Eran los tiempos de Franco, y el día 18 de julio (aniversario del glorioso Alzamiento Nacional) era festivo. Aquel año resultaba caer un viernes, y el médico quería disfrutar del largo fin de semana por delante. Mi madre ya había salido de días, no había ningún riesgo, así que el médico mandó ponerle el goteo para provocar el parto y poder irse a su casa. Y ahí naci yo.
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Cuando era pequeño, en el colegio, las personas que cumplían años traían caramelos a clase y la profesora lo hacía estar de pie delante de todos en la pizarra mientras todos cantábamos el "cumpleaños feliz". Era una forma de ser protagonista y el centro de atención por un día. Mi cumpleaños caía en el verano, así que nunca me tocó vivir ese día especial.
En mis fiestas de cumpleaños se reunían los parientes, todos adultos y mis dos primos, dos y tres años menores que yo. Siendo niño esas son diferencias de edad abismales. Para mí eran un incordio, siempre viniendo a casa a desorganizar mis juguetes y poner mis cosas patas arriba. Nunca tuve amigos, así que en la práctica el día de mi cumpleaños estaba solo. La fiesta era en mi honor, pero yo no me sentía parte de ella.
Las últimas veces que mis padres organizaron una fiesta para mí, costó que la gente se animara a cantar el "cumpleaños feliz". Yo sentía incluso que estaba fuera de lugar, como si aquella reunión familiar no tuviera nada que ver conmigo.
Para mí era un día horrible, más allá de lo solo que me sintiera en mi propia fiesta. Me decía a mí mismo cosas como "bueno, un año menos para morirme". Un día, allá por los doce años, le pedí a mi madre que dejara de organizar la fiesta.
Cuando tenía dieciséis años formaba parte de un grupo de jóvenes en la parroquia local (por aquel entonces era católico practicante). Yo era el típico miembro animoso del grupo que se sabía de memoria el día del cumpleaños de casi todos
Cuando se acercaba el cumpleaños de alguno de los "guays" se organizaba una colecta de dinero para comprarle un regalo o se organizaba una fiesta. Te sentías obligado a dar una cantidad, normalmente nada baja para mis limitadas posibilidades de entonces (mi padre me daba el equivalente a 6 euros a la semana). Cuando llegaba el día de mi cumpleaños, sobra decir que nunca a nadie se le ocurrió organizar nada en mi honor. Jamás recibí un regalo de nadie. Al fin y al cabo casi nadie se acordaba de cuándo era mi cumpleaños.
Pasaron los años y el día de mi cumpleaños era una fecha en la que desaparecer. Recibía una tarta de regalo de mi vecina, dinero de mis abuelas y mi tía y regalos de mi familia. Los regalos siempre eran alguna prenda de ropa, de esas que mi padre consideraba que "me hacía falta". Yo siempre pensaba que si necesitaba aquellos calzoncillos o aquellos calcetines, me los comprara un día cualquiera y en paz.
Desaparecía por evitar quedarme en casa viendo pasar el tiempo y quedarme con cara de gilipollas porque nadie se había acordado de mí. A veces, al desaparecer y llegar a casa tenía la sensación de ser un bruto poco sociable. Quizás alguien con la mejor intención del mundo quería felicitarme, y yo simplemente rehuía el estar disponible para los demás.
Entonces llegaba a casa por la noche después de haber pasado la mayor parte del día ilocalizable y mi madre me despejaba de dudas: "Te llamó tu tía y tu abuela".
Los últimos años sólo puedo decir que en el mejor de los casos conseguí que un día así me dejara totalmente indiferente.
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Ahora contemplo mi edad. Me acerco a los treinta. Dejé atrás mi casa y mi familia, dejé mi pequeña ciudad y me vine a vivir a Madrid. Terminé un curso de posgrado (después de haber empezado a estudiar en la universidad con 24 años) y sólo pienso en todas las cosas que quiero hacer y que me quedan por vivir. A mi alrededor la gente de mi edad se casa, busca una vivienda en propiedad y un trabajo estable para el resto de su vida. Y yo siento que estoy empezando todo de nuevo. Los años que marca el calendario no significan nada.
Escrito por Lobo a las Julio 17, 2004 12:00 PMFelicidades!!!!!!! Olvídate de todo lo que se supone tiene que haber hecho una persona para cada edad y sólo preocupate de una cosa:
SE FELIZ!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Felicidades. Tienes razón, la edad de una persona no es la que le amrca el DNI, sino la que sienta en ese momento.
Escrito por anais a las Julio 17, 2004 06:13 PMFelicidades! Ten en cuenta que la edad es un mero sistema métrico sin ningun sentido real más que la comparativa... y comparar no esta bien ;).
Escrito por Träne a las Julio 17, 2004 11:09 PMF E L I C I D A D E S !!!!
No podemos estar comparandonos con lo que se supone que uno tendría que tener con la edad que tiene. Vive, siente, encuentrate ... y olvidate de lo demás.