Martes 11 de octubre de 2005
Viajo hacia Madrid. En el avión me siento en una fila de tres asientos yo solo, el sueño de un asocial (y además puedo estirar las piernas). Llego a Barajas y estoy muy perro para coger el metro así que voy en taxi hasta el hotel de Chamartín. Me lleva el taxista menos hablador del mundo: no me dirige la palabra.
Llego al hotel y al poner la tele sale el nuevo videoclip de Franz Ferdinand. Me tumbo un rato y fumo un par de cigarros y luego voy a buscar a t. a la facultad. Me equivoco de parada de metro y al final es ella que me viene a buscar a mí. Comemos en un sitio cuyo nombre no recuerdo.
Para el concierto de Stereophonics hay una cola enorme y un cartel de entradas agotadas. Tengo un sinvivir en el cuerpo que no se me va hasta que las entradas que tengo que recoger en taquilla están en mis manos. El concierto mola; Kelly Jones aparece con gafas de sol y chupa de cuerpo (que le duran dos o tres canciones) mientras suena Superman. Lástima que no sepa, o no quiera, conectar con el público de otra forma que no sea vacilando. Los punteos con la guitarra en vertical se repiten varias veces. Hay un momento en el que algo de la bateria se jode y tras unos momentos de parón Kelly Jones canta, únicamente con la compañía de su Fender, Maybe Tomorrow (creo que no esta preparado porque al bajista no le da tiempo de salir del escenario y se queda arrinconado). ¿Más anécdotas? Antes de un estribilllo de Bartender and the Thief Jones canta “The Ace of spades, the Ace of spades” seguramente sin otro motivo que no sea porque le sale de ahí. Uno de los mejores momentos llega cuando tocan Deadhead, hasta el grupo se queda asombrado de la respuesta del público. Faltan canciones (lo dice alguien a quien le gustan prácticamente todas las putas canciones de todos los putos discos de Stereophonics), y tal vez sobran Why y Traffic (que no es lo que más apetece escuchar en el tramo final). Acaban con Dakota.
Detalle curioso: cuando acaba el concierto t. y yo nos cruzamos con una mujer de la limpieza que lleva una camiseta que dice “Quiero un hijo gay”. Eso es una madre moderna.
Miércoles 12 de octubre de 2005
El avión hacia Londres sale con más de una hora de retraso. Durante el tiempo de espera me entran serias tentaciones de que quedarme en tierra, pero pienso “vaya mierda de post iba a escribir entonces”.
Durante el vuelo se me ocurren varias preguntas:
- ¿Por qué los uniformes de las azafatas de EasyJet son tan feos?
- ¿Por qué las azafatas de EasyJet son tan poco atractivas?
- ¿Por qué hay, además, tantos hombres trabajando de azafatos en EasyJet?
- ¿Por qué me ponen un vaso hasta arriba de café y tres dedales de leche?
Además se me ocurren algunas sugerencias para que las/los azafatas/os amenicen el vuelo:
- Que organicen un bingo y desde el telefonillo ese que tienen canten los números.
- Que cuenten chistes sobre ingleses.
- Que interpreten Hamlet.
- Que inflen balones de playa y los pasajeros los vayamos pasando con la mano.
- Que organicen competiciones de Break-Dance por el pasillo.
Aterrizo en Gatwick, que parece un aeropuerto desierto. No hay casi nadie salvo los de mi vuelo. Voy hasta la estación de tren y pregunto qué hacer par coger el metro hacia Whalthamstow. La chica de información no se entera debido a que me cuesta tanto pronunciarlo bien como a ella pronunciar Guadalajara o Villanueva de la Cañada. Al final nos entendemos.
Al salir de la estación de King’s Cross (había mirado mal mis apuntes para llegar al hostal) llueve mucho. Y cuanto más camino, más llueve. Me pongo nervioso y no sé hacia dónde he de ir, así que me subo a un taxi y le digo la calle. El taxista parece simpático y hablamos un poco del tiempo, cómo no. Mas tarde me daré cuenta de que es un hijoputa timador porque el hostal está a cinco minutos de la estación y en su taxi damos una vuelta bestial y tardamos al menos un cuarto de hora.
El hostal lo llevan unos hippies que intentan tapar con buen rollo las severas deficiencias de sus servicios. Es un edificio viejo y grande con un millón de pasillos por los que me pierdo. Comparto habitación con siete personas más y me ha tocado una litera de arriba a la que casi no puedo subir porque la mitad de mi escalera la tapa otra puta litera. Además apenas quepo en la cama. En el lavabo un cartel pide que se tire de la cadena al menos tres veces debido a la poca cantidad de agua que sale de la cisterna. Tiro cinco veces y mis residuos liquidos siguen visibles. Me digo a mi mismo “que les den”.
Tras dar unas vueltas por el barrio entro en un bar que se llama “The Water Rats”. Pido una Guiness. Hay una banda ensayando al fondo, en un escenario. El camarero me pregunta si estoy en alguno de los grupos que tocan hoy y pienso en decirle que si para aprovechar la más que segura barra libre, pero está claro que me desenmascarían en seguida. Más tarde coincido en uno de los viejos sofás con uno de los grupos que van a tocar y son unos clones de Brian Molko y me hace gracia estar a su lado escribiendo esto sobre ellos en mi cuaderno sin que se den cuenta. El bar cierra a las diez, me dice el camarero. Es normal que los ingleses adoren Lloret. Me vuelvo al hotel.
de verdad que te costó subir a la cama con tus casi dos metros de altura? seguro que con un pequeño impulso de brazos no podias subir?.
Si los residuos liquidos costaban de ser engullidos imaginate los solidos.