestañas preciosas me había dicho sonriendo que "Al menos iban a ser los mejores 4 días de su vida".
Ya no sé qué pensar.
Me niego a estar triste, es una de esas cosas que no me daré el lujo de sentir hoy. Porque hay demasiado en juego.
Quisiera dormir y dejar de pensar, de estar, de rodar sin saber cuándo ni cómo detenerme. Pero no bastan las palabras que me digo frente al espejo, ni las sonrisas que me entregan aquí los que me quieren y me sienten de ésta manera extraña.
Ya nadie pregunta nada porque las respuestas son intolerables, o a lo mejor vacías y sin significado. Pero necesito arrancarme de una vez las respuestas para poder seguir y vivir.
Adelantar unas horas el reloj y dejar todo atrás. Despertar otra mañana sabiendo que es domingo, que saldrá el sol, que iremos de nuevo a casa de Malú y la pasaremos desparramadas viendo tele, comiendo helados, hablando de esas cosas de las que siempre hablamos, necedades, arrogancias sin límite, y propiciar un espacio en mi vida dónde mis primas no tengan que inventarse salidas para hacerme sentir mejor.
Me niego a estar triste, simplemente porque ya fue suficiente.
No se siente nada bien. Por ahora no quisiera ni siquiera existir. Sólo este segundo. Desaparecer y poder observarlo desde una óptica mejor, saber que le haces falta, o darte cuenta que haces lo correcto. Dejarlo morir, salvarlo, o simplemente matarlo.
Sólo saber si todo va a cambiar y dejaré de sentir lo que siento. Mea culpa.
Después, mi vida volverá a ser la misma. Perdiciones, negociaciones, llantos nulos y voracidad sin uñas para no sacarle sangre a nadie.
Nunca fui buena para tomar decisiones, siempre me quiebro, siempre pasa algo que me hace retractarme de mis principios y me obliga a caer otra vez en lo mismo. Debería tener sólo valor para huir y jamás para regresar. Definiría mi problema sabiendo que soy una cobarde y no la mujer de sentimientos perecederos que siente que falla y no avanza, nunca avanza.
Qué diferente sería mi historia si no me arrepintiera de decir o pensar o simplemente de ser.
Siento que recién me he despertado de un sueño infantil y tuviera los ojos llenos de legañas, esas que no te dejan parpadear bien y duelen. Te demuestran que estabas soñando y que tu realidad es este dolor al abrir los ojos.
Por aquí andan 2 de mis mejores amigas, durmiendo aún, sintiendo que el mundo recién empieza a absorberlas, viviendo y disfrutando como tiene que ser una chica a los 18; a ellas les funciona en buena una salida con alcohol, música, chicos lindos que pretenden colarse a nuestras vidas, y a mi sólo ha conseguido ponerme así. De más. Supongo que ya no hay más vuelta que darle, mi daño está hecho y por esta madrugada seguirá así, igual de mal. Ya ni siquiera el olor a rancio de la marihuana podría levantarme. Y encima los ojos me duelen, me hacen daño. Debe ser por las ganas inmundas que tengo de llorar.
Tengo ganas de vomitar o seguir durmiendo. Ni siquiera una ducha helada funciona esta mañana.
Detesto amanecer con resaca un día en el que necesito ir a la universidad a oír clases, dar un fucking examen y aparentar responsabilidad. No soy así. Hay que aceptarlo, si de mi dependiera estaría durmiendo, hecha un mamarracho entre mis sábanas y no me despertaría mínimo hasta las 2 de la tarde, cuando Meche me llama a almorzar, o alguna inepta timbra mi teléfono para preguntar "¿Qué tal la fiesta?". Que asco. Me duele el estómago, los ojos, el brazo y supongo que el cerebro. Pero no puedo desparramarme y tirarme a morir. Hoy hay examen, hoy mi mamá me tironeó del sueño para decirme que era hora de despertarse. Hay examen. Y no podía decir "No, no hay", "Me han suspendido la clase", "No quiero ir", porque la clave con ella es poder hacer lo que quieras pero ser responsable. Ese fue pacto al que llegamos la última vez que discutimos, y no puedo seguir rompiendo más promesas. De lo contrario me pudriré en alguna zona de mi cerebro, donde verdaderamente existe el infierno. Y ya son muchas almas con las que debo cargar por arrepentimiento.
"Cuando yo tenía 18, qué iba a estar yendo a reuniones un día de semana". Me dijo mientras me bañaba y me recordó que por más individual que sea, debo cerrar siempre la puerta de mi baño. "La facultad me tenía presa y si alguno de mis amigos cumplía años, esperábamos hasta el fin de semana o a que pasaran los exámenes". Diferencia de personalidad o de épocas, o simplemente de personajes. Porque nosotros, la manchita del colegio, no nos permitimos hacer eso. A menos que un desadaptado tenga algo 100% mejor que hacer, pero eso es imposible, nadie cambia un 25 de marzo a Patrick y sus botellas de cerveza, jamás habrá algo mejor que los besitos y abrazos de un reencuentro con la gente que más quisiste cuando la adolescencia te repugnaba igual que el colegio. Tirados alrededor de una mesita de vidrio, las conversaciones sobre tu vida después del WeberBauer se transforman en bromas pasajeras, la discusión acerca del futuro impróspero de tus demás compañeros es el hito máximo de la noche, el raje en la cocina sobre la enamorada de tu mejor amigo te hace sentir una odiosa nuevamente. Y Ambev queriendo desterrar a Backus del mercado cervecero es la excusa para salir y comprar más cerveza. Muchísimas cosas por hacer, jugar con los apestosos, violar al toro sentado, y entre risas y concurso de eructos, Oliver, riquísimo, te dice en un Select de Javier Prado que a los 15 años estuvo enamorado de ti.
Esa es la diferencia con la promoción del Santa Ursula del 65 y la nuestra. Esa y la falta de estímulos, porque si tu papá se sacó la mierda para que tú ahora te emborraches en buena, ya sabes que nada debe valer la pena.
Y me voy, tengo un examen del que no me puedo evadir. Y ya después regresaré a dormir.
Yo no lloro, es algo que no hago con facilidad. En lugar de ello me quedo muchísimas horas sintiéndome mal y tratando de cuestionarlo todo, desde los sentimientos hasta las realidades fácticas. Es mucho más complicado que esto, pero es la verdad. Yo no lloro con facilidad.
Muchas veces me he preguntado por qué, si vas al cine y ves a Ralph Fiennes muriéndose por Kristin Scott Thomas, o a Piper Perabo desengañándose de Jessica Paré, a tu costado puedes ver a una tipa que mastica bocanadas increíbles de pop corn, tomándose sus minutos para disimular los lágrimas que le rebotan en la coca cola; pero yo no. No digo que no me acongoje, hay veces en las que me llego a identificar tanto con ciertos personajes que termino temblando del miedo. Pero llorar... yo no suelo hacer eso. Sin embargo...
Hoy fui a ver La Pasión de Cristo, esperé casi una semana para ir al cine fuera del estreno y no tener que soplarme salas atiborradas de gente que mastica con la boca abierta y que opina en medio de la película. El público es el público y aquí no puedes esperar ni más pero sí mucho menos. Karla y yo nos topamos con una fila eterna de gente con toda clase de golosinas en las manos y tuvimos que rendirnos. Ya teníamos las entradas compradas y bueno, no había más salida. Nos apertrechamos en nuestras butacas y empezamos a digerir escena tras escena.
Es increíble cómo una película de este tipo puede lograr que a todos se nos quite las ganas de mascar y beber con la boca abierta. Hablar sandeces o estornudar a causa del aire acondicionado.
Latigazo tras latigazo y el sonido por todas partes, más el silencio perfecto de toda la sala, me hicieron la película un poco más cruda de lo que creía que era. En verdad. Me mentalicé desde antes para el salvajismo yankee y resultó como esperaba.
Es cierto, salí resentida con el Gran Sacerdote, pensando que no hubiera habido oportunidad de crucificar a Jesús porque después de la sesión de latigazos, cualquier persona caía en estado catatónico. Y los litros de sangre artificial se los hubiera ahorrado Mel Gibson para su próxima película. Pero fuera de eso. A mi, las ganas de impactar al público y transmitir dolor y angustia a través de una pantalla, se perennizaron en una escena con flashback devastadoramente impresionante. Y es que ver a María correr por un Jesús de 7 añitos, tumbado e indefenso en el suelo, para recoger a uno igual de confundido y ensangrentado a los 31, se me tradujo en su "Estoy Aquí" y efectivamente estar ahí durante lo que restaba de película.
La carencia de lágrimas en mi organismo desapareció por varios segundos y me comí el sabor salado de unas gotas que jamás había probado en la oscuridad de un cine. Se debe a lo mejor a que estoy triste, depre, confundida...
Igual esta noche, para mi, el dolor de la pasión es María y sus ojos con pocas lágrimas, pero llenesitos de dolor, eso sí.
Hoy no ingresé al mundo de la manera adecuada. Me desperé temprano, rodé en mi cama, vi Buenos Dias Perú desde el inicio y me volví a dormir. A las 2 de la tarde salí de la conmoción y baje a almorzar. No recuerdo haber soñado algo bueno, así que supongo que es malo. Lo que no recupero después del sueño prefiero borrarlo, yo sólo conservo imágenes que pueda palpar con los dedos, por eso tomo fotos, guardo fotos y a veces también las desarmo. Con eso ya tenemos bastante.
No me duele la cabeza, a pesar de haber estado en una suprema borrachera ayer por la noche (excusas para salir y encontrarte con tus amigas de siempre y empezar a contar tus problemas, empezando por la S y terminando por la P), tratar de rifar la noche, virar las horas, ligar con el aire o quien sea que te diga que eres bonita, una diosa, la misma princesa de antes; ya sabrán como me pongo cuando estoy así. Igual no hice nada de lo cual tenga que arrepentirme hoy. Y si no lo recuerdo, no forma parte de mi historia.
A parte.
Ayer no fui a la universidad porque no me dio la gana, después de la explosión me quedé viendo the travel channel, imaginando qué sería de mi vida si fuera otra (una negra que cocina hierbas en el sur de Etiopía, una geisha hermosa que se marketea en un bar en Tokio), quién sabe lo que me está pasando por la cabeza, pero rezo para que se acabe pronto. No me gusta estar así.
Mañana si iré a la universidad, empiezan las evaluaciones cortas, 6 preguntas sobre 58 páginas sobre cosmovisión andina. Again, and again and again. Y pienso copiarme de cualquier imbécil que se siente a mi lado. Ya han sido tantas veces las que le he jugado al destino, que imagino que ésta no tendría por qué ser diferente. Dicen que tengo suerte. Al menos en eso. Al menos.
En la noche volveré, daré vueltas en mi carro, recogeré a algún amigo y veremos cómo capear nuestro miercopless de depresión. Como odio los miercoles depresivos. Cómo odio tener 18 años y vivir esta farsa.
No hay que olvidar, al fin y al cabo, soy la bruja mala de la historia.
¿Te sientes bonita, H? Talentosa, diva y diosa. El fulgor de unos ojos que me idolatran desde la oscuridad, las voces arrancadas de unas almas que me atosigan y me extrañan, cómo renunciar a eso… cómo renunciar a ti, pendejo. Me hace mella todo lo que has tocado alguna vez, mi cuerpo, mi sangre, mi cerebro. Mis hijos que ya no serán tuyos, y aunque lo fuesen, no lo serían, porque tú nunca estarás. Así es la condena, me eleva en grietas y me arroja en muerte, dos, cinco, diez veces. A la par. Y tú diciendo: no me dejes.
Y yo repitiéndome cercenante: me tengo que ir, me tengo que ir, me tengo que ir. Pero la marcha no es buena, porque me dueles. Me incitas a pensar en una derrota.
Y tú replicando, mintiendo, gritando que no me extrañarás. Sin entender, sin pronosticar.
Para mi lo peor de la inspiración esta noche es que yo sí lo haré. Te extrañaré, hasta que la muerte nos separe.
¿Qué pasa cuando no todo tiene solución?
¿En qué piensas cuando te das cuenta de que no hay nada, absolutamente nada que hacer para cambiar, remediar o sólo terminar una situación? Otro día más sin significado para mi letra. He vivido tantos que ya me parece que el vacío siempre ha estado asociado a mi existencia. Hoy me preguntaron si era una buena estudiante antes de que me convirtiera en esto que soy ahora. Carne y piel abajo de ropa (digamos) decente. Lo pensé apenas y dije "No sé".
Nunca he sido buena, menos estudiante, en realidad todos decían que un buen alumno es aquel que se esfuerza para conseguirlo, no una chiquilla que lo único que hace es aprovecharse de su poder de retención y su magnitud para elaborar respuestas inciertas utilizando las palabras adecuadas. O sea yo. Al respecto jamás diré una sola palabra. Los psicólogos del colegio lo atribuían a mis puras ganas de querer barrer con el sistema.
Ya ni ordenaban citar a mi mamá cuando encontrarme fumando o jugando rapidito se habia convertido en cosa de un día si un día no (siempre en los baños de primaria con Oliver, Mariana, Karlita y gente harto especial).
Pero de un día para otro la historia cambió. Y con los 18 y el tedio de querer siempre dar la contra, comprendí que desde siempre el problema no fueron mis ganas de querer barrer con el sistema, sino con mi obsesión por querer barrer conmigo misma.
Que difícil darme cuenta de esto justo ahora que no tengo ni media persona con quien compartirlo.
Que detestable no tener a quién mierda escribir.
Es como si detrás de tu mirada alguien te reclamara despacito Qué es lo que te pasa. No es que sea fatal, cualquiera que lea esta mierda pensará que soy una loca delirante, de esas que se meten toneladas de pastillas, kilómetros de mierdas parecidas en el desayuno para aguantar una clase a las 7:00 de la mañana. Pero no.
Una trago, una línea, una cachetada que se te incrusta directo en el cerebro no te quita del todo el desgano, el desamor, esta puta apatía. Te destapa las sienes, el pulmón, el aire frío te penetra mejor y todo es glacial desde tu boca hasta el cerebro. Pero nada más. Pero nada menos.
Te gustaba sentir sonrisas y gritos en slow motion? Vivir sin querer, sentir sin poseer, tragar para luego devolver, con creces. Corriendo, gimiendo, sudando y jamás sintiendo.
Rutina de la que sales como hecha mierda y no te importa tanto. Puedes comerte todo el pastel y cagarte en ti misma sin sentir remordimiento, sin sentir asco. Puedes cometer un crimen y no sentir ni un poquito de pena. Culpa sí, he dicho que la culpa no desaparece. Al final, puedes bajar, estrellarte en el suelo, hacerte añicos y darte cuenta de que no cabes en el mismo cuerpo contigo y la otra chiquilla que no se respeta. Debes deshacerte de una de ellas.
No es fácil y a mi siempre las despedidas me han hecho mierda, me han hecho trizas, me harán por siempre daño. Sobre todo cuando te das cuenta que el cuerpo que acabas de desalojar es el mismo que mataste cuando la euforia te chorreaba por la frente. Ayer, Hoy, Siempre.
No hay crimenes puros, excepto cuando te matas a ti mismo. Y sabes que de todas maneras nadie vendrá a llorar a esta tumba. Ni siquiera tú, porque no existes.
Y ojalá que alguien te avise el dia y la hora en que resucitarás, a ver si esta vez pones atención y lo haces todo como debió de ser, pobre princesita en decadencia.
verás un trapo inmundo
en lugar de mi alegría
comprenderás además
por qué todas las noches
sobre mi piel cansada
entre mil signos de oro
y tatuajes y arrugas majestuosas
me hacía llorar sobre todo
una cicatriz que decía:
yo te adoro yo te adoro yo te adoro
Nunca quise ser la mala de la película, pero no habían más papeles disponibles por ahí, y todos los buenos ya estaban tomados. Era preferible ser la mala a ser simplemente un extra o parte del decorado. Entonces las ambiciones únicamente me llevaron a elegir caminos insospechados y para el resto, quizá, algo inapropiados. Era fácil, después de todo. Advertir que eres malo para jugar de a dos, o que eras malo para jugar de a uno. Calibrar salidas que efecten al protagonista de la historia, invertir frases para hacer mella en los corazones de los espectadores, y perpetuar siempre el fin que debe conseguir tu personaje.
Porque el malo siempre pierde, pero al principio la pasa genial. Eso no lo podemos negar.
Cuando mi interpretación en la película perece, cuando ya no hay más remedio que poner un FIN. Hay que virar hacia otro lado. Buscar más oportunidades. Por ejemplo, un casting en la vida de alguien más que te puede interesar. Ojos lindos, color apetecible.
Y hacer las cosas bien por primera vez, a veces, cuesta muchísimo. Porque lo único que sabes es como ser mala y tu resume (c.v.) tiene 700 páginas, pero en cada obra tu papel fue siempre el mismo. No puedes quitarle al tigre sus rayas sólo porque te da la gana, Paula.
Así que hay que admitirlo, quizá seas la mejor actriz del momento, la que acapara las portadas, de la que todos hablan y con la que todo el mundo sueña. Pero chica blue, tienes que comprender que en el corazón de tus protagonistas importantes siempre serás recordada como esa que siempre fuiste y la que siempre serás, como la mala de la película, la mala de sus vidas.
And please make me a favor and tell me you don't mind.
Mi mamá discutió conmigo en la noche porque según sus concepciones yo soy más que irresponsable.
Decía que mi futuro en la palma de mis manos corre demasiado peligro y que no se requiere simplemente ser así, un cerebro y una cara bonita, para comprarte la suerte de ser alguien. Se requiere ganas y fuerzas y dejar de ser lo que soy, porque Paulita así no estás logrando nada de lo que los demás esperan que logres. Vida, Dinero, Carrera, y no hay que pensar en el amor, porque eso no sirve. Ya lo sabías, aunque eres chica, debes intuirlo. No se puede vivir del amor. Se lo dijo Romeo a Julieta en el balcón. Y Calamaro debe saber lo que dice.
Volteando la tortilla, no podemos dejar que eso suceda. Demasiado tiempo estuvo la llave del grifo abierta como para que no sintieras que perdiste tanta energía con el chorro que se estaba marchando.
¿Entendiste lo que el mundo quiere pedirte? Y por si te lo estás preguntando, lo que el mundo quiere es que dejes de ser una más y te conviertas en algo ideal. Y a la mierda lo demás.
Pensar que esa fue la primera de las razones por las que decidí siempre irme por el camino menos sospechado y ser feliz tropezando. Hoy no quiero más.
Y hazme el minúsculo favor de no molestar.
Tantas cosas para hacer y terminar. Los primeros días de clase me matan, me dejan muerta. Abrir los ojos a las 6 para llegar a clase a las 7. Aún dormida, con todas las neuronas apagadas y todo el tedio de regresar a un aula que ya quiero dejar.
Este ciclo estoy haciendo muchas cosas a la vez, cualquiera se volvería loca. Pero yo ya estoy loca, así que no hay mayor problema al respecto. Excepto ganar lucidez. Pero eso se duda.
Mi vida se segregará a partir de hoy, en bloques con números de salones y horas para debilitar la ociosidad.
De 7 a 9: Clases - de 10 a 3: Grade - de 4 a 8: Clase de nuevo.
8 malditos cursos que me harán pedazos para acabar ésta carrera más rápido de lo que todos imaginan. Así está planeado desde que tenía 4 años y aprendí a escribir mi nombre.
Mi asesor académico dice que tenga cuidado con reprobar algo. Yo pienso que ese no es mi mayor problema hoy. Ni siquiera el stress (al que soy bastante propensa). Mi lío existencial del semestre 2004 - I es simplemente mis pocas ganas de destacar. Raro, porque otra vez todos esperan demasiado.
Al menos necesitaré una semana para entrar al juego de sobrevivir en un salón de clase lleno de compañeros de más de 21. Desistiré de pintar las carpetas y masticaré chicles sin asco, mientras escucho de nuevo "Etnicidad", "Perú", "Cholo", "Progreso". 4 palabras que se conjugan siempre para la duda. Sin acrecentar mi diccionario, pero sobreviviendo en mi mente. Nada positiva, H. Nada positiva.
Si olvidar fuera fácil, ya te habría sacado de mi memoria.
Hay cosas que dice Guillermo que me hacen mella. Me hacen pensar en dúos que ya no son dinámicos y me dejan con un signo de interrogación entre las cejas. Arribita, arribita.
Hablemos claro.
Él regresa y abre la boca, recita versiones con dos protagonistas y crée que el papel de nuevo me sentará bien. Aparece y me mira como lo hacía antes, y de alguna extraña manera remueve mis bases.
Porque querer de la manera en que lo quise, creó un lazo extraño entre nosotros. A pesar de todo lo que pasó, de lo que dije, de lo que dijo, de lo que pensamos. Muy en el fondo tenemos las ideas invertidas, y sabemos que nos queremos mucho. Comprendemos que alguna vez dejamos que se arruine la partitura y que hoy no hay forma de enmendar esa historia.
Y si dice que olvidar no es fácil, yo digo que reemplazar sensaciones y sentimientos es la salida más adecuada.
Porque hoy, él llega, pero lamentablemente yo ya no estoy. Y a lo mejor nunca estuve. Pero en fin, lo que ves es lo que queda. Y todas mis migajas le pertenecen a alguien más esta noche.
Las palabras que ellas decían eran mucho más que sabias. A una el enamorado le había dicho que ya no la quería, que el amor acaba y que entienda. Odiar genera dependencia y lo mejor para una mujer es ignorar; y la otra, a los 20, estaba desesperada por conseguirse un futuro, un camino para seguir en pie de lucha, algo que le proporcione constantes gratificaciones (al menos) cognitivas.
A un lado de la cama, detrás de los problemas, yo no sabía qué decir. Hay ocasiones en que no calibro respuestas y prefiero apartarme para no ser tachada de mala gente, porque un camino certero es la indiferencia, y ellas saben que en el fondo me interesan, que las quiero a muerte y que si en ocasiones simplemente me desenchufo del mundo, no lo hago necesariamente de ellas.
A pesar de eso, todo funcionaba bien, dijeron que no hay mal que dure 100 años, y yo pensé que existía la posibilidad de que el cuerpo aguante un castigo de ese tipo. Pero callada todo valía, todo giraba, todo funcionaba.
Porque Paula diciendo malas palabras en medio de un almuerzo hecho con sus propias manos, es una mala idea.
Y ellas comprendieron, no del todo bien, pero hicieron el esfuerzo. Después de 18, de 19 y 20 años, ya saben que vivir es morirse tanto. Pero de todas formas, ¿Quién demonios quiere ser eterno?
Ni Karla, ni Mariana, mucho menos Paula.
Today Alexandra y yo caminamos demasiadas horas, demasiado tiempo, muchísimo espacio y fue entretenido. A pesar del sol, de no tener carro, de estar muertas de calor y sed, decidimos que iba a ser una mañana mutua. Para ponernos al día y volver a ser amigas. Conversando de sus ganas de ir a la playa a atrapar color, hablando sobre mi fracaso con Mr. Perfect, comentando sobre la ciudad más fea del mundo que de nuevo y con 24° nos tenía bien atentas y diciéndonos que nos queremos como mierda. A pesar de todo.
Porque líos hemos tenido en cantidades exorbitantes, y después de mucho meditarlo, creo que lo mejor de querernos tanto es olvidar las contradicciones.
De regreso a mi casa, pensaba que he perdido y perderé a mucha gente que en realidad quiero, y deseo conservar. Pero hay cosas que ocurren y algunos acontecimientos no se los puede cambiar a causa de eso que llamamos “orgullo”, y de lo que padezco como una enfermedad terminal. Lo acepto. Sin embargo el esfuerzo que yo hago, el paso que yo doy, es porque pienso que merece la pena intentarlo y que conservar una voz en mi memoria no es suficiente para mantener el sentimiento de querer y sujetar a una persona que nunca quise perder. Como hoy con Alexandra. Como todos esos días en los que me comentaban por teléfono que faltaban pocas semanas para que regrese de Italia, y yo pensaba muy en el fondo que la extrañaba horrores, pero no quería decírselo a nadie. Hasta hoy. Porque el efecto de recuperar a alguien tan importante es lo que me tiene más que contenta y me proyecta en más a estar feliz como una lombriz.
Tengo miedo. Estuve pensando en cuál es el motivo para hacer lo que hago. Me siento tan inmensamente culpable de jugar a esto, y ahora no sé cómo hacer para que acabe. Cómo detenerlo. Me cuesta mucho decir la verdad, desde que era chica y de casualidad maté al pollito de mi hermano. Supongo que por eso me odió durante tanto tiempo. A lo mejor soy mala o una aprendriz de mala, que a la hora del sadismo simplemente advierte que lo que está haciendo es enteramente incorrecto.
Mi mamá solía decir que tengo la virtud de conseguir lo que quiero. Quisiera que sea falso. Quisiera no desear, ni retarme a conseguir nada que en el fondo no quiero tener. No debo tener.
¿Acaso la gente no entiende? Una chica como yo no puede ser demasiado buena. Menos perfecta.
Tampoco real. Porque cuando me miro al espejo reconozco que por más sonrisas que me lance, hay algo falso en mi mirada. Lo impuro no desaparece. Lo peor es que el resto ve lo que quiere ver. Y lo que yo entrego a pesar de ser un juego lleno de hipocresias y mentiras, les resulta demasiado perfecto.
Hay que matarla, definitivamente. Esta reina se tiene que morir. Ya no quiero seguirle haciendo daño a nadie.
Hace demasiados días escuché en clase de Teología
que dios reside en una área muy concreta del cerebro humano.
¿Qué pasaría si nos extirparan esa área a todos?
O mejor aún, qué sucedería si nos la extirparan a todos excepto a uno.
Sería tachado de demente.
Es curioso que lo único que diferencia a la locura de la religión es el número de seguidores.
Mmm, tantísimos días, tantísimas horas. Estoy cerebralmente muerta, y es que algunas cosas agotan. Sobre todo sentir y pensar al mismo tiempo. En algunas ocasiones a mi se me desenchufa el cerebro para darle paso al heart y nada más que a las palpitaciones. Grave. O peor, muy malo. Porque la lucidez es extraña cuando se quiere y se desea sólo con las entrañas. Lo que significa que es mejor meditar cada paso que se de. Aunque eso es para mi, harto difícil. Me cierro y me niego y no coordino con razón. Definitivamente hay cosas cerebrales que me enajenan y hoy fue un día en el que no quiero saber nada de nadie. Ni siquiera de mí. Ya me cansé de pensar y sentir. Necesito ser egoísta, no? Así rueda el mundo más rápido pero en contra de mis principios. Pero ya dije, no pienso ponerme a pensar en eso. Paso la página y siguiente renglón.