El Lobo Estepario

Y sin embargo

Podría hacer una lista larga de las cosas que me han dicho en el último mes. Según R. sufro un complejo de superioridad que no es más que un reflejo de mi escasa autoestima. Autoestima que siendo escasa, según ella sólo baso en mis méritos académicos y mis capacidades intelectuales. Según M., mis bromas sobre cómo las chicas eligen siempre a otras en mi lugar, normalmente cenutrios en los que luegon echan en falta cualidades que dicen yo tengo, esconden la amargura y resentimiento de no comerme un rosco. V. me preguntaba el otro día sorprendida "¿pero qué lugar le dejas en tus planes a la vida sentimental?".

Si los hombres se creen por naturaleza expertos en fútbol, y cualquier macho ibérico se siente capaz de sustituir a Iñaki Sáez, las mujeres se creen que son unas psicólogas innatas. No hay quien no te quiera buscar un trauma o una frustación oculta. O mejor aún, quien no quiera solucionarte la vida de forma radical y de una vez por todas.

No sé qué imagen estoy dando últimamente, pero no me reconozco en esa imagen esperpéntica que todas esas amigas y conocidas tienen de mí. No sé si es porque al compartir mis preocupaciones no dejo claro que estoy mostrando nada más que el lado negativo de lo que hay en mi cabeza, y que de lo bueno no hablo. De lo bueno uno no siente la necesidad de desahogarse. Las cosas buenas se comparten. Pero cuando hablo de ello creo que la gente no parece entenderlo. Cuando conté aquí la propuesta del director de mi máster de que Mary Kaldor me dirigiera la tesis doctoral tendría que haber explicado con más detalle quién es ella.

Tengo propuestas de trabajo aquí y allá, que están por concretarse. Y de confirmarse signifcaría que las cosas en mi vida empezarían a rodar en una buena dirección. Y ahora mismo sólo me quedan un par de escollos por salvar, para sentirme liberado de la carga que traje a mis espaldas cuando llegué a Madrid.

...

El sábado salí a caminar por el centro y visitar la FNAC. Cogí varios libros y me senté en ese espacio con una pequeña grada donde puedes escuchar música. Me leí "Círculos", de la serie de Usagi Yojimbo de Stan Sakai, y ojeé un par de libros de diseño web. Luego fui a Gran Vía, buscando una heladería. Me sentí en la escalera del lugar, a hojera una revista mientras me zampaba una montaña de tres bolas de fresa, coco y tutti frutti. Y luego, mientras volví a la Plaza de Santa Cruz, para cerca de allí coger el autobús de vuelta a casa, sentí la satisfacción de sentirme libre y vivo. Hoy en Madrid. Y mañana en otro sitio, lejos. Vivir para mí es comer un vaso de helado con tres bolas en la Gran Vía de Madrid, compartir un cucurucho de fresas en el mercado del puerto de Helsinki, dejarme la boca insensible por culpa del picante de un dönner kebbap en Colonia, beber cerveza de cerezas en Bruselas, charlar horas sentado en el suelo de una tetería de Bratislava, callejear por pasadizos angostos en Venecia y ver amenecer desde la montaña más alta de España

Tengo un trabajo de mierda. Pero sé que es temporal. Saldré de esta, como he salido de tantas. Ahora valoraré mucho más lo que la vida tenga que ofrecerme, el día que encuentre un trabajo en una O.N.G. o un puesto de becario de investigación en la Universidad. De aquí a los próximos años, cuando desfallezca sólo tendré que recordar este verano para dejar de quejarme. Para saber a lo que no quiero volver. Para agradecer el poder luchar por aquello en lo que creo.

Y estoy solo. No podía ser de otra forma. Sé que algunas cosas en esta vida no me saldrían gratis. Pero todavía tengo el reto de aprender a vivir conmigo mismo, a que mi vida sea lo que yo quiero. Hasta que llegue ese momento, ¿qué sentido tendría compartirla?

Así que no me entierren, que sigo vivo.

Escrito por Lobo a las Junio 28, 2004 05:56 AM