Camino, hace frío, o se deshace el calor, mientras pienso en tus abrazos, en tus labios, y en los líos de tu pasión, camino y lo noto, casi tiritando, mientras la niebla cae al suelo o mi ciudad se eleva al cielo, quién sabe. Es mi incógnito.
Paz interior personal en armonía con la bacanal exterior mundial, mi oscuridad, mi silencio, y mi frío. Ajena a tu ruido, tu luz, y tu calor. Mi miedo compulsivo a tener miedo, y mi seguridad de tenerlo, en el peor de los momentos, porque soy sincero, y a veces correcto, y otras un insecto que peca de bueno… Soy incrédulo cuando predigo lo que pasó, y olvido lo que pasará, si te digo una vez más que te quiero y te odio como a las demás, que vienen y van, como un vagón de metro oxidado por el tiempo.
He pasado por delante de parejas despidiéndose, y comiéndose a besos. Un lugar de despedidas del que fuimos despedidos por no tener más besos que darnos ni saber donde iban los besos que no nos dimos, y hoy lloramos, juntos o separados. ¿Acaso importa? Sabes que no, y que nadie nos preguntó, y que la persona que surgió con nuestro amor fue atropellada, y se arrastró como pudo hacia el arcén donde murió de frío y de miedo. Y hoy es frío y miedo lo que siento, por no tenerte cerca después de tanto tiempo viendo como te alejas, de mi vida y mis recuerdos, sin poder hacer más que pensar en los sentimientos que hubo y ya no hay, pero de los cuales algo queda, las miradas y las escenas de abrazos interminables por lo pasillos laberínticos de ruinas impenetrables… soledad compartida.
Nos despidieron del paraíso, y perdimos el camino de regreso y las excusas y lamentos para que nos admitieran de nuevo, y hoy perdidos en el tiempo, nos miramos aturdidos por no entender los sentimientos que un día fueron y ahora no son, y que el latido de un corazón ya no registra en sus sueños.
Ahora esquivo los lugares en los que nos besamos, y siento que no puedo cruzar por ningún lado. Mire donde mire recuerdo, y duele. Me siento arrinconado en las esquinas por cuerpos como los nuestros declarándose cariños e ignorando todo lo que les rodea, abstraídos en un mundo que parecía no acabar nunca… que ilusos fuimos. Ahora siento que las palabras que recito perdieron el aliento hace tiempo y que por mucho que te olvide siempre quedará un recuerdo, bueno y pequeño. Sólo es aquello que un día provocó la felicidad en mi gesto, y que hoy en sonrisas y lamentos ve sus desconciertos, porque de nada sirve convertir en tormento lo que hace meses que no llueve y ya está casi desierto. Creo que debo estar contento, por lo que supuso el tiempo a lado de alguien que no quería que pasaran los momentos, ni los instantes. La que adornó las paredes de mi vida con sus cuadros y dejó libros llenos de historias apilados en mis estantes. Hoy te escribo de nuevo, sin nada que decirte porque no sé si te quiero, pero sé que el recuerdo permanecerá latente en el esfuerzo de congelarse escrito en algún rincón del lienzo, que por un lado se rompe y por el otro parece estar nuevo, que por un lado te grita, y por el otro susurra silencio.
Taciturno se acuesta solo, taciturnas le observan...
Escrito por taciturno a las Abril 1, 2004 03:41 AM