Yo dije eso. Que te quiero, y tú dijiste yo también.
¿Entonces?
Estaba tan triste, tan estupidamente idiota escondiéndome en mi cuarto para que nadie más me vea, para que tú no me veas, porque ir y tirar la primera piedra es difícil, y sé que dirás que antes ya he tirado 2 o 3 piedras, pero esta vez es diferente, contigo siempre será diferente, y esta vez creo sinceramente que es algo más que capricho, algo más que simple cariño y ganas de calatearte, tocarte y besarte. Algo más. Algo que se queda en puntos suspensivos. Porque hoy estuviste y estuve, 2 personas en un mismo lugar y sintiendo las mismas cosas. Pero mañana se nos viene encima y pronto me voy del país, me voy de lugar, me cambio de sitio y cuando regrese después de navidad, de año nuevo, de enero, cuando regrese a un febrero asquerosamente limeño, qué pasará, qué pasará, qué dirás, que sentirás. qué pensaré, qué mierda sentiré...
Y no debo pensar, porque ahora dijiste yo también, y lo único que sé es que nos queda tiempo suficiente hasta el 17 que termina san marcos, nos queda tiempo hasta el mismo segundo que la huevona bilingüe diga por los parlantes del aeropuerto que sale mi avión, nos queda tiempo.
Y no me debe importar nada más, si te olvidas, si me olvido, si se acaba en el espacio en que no estés conmigo, no importará, porque ya habrá valido la pena, 100% la pena, y nada más tiene que contar.
Por estos días, de examenes, de viernes con responsabilidades soy estupidamente feliz. Y te lo debo a ti.