Destrucción masiva

I want to hold your hand

Esta tarde he ido a visitar a mi familia, que, aunque no viven muy lejos de mí, he tenido algo descuidada desde navidades. Tras ir a casa de mis abuelos y recibir las adulaciones de mi abuela y los sabios conejos de mi abuelo (estuvo en la guerra, prefiero no decir en qué bando porque le quiero demasiado), he ido a casa de mis tíos.

Allí, me he encontrado con una sorpresa. El pequeño de la familia, mi primo y ahijado de diez años, tenía a una amiguita en casa: una niña de su clase de la que se ha enamorado. Qué voy a decir, se me ha ablandado el corazón. Mi ahijado ha sido desde siempre el niño más dulce del mundo, y quizás quien más veces me haya dicho que me quiere. Es un pillo y sabe que con la frase “Eres mi héroe” consigue lo que sea de mí. Yo le he visto crecer, le he cambiado los pañales, le he dado el biberón, he jugado con él a todo tipo de juegos, le he defendido ante abusones en el colegio, le he llevado al cine a ver Spiderman (aún no le gusta Ingmar Bergman, pero todo se andará), teniéndole siempre a medio camino entre mi hermano pequeño y mi propio hijo. Y ahora le veo mirando tímidamente a una niña a la que desea coger de la mano. Por cierto, la niña es de lo más mona y simpática, con una melena rizada y una sonrisa de anuncio. Mi pequeño tiene buen gusto.

Me duele que se haga mayor, porque para mí es mi niño, pero me ha hecho ilusión verle con su primera novieta. Es muy probable que dentro de unas semanas ya ni se dirijan la palabra, así son los niños……bueno, y los no tan niños. Pero ante algo así, ante un primer amor, uno no puede sino sonreír y pensar que el mundo no es tan horrible. ¿Destrucción? Dejémoslo para otro momento, mi pequeñajo está enamorado.