Mayo 06, 2004

El Castillo de Otranto, Horace Warpole

Y van cuatro post hoy, y ninguno escrito en el momento... ay...

Continuando con mi labor de arqueología literaria, esta vez le ha tocado el turno a la novela gótica con la obra que inauguró el género allá por 1764, ahí es nada, y que fue tan rara en su momento que el autor, para no ver comprometida su reputación de persona decente, se hizo pasar por editor del libro diciendo que lo había traducido del italiano original (ningún inglés bien educado duda de las barbaridades que es capaz de hacer un tipo mediterráneo, sólo tienen que acordarse del comportamiento que sus correctísimos compatriotas tienen cuando emigran a orillas de tan pernicioso mar...). El asunto canta por los cuatro costados, pero los lectores de la época eran muy ingenuos, y dado que la prensa del corazón no existía aun la privacidad era posible, así que coló. Curiosamente, cuando se convirtió en un fenómeno social y el éxito desbordó al autor hasta el punto de tener que reeditar el libro al cabo de un año (teniendo en cuenta que solo sabían leer cuatro gatos y sólo había librerías en las ciudades más importantes del país, la cosa tiene su mérito) Horace Warpole incluyó en su segunda edición otro prólogo, además de la farsa de la traducción del primero, donde explicaba que el libro era suyo y pierde el tiempo en justificar la razón por la que temió en un primer momento confesarlo, entre otras cosas. Luego comentaré alguna, cuando venga a cuento.

Supongo que quereis que os diga, si por casualidad os topais con este título, si merece la pena comprarlo o meramente leerlo. Lo primero, sólo si uno es fanático del género. Lo segundo si. Es interesante, entretenido, aunque tiene un regusto añejo bastante desconcertante por el contraste. A ver, es una novela gótica, así que hay atmósferas opresivas, pasiones descontroladas, muertos que se pasean y cosas raras acechando en la oscuridad, y al mismo tiempo hay heroes y heroinas estereotipados, malos de opereta, malentendidos constantes, las escenas se atropellan unas a otras a toda velocidad como en una obra de Lope de Vega interpretada por el grupo de teatro aficionado de mi pueblo, y para colmo está la mega-figura estelar del teatro del siglo de oro, el criado gilipollas. Y aquí está aquello por lo que se excusaba Warpole en su época, citando a Moliere y escudándose en Shakespeare para justificarlo. Si el bardo lo hizo... Habría que explicarle al señor Warpole que el bardo, y casi cualquier autor teatral, incluían alguna chorrada en la escena, incluso en sus dramas más dramáticos, para que el día del estreno los ‘mosqueteros’ como se llamaban aquí en españa, es decir, los paletos de pueblo que en fin de semana se vestían de caballeros a ver si se comían un rosco en el teatro, se echaran unas risas de vez en cuando y no empezaran a tirar cosas a los actores. Para un autor teatral, que no te corran a gorrazos es importante. Horace Warpole no se dirigía al mismo tipo de público, y por tanto lo de los criados imbéciles rompiendo el climax y entorpeciendo la acción es una especie de homenaje cutre.

A pesar de lo que diga la gente, los comienzos suelen ser torpes, y este no es la excepción. Los bebés tienen que tener ya unos meses para ser adorables bolitas sonrosadas, porque con días, u horas, lo que son es masillas fetales llenas de venillas, que así, en frío, acojonan más que el Octavo Pasajero, sobre todo si son el Tercer Pasajero y los recientes padres todavía están empezando a asimilarlo. En fin, que me lío. La novela tiene su punto arqueológico y su interés, pero a un lector del siglo veinte, curadísimo de espanto, hace falta un poco más de pericia para darle miedo. Será porque la tele nos ha quitado la imaginación, o porque nos la ha ampliado, pero yo leo 'capilla semiderruida' y 'oscuro corredor' y me quedo como si nada. Hombre, estar ahi ya sería otra historia...

Pero que la crítica no os llame a error, los defectos de la obra salen todos del paso del tiempo por ella, no de su calidad. No es el quijote, pero tampoco está tan mal. Me gustaría saber que tal aguantarían algunas novelas contemporaneas el paso de dos siglos y medio...


Escrito por Aranluc a las Mayo 6, 2004 12:34 PM
Comentarios

Creo que fué en 1º de BUP que la profe nos dio a elegir entre un par de títulos, y yo escogí ese mismo, el Castillo de Otranto. De eso hace como que muchísimos años, unos 12. Desde donde estoy sentada puedo ver en la estantería el libro. Si tengo que ser sincera, ahora mismo tengo un vago recuerdo de la historia. Creo que lo releeré cuando termine el que tengo entre manos, gracias por recordarmelo. Ciao.

Escrito por itaca a las Mayo 6, 2004 02:12 PM
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