Ayer tuve clase con uno de los mayores expertos en España en su campo de estudio. Todos los libros y las explicaciones del tema hacen referencia a la crisis del petróleo de 1973, causada por el boicot árabe dentro de la OPEP. Con ello castigaron el apoyo de EE.UU. a Israel durante la guerra árabe-israelí de ese año. Y cuando el profesor empezó a explicar la crisis levanté la mano para corregirle porque parecía desconocer las circunstancias de ese boicot y su relación con la guerra. Al contrario que muchos profesores no tuvo inconveniente en reconocer que desconocía el papel de la guerra en la crisis del petróleo y me pidió que lo explicara. Aunque empezó a poner unas caras muy raras, mirando nervioso a un lado y a otro y abrevié lo más posible.
No sé a qué vino aquello, y tampoco sé si a estas alturas debería sorprenderme de cosas así. Hoy fui a una conferencia de un académico de Oxford, y allí estaba el vicedecano de no sé qué, el director de mi máster (director a su vez de un instituto universitario) y un tercer profesor, que supongo es catedrático. Mucha pompa universitaria: "Me congratula hoy la presencia del profesor fulano que nos honra con su presencia", "fulano, aquí a mi lado es autor de una basta obra, imprescindible en el estudio de tal y cual", "agradezco esta generosa presentación del que considero un amigo", etc., etc. Estaban todos encantadísimos de ser académicos, y casi diría de conocerse así mismos.
En la conferencia no contaron casi nada que no supiera ya, eludiendo abordar las verdaderas preguntas que suscitaba el tema y que suponían en definitiva cuestionar la arquitectura financiera de la globalización económica. Hice dos preguntas al excelso académico de Oxford. A la primera no respondió. Empezó a contarme con tono ultradidáctico algo que no había preguntado y que había quedado claro durante la conferencia. Luego cuando entró en materia dio respuestas convencionales y superficiales a mi pregunta. Yo ya sospechaba la respuesta a mi pregunta, pero su rodeo me resultó bastante elocuente. A la segunda dio respuesta, con una visión de las cosas que en términos éticos y políticos me pareció como menos inquietante.
Y así van las cosas. Una de mis opciones de futuro sería intentar insertarme en el mundo académico que consiste fundamentalmente una larga carrera de obstáculos en la que hay que practicar mucho el yo te rasco la espalda, tú me rascas la mía. Tras pedir una beca de doctorado, pasas cuatro o cinco años volcado en un tema al que terminas odiando cuando llega el momento de imprimir la tesis y enviarla a los miembros del tribunal. Mientras tanto has de ir oublicando artículos aquí y allá y enviar ponencias a congresos. Con tu doctorado en la mano entonces queda el conseguir una plaza de profesor, de las que gracias a la L.O.U. se han creado varias figuras laborables dignas de una E.T.T. Aquí entra el yo te rasco tú me rascas, que algunos han denominado tradcionalmente la "endogamia de la universidad española".
Lamer culos es una expresión muy gráfica, que yo mismo he empleado antes pero es todo mucho más sutil. Significa congraciarse a un profesor al que uno convierte en su mentor, al que uno le hace preguntas para que se luzca mostrando siempre un interés reverencial y una actitud de receptividad. Cuando nos dio clase durante unos días un conocido catedrático de sociología varias chicas latinoamericanas se acercaron a él el último día para darles las gracias y decirle lo mucho que les habían gustado sus clases. Más tarde, después de aquello, le dije a alguien, con todo el sarcasmo del mundo, "tenían los chichis hecho Pepsi Cola".
Yo no es que sea un baluarte del orgullo personal y la moral. Es que soy torpe y cabezota. No me gusta que me marquen las líneas de investigación en los trabajos. Procuro elegir temas siempre que respondan a una curiosidad personal, y tomarlos como excusa para leer aquellos libros que me habían llamado la atención con anterioridad. Así que voy por libre. Pregunté a un profesor, para su gran sorpresa, sobre la posibildad de entregar un proyecto de tesina en la 2ª o 3ª semana de clase. Acudí a otro, cuando me dijo que esperara tiempo para tomar una decisión al respecto. Resulta que estoy interesado en el tema desde hace años y he ido acumulando libros, artículos y noticias. El profesor me recomendó añadir una perspectiva económica al trabajo, consejo que me pareció interesante según he ido leyendo más, y desde entonces no he vuelto a preguntar nada a nadie. Yo me lo guiso, yo me lo como. Podría ponérmelo más fácil si fuera más sutil. Si fingiera interés en las respuestas de los profesores que no aportan nada. Si les pidiera ayuda y tomara notas cuando me recomendaran esos dos o tres libros que leí hace ya mucho tiempo.
Y así me va. No por héroe romántico, intelectual disidente, joven rebelde sin causa... No es que sólo me faltan las rastas y la camiseta con frase irónica, es que soy torpe.
La cuestión es que así funcionan las cosas en uno de los ámbitos en los podría desarrollarse mi vida en el futuro. Y no me gusta nada. La alternativa no parece mejor, pero de eso ya hablaré otro día.
Escrito por Lobo a las Abril 1, 2004 10:52 PM