Blah. No me soporto ni a mi misma a estas alturas del día. No sé por qué, tampoco quiero saber. Hoy tuve clases desde tempranito, 3 horas de mierda que no me pude quitar de encima porque ya he perdido demasiadas Prácticas Calificadas como para seguir jugándome el rol de irresponsable y poner en riesgo mi bien ganado promedio. Así que fui, con fiebre, con sueño, con todas las energías de baja y recordando que hoy no es un buen día para hacer realidad ninguno de mis sueños.
Vine en micro, para hacerla larga y pensar en todo lo que me está pasando.
Manejar a veces me pone de malas, y para un día nublado como hoy, mil veces prefiero el riesgo ajeno al propio.
Ideas van, ideas vienen, y Lima sigue siendo una ciudad demasiado grande para mi.
Es curioso, jamás me simpatizó, pero ahora que lo veo desde este punto de vista, pienso que no me gustaría pasar estos segundos en otro sitio que no sea mi sitio. O sea aquí. Encerrada bajo el mismo cielo gris, codeandome con la misma gente disímil que piensa que somos mejor de lo que en realidad somos, y también celebrando tontamente un partido de futbol que se convierte en la única excusa para pensar que sí se puede.
Ganó Perú, titulares en todos los kioskos. Y yo también me la creo. Porque si no hay nada nuevo para celebrar individualmente, siempre va a quedar el pueblo. Y que venga Venezuela, que venga LeuSemia, que venga quién quiera. Al menos yo, voy a estar en pie de guerra.

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