El Lobo Estepario

Lecciones demasiado caras

En primero de carrera conocí una chica cuyo tema de conversación favorito parecía ser hablar mal de su novio. Empezábamos a conocernos y un día Bz. me contó que sin haber tenido ninguna conversación previa aquella chica se había sentido a su lado en la cafetería y había empezado a despotricar contra él.

"Que absurdo", pensaba yo. "Si no lo aguanta que lo deje". La persona afectada parece siempre ser la última en comprender qué sencilla es la solución a sus problemas. Entonces viví mi culebrón personal y comprendí como es que alguien puede aferrarse a una relación por mucho que haga aguas. Una vez has cruzado el umbral de la soledad para estar con alguien te asalta una especie de horror vacui. Uno es capaz de las mayores tonterías por alguien que realmente no se lo merece. Es cuestión de que coincidian las circunstancias precisas para sentir que es mejor estar en una relación que falla, que solo.

Pero no es sólo así. Me he preguntado muchas veces cómo es posible que tragara tanto. Y haciendo memoria y leyendo mi diario me di cuenta de que lo que te mantiene es la percepción de que las cosa puedan ir a mejor. Mientras ese tenue hilo de esperanza exista uno aguanta lo que le echen. ¿Cuántas veces le oí decir a ella "me he dado cuenta que..."? Cuenta de que lo suyo con D. no tenía vuelta atrás. Que aquel chico no le hacía más que daño. O que A. sólo perseguía una cosa, y se engañanaba así mismo diciendo que lo suyo era una inocente y sincera amistad. Parecía que todo mejoraría a la vuelta de la esquina. Y esperando va pasando el tiempo.

Cuando me dejó aquel verano y repasé mi relación con ella desde la frialdad y la distancia hubieron cosas en las que no había reparado y que de pronto me parecieron evidentes. Algo parecido le pasó a un amigo. Llegas de novato y no sabes donde está el mínimo exigible. Si la otra persona parece no prestarte demasiada atención, tú supones que su carácter es frío y distante, y que no tienes derecho a pedirle que cambie su forma de ser. Y crees que no tienes derecho a exigir ciertas cosas, porque al fin y al cabo, ¿los límites quién los pone? ¿El sentido común o un acuerdo de ambas partes? ¿Firmáis un contrato con cláusulas detalladas? ¿Hay reglas universales?
-Oye, me parece maravilloso que tengas esa relación tan buena con tu ex-novio. Pero mientras él esté de visita en la ciudad, me niego a que duerma contigo, y a mí me toque el sofá.
La figura del "ex-novio" me produce urticaria.

Un día dije que compadecería a la siguiente chica que pasara por mi vida. Mi relación con Bz. fue un enorme experimento pavloviano. Estímulos negativo - respuesta. Estímulos negativos - respuesta. Aquella fue mi primera relación ¿seria? y que todo saliera tan mal la primera vez me ha inmunizado. No sé si repetería los mismos errores otra vez. Desconfío de mí mismo. Pero es como dejar de creer en los Reyes Magos. Ya no hay vueltra atrás. Veo las relaciones como una droga dura que te permite evadirte en momentos malos de tu vida, pero que te atrapan como una red viscosa. En este momento de mi vida, por ejemplo, no estoy dispuesto a emprender ese viaje.

Otra lección importante ha sido no fiarme ni un pelo de mi criterio para fijarme en la chicas. Ya veo que me atree cierto perfil, que no tiene nada que ver con la clase de persona con la que sería feliz. Ahora cuando me encuentro una chica maníaco-depresiva con problemas de autoestima ya no siento empatía. Ya no pienso "oh, alguien que entenderá mis neuras". Mi tendencia es ahora a pensar "¡socorro!, alguien que me va a agobiar con las suyas.

Cada vez que he hablado de mis peripecias durante la carrera con alguien siempre ha acudido al tópico: "Bueno, míralo de la siguiente manera. Has aprendido bastante. ¿No?". Y digo yo... ¿No podría la vida haberse limitado a enseñarme todo esto con una presentación de Powerpoint?

Escrito por Lobo a las Junio 1, 2004 02:35 PM