Llevo una semana escribiendo con demasiadas ínfulas literarias. Y no quiero que mi blog se convierte en una especie de columna periodística. Mi vida sigue con sus altibajos y sus miserias. Y no quiero hacerle creer a nadie que soy otra cosa diferente a lo que soy en realidad. No vaya a terminar por creerme yo lo de chico sensible, literato en potencia. (Xo nada komparado con la jeneracion E.S.O. q escrive q t kagas, komo si chateara por el mobil, gracias a nunca hbrir un livro).
Al final me dieron la nota del trabajo que entregué el martes. Al profesor se le fue la mano diciendo chorradas, que si era "bueno", "sólido" y con una "bibliografía espléndida". Por Dios. Lo hice en dos patadas. Sin entusiasmo. Por cumplir el expediente, porque la nota media se saca descartando el peor trabajo de los tres.
Pero supongo que el profesor encargado de corregirlo, que encima no es economista, después de la baja puntuación que recibió en la evaluación que hicimos los alumnos de los profesores del 2º módulo del máster, quería congraciarse con nosotros. Y más con las protestas de la gente por las notas que puso a los trabajos de aquel módulo.
Para colmo, me tocó exponer el trabajo en clase. Esta vez prescindí del PowerPoint y de hacer una presentación epatante.. Me subí a la tarima y solté el rollo con la ayuda de cuatro garabatos en un hoja de papel a modo de chuleta. No sé si se entendió una mierda de lo que conté. Por fortuna, el director del máster que es catedrático de economía, llegó tarde. Así que me salvé de que empezara a hacer preguntas difíciles y quedara en evidencia.
Y a todo ese se resume mi paso por el máster. Hacer malos trabajos. Rápido y mal. Auténtica "fast food" mental. Para luego tener malas notas cuando pongo algo de esfuerzo. Y de paso, ganar una fama de empollón que de momento no me ha llevado a ninguna parte. Mientras, sé que mis compañeros están moviendo fichas como loco. A base de ser pesados con los profesores. Un gimoteo por aquí. Un ruego por allá. Y yo, como siempre, en mi mundo observando con asombro.
-"Ay, profesorcito. ¡Qué linda nos ha resultado su clase!. ¡Hemos aprendido tanto!.-
Como tampoco soy tan tonto le he pedido (literalmente) "audiencia papal" al director del máster. Para que me haga una sesión de asesoría laboral/vocacional.
Si mi hada madrina viniera mañana, no me quedaría más remedio que decirle que vuelva otro día. Sigo sin tener idea de nada.
Escrito por Lobo a las Junio 6, 2004 02:08 AM