El jueves pasado mandé un correo electrónico a todos mis compañeros del máster. Había tenido el segundo roce con un profesor a cuenta de la visión de la realidad mundial que estudiamos en el curso. Odio la condescendencia de los profesores cuando tratas de llevarles la contraria, como si fueras idiota o un tonto ingenuo. Como si fueras un alumno de primaria al que se le puede callar con un "porque lo digo yo". Un profesor universitario es alguien al que le pagan para que investigue sobre temas de un área del conocimiento y dé clase. Así que en la mayoría de los temas está al mismo nivel que un alumno. Y yo, que soy un ratón de biblioteca, compruebo a veces que hay profesores que hablan de libros sin haberlos entendido, cuando no, resulta que ni siquiera los han leído.
Así que aquí estaba yo intentado no iniciar una revolución, pero sí hacer una llamada de atención sobre los sesgos ideológicos, por no decir la mera ignorancia de los profesores.
¿Y qué ha pasado?
Pocas respuestas. Y varias peticiones para que intervenga más en clase. Sospecho que lo que quieren los demás es sangre. Ver esas discusiones entre alumno y profesor que se saldan con el profesor imponiendo siempre el principio de autoridad y su control sobre el uso del tiempo en clase, y el alumno hablando entre dientes porque no le han dejado explicarse o porque el profesor no ha contestado su pregunta.
Nunca se me ha dado esto de ser agitador o líder de masas. Nunca he liderado nada. Nunca he sido jefe de nada. Cuando he tenido la oportunidad de ello la he desperdiciado. Y eso que muchas veces soy ese que mira las cosas y descubre qué falla mientras todo el mundo discute. Soy esa persona que va abordo del Titanic y dice "con este rumbo, vamos camino de cruzarnos con un iceberg" y al que nadie le hace caso. Y no hay nada peor que ser consciente de las cosas, sin tener poder para cambiarlas.
Escrito por Lobo a las Marzo 5, 2004 12:08 AM