Mi hermano se ve tan lindo y tan inocente cuando maneja y a su lado se sienta su papá. Nunca acelera más de 60 y conversa con el volumen de la radio muy bajo. Como quien tiene miedo a no pasar la prueba o a ser descartado de la lista de espera.
Ya deja de ser el todo poderoso y el sabelo todo, y se convierte en un niño de 11 años intercambiando secretos masculinos nada macabros. Se ríe, se ríe como nunca suele hacerlo y suspira cada cierto tiempo.
Dice que las cosas le están marchando bien, que se compró el departamento a muy buen precio y que la vida no le está resultando tan extraña como sus otros compañeros de promoción casados se lo habían vaticinado. Además escucha de boca de su papá que las cosas por allá donde está, le están yendo bien, que cuando quiera puede darse una vuelta y seguramente se le hincha mucho el pecho cuando presiente que le dirán que su padre y medio planeta estamos orgullosos del ser humano en el que se ha convertido con el paso de los años. Pregunta sobre inversiones, habla de política armamentista y decide un buen restaurante para cenar que nos termine de convencer a todos, a su papá, a nuestra mamá, a su esposa de porcelana, y a mi, su babeante hermana que no puede dejar de buscarle los ojos por el espejo retrovisor para sacarle la lengua y disfrutar de sus minutos de muchacho indefenso, de hombre completo y de hermano modelo.
Me ve, me río, se ríe. Y de pronto se da cuenta de por qué no quise irme en el otro carro, y me vine aquí atrás escuchándolo narrar con infantíl nostálgia todas esas historias que su papá no vió cuando no estuvo, y que yo me sé de memoria. Se percata del por qué lo adoro y del por qué lo seguiré queriendo con esta fuerza tan increible que me hace detestarlo a veces e imitarlo otro buen ciento de ocasiones. Me mira de nuevo y me saca la lengua, y me hace comprender también el por qué me retribuye los besos volados delante de tanta gente, el por qué me carga cada vez que me abraza, y el por qué le puso mi nombre a su primera hijita. Y sigue hablando de sus cosas de hombres, y yo me quedo atrás absorviéndolo todo, planteándome preguntas estúpidas para resolver más tarde en mi cama, y pensando que yo también querré algún día que uno de mis hijos se llame Francisco.
Puta que soy un asco de cursi.
Hermanos... sin ellos (y ellas) mi vida JAMÁS hubiese sido la misma... no sería mi vida, al menos no esta que disfruto con los vaivenes cual olejae de mar... No esta vida que me haces recordar con vocablos verdaderos.
Opinó :::.. konusPaula te ganaste la cuenta de gmail q ofrecia en mi blog, debe estar en tus correos no deseados porque hotmail pone alli las invitaciones a Gmail, asi que apurate y buscala.
Saludos
Carol
me haz hecho llorar con ese post :(
Opinó :::.. Carolja! ... yo he visto a konus y a sus hermanos en accion ... osea en el escenario de un karaoke (malpensados) ... y bueno ... siempre tuve lios profundos con mi hna pero ahora que vivo con ella la paso bien ...
Opinó :::.. cecicaa mi no me parecio cursi en ningun momento
:******************
Hola Paula. Me acerque a tu blog a travez de Carol (Ipso factum) soy un recien llegado a este tema pero gracias a gente como Carol voy avanzando. Tu blog es estupendo, muy bien escrito sobre todo.
Bien, creo que pasare a visitarte (si no es molestia).
roberto
ahora si, te digo, lindo, mostro, srta elocuente, me colmaste.
bises
j