Siempre he encontrado una extraña paradoja en el hecho de sentirme tan solo y en ser incapaz de encontrar nadie con quien impartir mis inquietudes, teniendo en cuenta las cosas que me interesan. Soy alguien que devora con pasión libros sobre lo que pasa en el mundo y no puede vivir sin estar al tanto a las noticias. En más de una ocasión he vuelto a casa de un viaje o una acampada y he cogido la pila de periódicos viejos para enterarme que había sucedido en todos aquellos días mientras estuve desconectado del mundo.
Muchas veces he llegado a clase asombrado o preocupado por algo que he visto en las noticias y me he encontrado que nadie se ha enterado. Y cuando he reprochado a alguien por no interesarse por lo que pasa en el mundo he terminado escuchando frases como "¿y a mi en qué me afecta lo que pasa al otro lado del planeta?".
Así a ojos de la mayoría soy un tonto por dedicar tiempo y energías en mi vida en entender lo que pasa en países que mucha gente no sabría situar en una mapa. Desde fuera, simplemente resulto ser alguien que dedica mucho tiempo a los libros, a Internet, a leer. Y la paradoja está en que cuanto más trato de entender el mundo en que vivo, menos me siento parte de él, menos entiendo las claves cotidianas de los demás. Casi pareciera que leer sobre la composiciòn étnica de Afganistán, las raíces del conflicto en algún país del África subsahariana o el proceso de construcción europea es una forma de huir del propio mundo.
Y entonces llegó el 11 de septiembre.
Durante las siguientes semanas por las páginas de opinión de El País desfilaron politólogos, sociólogos, antropólogos, filósofos, humanistas y ensayistas en general. Alguien proclamó el retorno de la política, tras toda una década de oir hablar nada más que de nueva economía, fin de las ideologías y globalización, cuando algunos proclamaban décadas de prosperidad sin fin. Leí que en EE.UU. se habian multiplicado las ventas de libros sobre el Islam y el fundamentalismo islámico. Pero aún así, se trataba de un problema lejano, que habia afectado a EE.UU. y se prolongaba en Afganistán e Irak.
Y entonces llegó el 11-M.
Varias bombas mataron a cerca de 200 personas en la ciudad en que la vivo. La detención y la muerte de los terroristas ha prevenido otros planes de màs atentados, aparte del frustado en la línea del tren de alta velocidad de Madrid a Sevilla. Al Qaeda ha amenazado con convertir a mi país en un infierno. Algunos de los terroristas no eran lumpenproletariat resentido con el país que los habia acogido. Algunos se habían radicalizado politicamente una vez llegados a un país occidental. El mensaje de peace & love, de "papeles para todos" y "multiculturalismo" no va a cambiar los planes de aquellos que viviendo entre nosotros quieren hacernos saltar por los aires.
Me he encontrado con el tema del fundamentalismo islámico en mis lecturas para la tesina del máster. Podría ser un tema del que derivar trabajos posteriores. Hay demasiadas cosas que no entiendo. Demasiadas que no comprendo. Todo aquello que era un pasatiempo, una dedicación de ratón de biblioteca se ha convertido, de pronto, en algo crucial en nuestras vidas. Hacen falta nuevos marcos de análisis para entender lo que pasa. Y esta vez va en serio.
Escrito por Lobo a las Abril 8, 2004 04:10 PM