Hoy he chateado por el MSN Messenger con una antigua compañera de clase y me ha estado contando las maniobras diversas de los antiguos compañeros de promoción en el proceloso mundo laboral. Así he sabido de la ultrasecreta convocatoria de becas en nuestra antigua universidad cuya plazo final se prolongó para que V. pudiera enviar la documentación a tiempo. Además me enteré de que varias personas hicieron el C.A.P. Entre ellas está V., a la que veo de vez en cuando, y que no me había dicho nada.
Yo de paso le he contado a mi ex-compañera como N. y E. están matriculadas en los cursos de doctorado allá, a pesar de estudiar aquí en Madrid. Supongo que una vez acabada la carrera no hay amigos, y todo es una competición para conseguir un preciado puesto de trabajo precario o una beca miserable, bla, bla, bla.... Es lógico, y hasta evidente. Pero me hace gracia ese secretismo ridículo, de ocultar a unos y otros el haber dado un paso en una u otra dirección. Como si hacer el C.A.P. o apuntarse a los cursos de doctorado fuera una iniciativa genial que dejara en la cuneta al resto, y que no debiera ser conocida por los demás.
Así que me ha dado por recordar aquello de Espronceda.
"Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes"
...
A. me ha dicho que le han respondido afirmantivamente acerca de irnos a trabajar, pero que mientras no haya una confirmación por escrito no dé nada por seguro. Ya he advertido a mis padres que posiblemente no vuelva por vacaciones porque puede que me surja un trabajo en el extranjero. He empezado a darle vueltas el cómo explicárselo todo.
Escrito por Lobo a las Abril 21, 2004 04:04 AM