Este encantador texto fue publicado en "Housekeeping Monthly", el 13 de Mayo de 1955. La traducción es mía y apresurada.
- Ten la cena lista. Planea con antelación, incluso la noche anterior, para así tener siempre una cena deliciosa lista y a tiempo para su regreso. Es tu manera de hacerle saber lo mucho que piensas en él y en sus necesidades. Los hombres suelen estar hambrientos cuando llegan a casa, y una buena cena (especialmente sus platos favoritos) le harán sentirse adecuadamente recibidos.
- Arréglate. Tomate 15 minutos de descanso para así estar fresca cuando él llegue. Retócate el maquillaje, ponte un lazo en el pelo y luce descansada. Ya ha visto suficiente gente cansada en el trabajo.
- Se alegre e interesante por él. Su aburrido día necesita alegrías y es uno de tus deberes proporcionárselas.
- Limpia el desorden. Recorre por ultima vez la casa justo antes de que tu marido llegue.
- Recoge los libros del colegio, los juguetes, papeles, etc. Y luego pasa el paño por las mesas.
-En los meses mas fríos del año, deberías preparar y encender un buen fuego en la chimenea para que se relaje. Tu esposo sentirá que ha llegado a un refugio de paz y orden, y hacerlo te dará una satisfacción a ti también. Después de todo, cuidar de su comodidad te procurara una inmensa satisfacción personal.
- Prepara a los niños. Tomate unos minutos para lavarles la cara y las manos (si son pequeños), péinales, y si es necesario, cámbiales de ropa. Son pequeños tesoros y a él le gustara que estén a la altura de ese papel. Minimiza todo ruido. Para cuando llegue, elimina el ruido de la lavadora, la secadora o el aspirador. Intenta animar a los niños para que mantengan silencio.
- Muéstrate feliz de verle.
- Recíbele con una cálida sonrisa y muéstrate sincera en tu animo de agradarle.
- Escúchale. Puedes tener una docena de cosas importantes que decirle, pero el momento de su llegada no es el indicado. Déjale hablar primero; recuerda, sus temas de conversación son más importantes que los tuyos.
- Haz que la noche sea suya. Nunca te quejes si viene tarde a casa o se va fuera a cenar, o a cualquier lugar de entretenimiento sin ti. En lugar de eso, trata de entender su mundo de presión y stress, así como su muy real necesidad de estar en casa y relajarse.
- Tu objetivo: tratar de lograr que tu casa sea un lugar de paz, orden y tranquilidad donde tu esposo pueda renovarse en cuerpo y espíritu.
- No le recibas con quejas y problemas.
- No te quejes si vuelve a casa tarde para la cena o incluso si se queda fuera toda la noche. Tómalo como algo menor comparado con lo que el haya podido pasar durante la jornada.
- Haz que se sienta cómodo. Que se recueste en una butaca cómoda o se tumbe en el dormitorio. Ten una bebida, fría o caliente, lista para él.
- Mulle su almohada y ofrécete a quitarle los zapatos. Habla en una voz suave y agradable.
- No le hagas preguntas sobre sus acciones ni cuestiones sus decisiones o integridad. Recuerda, él es el Amo de la casa y como tal siempre ejercerá su voluntad con justicia y honestidad. No tienes derecho a cuestionarle.
- Una buena esposa siempre sabe cual es su sitio.
¿Y si tu marido es miembro del partido comunista americano?
Somófrates ha osado. 21 de Septiembre 2004 a las 03:15 PMMe cago en todas estas cosas!!!
K-c ha osado. 21 de Septiembre 2004 a las 05:05 PMy eso que no has visto el Manual de la buena Ama de Casa de Falange.
ji ji ji.
Oh, qué decepción... hojeé el manual de Falange que cita Towsend y me pareció, al menos, original (porque lo de "ofrécete a quitarle los zapatos" no se le ocurre a todo el mundo, eh?), pero veo que ni siquiera en eso se salva... ¡Tendré que dejar de votarlos!
Jarry ha osado. 22 de Septiembre 2004 a las 05:25 PM