Marzo 02, 2004

Vida Antisocial

El sábado salí con tres chicas por Madrid. Si mis compañeros de piso bromeaban pidiéndome que les llevara conmigo, yo, camino de nuestro lugar de encuentro, me iba diciendo a mí mismo "No la cagues, tío, no la cagues"". Si la vida social fuera una competición mi aspiración no es ganar un premio, sino no ser descalificado.

Empezar de cero en un sitio nuevo tiene sus ventajas. Uno se cree capaz de dejar atrás sus defectos y empezar a construirse un nuevo "yo" paso a paso y aprendiendo de los fallos del pasado. Pero en Madrid siento que he retrocedido a mis 20 años. La gente a mi alrededor me resulta de pronto completamente extraña, el otro sexo procedente de otro planeta y mi capacidad de relacionarme con los demás totalmente atrofiada. Como si hubiera perdido el manual de instrucciones. Como si hubiera caído en el lugar equivocado en el momento equivocado.

El viernes hubo una fiesta de mis compañeros de clase, y después de Semana Santa han planeado un viaje. Ya he decido no ir. No hay peor soledad que la del que está rodeado de gente en una esquina escuchando mil conversaciones simultáneas a su alrededor y se siente incapaz de participar en ninguna. La gente habla de lugares de copas y yo no bebo. La gente habla de fútbol y yo no le presto atención. La gente habla de viajes y menciona lugares a los que nunca iría. Siempre parece que la gente se ríe de una broma compartida que nadie se ha molestado en contarme.

En los momentos en que me atrevo a participar mi comentario parece siempre fuera de lugar. Contradigo al que lleva la voz cantante, para decirle que habla de un problema partiendo de meros estereotipos. Cuento con profundidad académica la anécdota histórica con la que otro se hacía el interesante. Es mentira eso de que vivimos en un mundo donde triunfa la ignorancia y la superficialidad. Lo que triunfa es la pseudointelectualidad y la pseudocultura. No hay nada mejor que un guaperas alternativo-radikal hablando de Nietzche con los conocimientos adquiridos en C.O.U. No hay nada más interesante que un pijo atractivo hablando del tema de portada de la revista Quo.

...

El domingo rechacé una invitación para cenar con un grupo de personas que me habían presentado el miércoles. No sé cómo explicarlo. Pero me produce una extraña desazón pasar por el ritual de las presentaciones.

-Hola, te presento a tal.
"Muac", "muac".
-Encantado.
-Cual, este es tal.
-Encantada. Uy, perdona en mi tierra son 1/2/3 besos...-

En ese momento te sientes excrutado y tomas conciencia de ti mismo. De tu incapacidad de decir nada ingenioso y brillante. De tu apariencia anodina que despierta sólo indiferencia. Odio esos rituales desde que me acostumbré a leer el desprecio en la mirada de chicas resultonas a las que les presentaban un grupo de chicos entre los que me encontraba yo. Cuando llegaba mi turno para intercambio de besos y de la fórmula "encantando/a" los besos se agotaban. Las sonrisas se quedaban en un mohín de rechazo.

Hay cosas que marcan.

Escrito por Lobo a las Marzo 2, 2004 02:02 AM