Durante mucho tiempo mi novela favorita fue "El péndulo de Foucault" de Umberto Eco. Allá por 1999 le presté a J. mi ejemplar y aquel verano se largó de su casa en medio de un gran follón. Tiempo más tarde me dijo que el libro debería estar en una caja en casa de su abuela con el resto de sus cosas.
No sé qué impresión me causaría ahora. Lo leí por primera vez con 16 años y sentí una especie de orgullo al saber que otras muchas personas no habían podido pasar de la página tal o cual. Mi profesor de filosofía en 3º de B.U.P. me contó que tuvo que leer el libro con una buena enciclopedia a mano para seguir todas las referencias que se hacían en la novela. Yo estoy seguro que la novela tiene muchísimos niveles de lectura, de los cuales los más profundos yo pasé por alto. Yo me quedé con la trama de los personajes, y en especial la de uno de sus protagonistas, el escritor frustado Jacopo Belbo.
Belbo trabajaba en una editorial especializada en editar libros de autores dispuestos a financiar la publicación de sus obras. A lo largo de la novela comprendemos que la editorial hace el negocio a costa de ellos. Sin importar la calidad, nunca rechaza a alguien dispuesto a poner dinero para ver su libro publicado. Y pasado un tiempo, se pone en contacto con el autor para comunicarle que la editorial se ve obligada a destruir las existencias no vendidas del libro en sus almacenes para dejar espacio a nuevas publicaciones. Al autor, entonces, se le ofrece por un módico precio comprar los ejemplares. Con lo que paga una segunda vez por ellos, para evitar su destrucción. La editorial agasaja a sus autores diciendo que se tratan de genios incomprendidos por su generación y por la industria editorial. Incluso se organizaban encuentros de autores para hacerles sentir que formaban parte de un círculo intelectual y cultural.
Creía que esto formaba parte de la imaginación de Umberto Eco, pero anoche estuve navegando por las páginas webs de editoriales de impresión bajo demanda. Y me he encontrado pequeñas editoriales que daban el aspecto de encajar en la descrita por Eco en su novela.
Se presentan como el recurso de autores rechazados una y otra vez por las editoriales, a los que se les dice que son víctimas de la industria editorial que ha dejado de regirse por criterios artísticos para adoptar otros meramente comerciales. Se usa el socorrido recurso de decir que a muchos autores consagrados les rechazaron igualmente la que luego se convirtió en obra maestra de la literatura universal. Y se da a entender que al autor frustado no le publican su obra por "adelantarse a su tiempo" o ser demasiado "provocadora", o "vanguardista". Parece que a nadie se le ocurre pensar que el autor de turno no tiene, simplemente, la calidad suficiente. Además las editoriales tienen un "club de lectores" formado por... sus propios escritores. Una editorial de este tipo pide en su web entre 3.000 y 10.000 dólares (es una empresa internacional) por una tirada de 1.000 ejemplares...
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A principios de curso A. y yo vimos un cartel en el servicio de reprografía de la facultad la publicidad de publicarya.com. O el javascript de la calculadora de presupuestos falla o han disparado sus precios. He encontrado otra empresa con precios más económicos (50 libros formato A5 y 300 páginas = 300 euros). En aquel momento hablamos de costearnos la edición de un trabajo que A. quiere escribir para cuestionar la construcción social de la identidad masculina desde el machismo, pero también desde el feminismo. No tendríamos ninguna intención de hacer un negocio. Simplemente darnos el gustazo de hacer una publicación académica, y regalar los ejemplares a conocidos y a unas cuantas bibliotecas universitarias. A lo mejor algún día hago algo así. Pagarme el capricho de publicar una colección de relatos o una novela y regalarla a los amigos. Pero no creo que mande nada mío, más allá de ensayos o trabajos académicos, a una editorial. Leo bastante para saber si lo que escribo es publicable. Y sé que no lo es. Al menos, de momento.
Y con esto creo que contesto a los comentarios de que por qué no me dedico a escribir que algunos han hecho estos días.
Me agrada volverte a encontrar. Veo que sueñas. Eso te hace distinto.
Un saludo.