Hoy almorcé en un restaurante vegetariano con M. Está de paso por Madrid, después de unos meses en Dublín. Tan pronto acabó la diplomatura de Trabajo Social el pasado febrero se marchó de nuestra ciudad.
Ella es todo un personaje: Anarco-feminista radical, bisexual y vegetariana. La conocí en el tercer año de carrera. Nuestras discusiones eran un choque de trenes. Nuestras visiones políticas de la vida eran antitéticas. Cada uno se dedicaba a analizar psicológicamente al otro, buscando las raíces de su discurso. Si para mí ella era una neurótica esquizofrénica, para ella yo era un amargado resentido. Una vez nos echaron de la delegación de alumnos por nuestros gritos. Discutíamos las implicaciones políticas del sadomasoquismo.
Cada vez que nos encontrábamos podíamos pasar horas hablando. Pero a ella nunca se le ocurrió proponerme quedar un día y hablar. Una noche coincidimos en un bar. Cada uno iba con un grupo de personas. El bar cerró, y nosotros seguíamos dentro discutiendo mientras recogíamos nuestras cosas. Cuando salimos nuestros amigos nos esperaban, cada grupo a un lado de la puerta. Nos despedimos, y me fui con mis compañeros de facultad a coger el coche. Tan pronto estuvimos a solas todos estallaron en carcajadas. Todos insistían en que había una elevada tensión sexual entre los dos. La gente ignoraba que que según ella, yo como hombre, albergaba la secreta fantasía de violarla. El día que nos despedimos antes de mi marcha a Madrid me dio un abrazo tibio. Los calurosos y tiernos los reservaba para las mujeres, porque los hombres sólo entendíamos el afecto con las mujeres en un sentido.
El último año de carrera, cada vez que discutíamos por largo tiempo, ella se daba cuenta que por muy diferente que opináramos nos sentíamos igual de solos y aislados en la facultad. Y que por diferente que fueran nuestras visiones del mundo, al menos manejábamos las mismas categorías conceptuales y entendíamos el punto de vista del otro.
Mi hermana me dio su teléfono móvil viejo cuando me vine a buscar piso a Madrid. Le mandé a M. un mensaje al llegar a casa, después de encontrar piso y volver para terminar de arreglar papeles y hacer la mudanza definitiva. Una tarde, recibí un mensaje suyo. Me proponía quedar, para despedirse de mí y de paso entregarme dos regalos que tenía para mí. Después de dos años, justo cuando me iba, dio el paso de convertirnos en amigos.
Hoy al terminar de comer, sentíamos que podíamos haber seguido hablando y hablando. Me contó que se había enamorado de un chico en Dublín. "Tus ideas sobre los hombres me parecían totalmente equivocadas y obtusas-Le dije. Pero en tu error, al menos te respetaba porque eras coherente contigo misma. ¡Me has decepcionado!". Nos reímos bastante. Gracias a su pareja ha comprendido al fin, que el machismo es una losa para muchos hombres que no estamos dispuestos a encajar en el arquetipo de machote.
Nos saludamos con un abrazo. Y nos despedimos con el deseo de vernos antes de que se vaya de Madrid.
En medio de esta guerra, la persona que tenía en la trinchera de enfrente resultó ser mi aliada.
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En las vacaciones de Navidad, Bz. y yo terminamos a orillas del mar, entre las rocas en un sitio sólamente iluminado por la luna llena que se reflejaba en la superficie del agua. Ella estaba de pie frente al océano que batía contra las rocas, mirando el horizonte mientras hablaba, y en ese momento la rodeé con mis brazos. Aquel día nos reímos pensando "¿qué pasaría si la gente nos viera?". Yo que había echado tantas pestes de ella. Yo que había compartido con A. tanto comentario cruel acerca de ella. Después de todo, la vida nos había llevado a un punto en que suficiente lejos todo lo pasado, reconocíamos en el otro a alguien con quien compartíamos demasiado en este desierto.
Hace semanas dijo que me mandaría una carta. El fin de semana pasado me mandó un SMS contando que me llamaría esa misma noche. Sigo esperando. Hay cosas en ella que no cambian.
Escrito por Lobo a las Junio 25, 2004 03:56 AMpor k no intentar poner tus sentimientos hacia Bz en otra persona ? Cerrar una puerta y dejar que se abra otra, aunque sea una ventana. Cierrale la puerta a la decepción, a la desilusión, al sufrimiento,etc.
Escrito por yolanda a las Junio 25, 2004 07:06 PM