Esta mañana estaba Juan Cruz de invitado en No somos nadie, M80, Pablo Motos (no os digo ya el dial, que suficiente publicidad hago), presentando un libro nuevo que ha escrito, y con lo gansos que son normalmente estos seres se volvieron de repente de un cultural... cita viene, cita va... que rabia me dio, no por nada, porque tuve que irme a clase y no pude escucharlo.
Me gustaría compartir con vosotros una cita curiosa que dijo el interfecto, es de Rudyard Kippling:
Aquello que los demás no aprecian en vosotros, potenciadlo. Acaso seais vosotros mismos.
Interesante... va a ser que lo mio es la divulgación científica en plan tueste, ¿no, Veti?
Y hablando de citas y de autores, aunque no venga a cuento, el otro día leí algo acerca de Kafka (levantarse de la cama es el momento más peligroso del día, otra cita) que choca un poco con la idea que se tiene de él normalmente. Anecdota:
Iba el señor Kafka paseando por el parque cuando vio a una niña llorar desconsoladamente. Le preguntó por que lloraba y ella dijo que había perdido su muñeca. Kafka le dijo que no se había perdido, que se había ido de viaje, y que le había escrito una carta, él mismo se la traería al día siguiente. Esa noche escribió una larga carta para la niña a nombre de la muñeca y al dia siguiente se la entregó. La niña la leyó encantada. '¿Escribírá a menudo?' preguntó. 'Creo que sí, - contestó él - y te contará todo lo que le ocurra en el camino.' La muñeca, cual enanito viajero de Amelie, recorría país tras país viviendo las más maravillosas aventuras, que Kafka escribía cada noche y entregaba a la niña del parque cada mañana. Con el tiempo (semanas) la muñeca conoció a su príncipe azul, vivió un romance y se casó, formando su propia familia. En su última carta decía a la niña que era muy feliz y que tenía que dejar de escribirla porque debía dedicarse a su familia. La niña no solo lo entendió sino que estuvo encantada. Ya no echaba de menos su muñeca. Conocemos la historia por testimonios de kafka y sus allegados, pero aunque los estudiosos han buscado a la niña (sin nombre) y sus cartas como un tesoro, nunca ha aparecido. Seguramente no conservó las cartas, o no sabía quien era ese señor tan simpático que se las escribió, al fin y al cabo tenía siete u ocho años. Quizá, de haberse conservado, este podría haber sido el mejor cuento que Kafka escribió, o puede que no. Lo que es seguro es que, dado que no se conservó, ahora lo es. Meditamos adecuadamente las tenues reminiscencias de Big Fish.
Telón.
Escrito por Aranluc a las Mayo 26, 2004 01:49 PMSi en el fondo, Kafka era un dulce personaje ^^
Realmente la anécdota es muy bonita...
Escrito por Jamfris a las Mayo 27, 2004 01:04 AM