Deportivas que no servirían para hacer deporte, engendros a modo de zapatos cuyo diseño sólo podría haber salido tras un largo debate filosófico aderezado con Ballantines y algún porro o, mismamente, de la pesadilla de cualquier chica de metro setenta y 40/41 de pie que siempre preferirá vaqueros, zapatillas y camiseta a la que no le falte una manga a todo lo que hay ahora en las tiendas.
He sucumbido. Actuando contra mis principios, no así mis deseos, me he comprado unos tenis de esos raros de ahora que, haciendo honor a la verdad, he de decir que son horribles, pero a mi me gustan. Eso sí, luego me he comprado un bolso que vayan bien con ellos y un cinturón para otro bolso que me compré hace días. Y es que no se puede pretender que una salga de una depresión de años de un día para otro, sin estar adecuadamente equipada. ¿Será éste el inequívoco indicio de que aún me veré con los horripilantes zapatos de punta que simulan unas deportivas pero se abrochan con cremallera? Antes muerta que sencilla, arreglá pero informal, y todo lo que ustedes quieran, pero habría que renovar la plantilla de diseñadores de los zara, bershka, mango y demás. Eso, o pedir que nos vuelvan a implantar lo que nos quitaron cuando la lobotomía, entre la operación de aumento de pecho y limpieza bucal.
Escrito por lorayk el 4 de Abril a las 11:35 PM