Una vez me di cuenta de que mientras dormía, o mientras intentaba dormir, en el espacio que dejaba libre en mi cama, fuese cual fuese mi postura, se dibujaba tu silueta, cual sombra chinesca, entre mis sábanas.
Hoy ya no estás en ellas. Y no porque cuando te dije aquello fuese mentira. Sino porque hoy duermo de otra manera muy distinta. Hoy sigo durmiendo solo, pero ya no te dibujas. La luna todo lo inunda, y no permite sombras para tu refugio.
El pasado era más bonito, era más romántico, era más poético. El presente es más realista y doloroso, pero lo prefiero así. Lo prefiero ante todo.
Lo prefiero por ser yo, y por saber de mí. Me he echado de menos, y no me pienso volver a perderme.
Aunque el hecho de preferir lo uno o lo otro, no es ya ni cuestionable, porque no son opciones. Sólo es pasado y futuro.
Tú eres pasado ocurrido, que siempre debió ocurrir. Yo soy presente indeciso, con un futuro por venir.
El futuro a convenir, el pasado novelesco. El presente yo, sin más, pero con tanto como antes.
En mi cama no queda nada, mi luna todo lo oculta, el resto lo pongo en las hojas.
Le doy las gracias, y se sonroja.
Sin embargo te recuerdo, no sé si porque quiero. A fin de cuentas de qué serviría olvidarlo, sólo podría tropezar de nuevo. Aunque lo nuestro no fue un tropiezo, fue amor, confianza y tiempo. Como estas tres cosas se acaban… pues se terminó lo nuestro.
Pero ahora tengo tiempo nuevo. Tiempo que veo y que leo. Tiempo que escucho y observo. Tiempo en el que no te vivo ni te siento, pero te recuerdo.
Tengo otro tipo de tiempo, otro tipo de confianza, otro amor distinto. Los mismos recuerdos eternos, que ya no volverán, porque nunca se fueron.
He perdido muchas cosas, entre ellas tus caricias, tus sonrisas y tus sentimientos. Pero las llevo dentro, con el tiempo, con las fotos, con los dibujos y con los paseos. En mis adentros. En mis recuerdos te recuerdo, y de ti me acuerdo. No mucho, de acuerdo, pero lo que necesito al menos.
Esto sólo es un momento, de los muchos en los que pienso, y como en tus ojos me reflejo, quise reflejar todo esto. Para que tus ojos lo lean. Se lo envuelvan para regalo, o se lo lleven puesto. Es lo mismo. Distinto dibujo artístico, el mismo frío cuando me acuesto. Distinta manta que me arropa, distinta herida que me asesto. La misma mirada al cielo, y los mismos pies en el suelo. Pero diferentes recuerdos, para un mismo anhelo. Un último beso, con el que recuerde el resto, que el tiempo me roba por momentos, y que por tantos desacuerdos, ya ni el estar cuerdo me conforma entero, y la forma poética, me reprime de hacerlo. De decirte y pensarte, mientras ni te tengo ni te veo.
Un beso por el cielo, que nadando llegue, mientras camino y lo veo, y lo persigo como un sueño, que jamás se cumple, pero que deseo, como un anhelo muerto.
Él pasea y observa a la gente que se cruza, mientras se imagina sus vidas, y se las escribe en un cuaderno. Para explicarle a alguien un día, que cada vida del universo, fue un beso que nunca se dio, y que ahora vaga por los adentros de otro espíritu solitario, perdido en este desierto.
Por eso hoy ha nacido un alma, en algún rincón del lienzo, que irá detrás de nuestro beso. Beso que nunca nos daremos, como sentido de su vida, mientras viva sin saberlo.
Hasta el día que nos lo demos, y en el que morirá por dentro, y fuera todos le amarán, por lo que hayamos descubierto.
El sentido de la vida, un beso eterno, perdido, entre los vientos del cielo.
Taciturno piensa demasiado
Escrito por taciturno a las Mayo 14, 2004 01:19 AM