Soy por lo que siento, no por lo que aparento
Hace algunos días soñé la imagen de una princesa lánguida y sufrida, estaba en cuclillas sobre una vacenilla del "intrépido volador", de entre sus piernas salía un liquido café amoratado, aullaba del dolor y las lagrimas que salían de sus ojos se convertían en canicas de vidrio molido justo antes de tocar el suelo.
Esperaba, esperaba, esperaba.
De pronto, de un solo golpe cayeron dentro de la infantil vacenilla tres perros de color negro, perros enmascarados y ruidosos que se aferraban a su pubis como si la muerte viniese en camino, como si la muerte viniese tras ellos.
Luego, el cielo se tornaba gris y soplaba un viento que casi calaba los huesos.
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