La última semana me he dedicado a hacer locuras (que no ha vivir intensamente); cosas que nunca se me había pasado hacer por la cabeza porque me considero, dentro de lo cabe, una persona responsable, por lo menos, lo estaba intentando ser en cuestiones académicas. Sin embargo, esta semana he sido un desastre, con todas las letras: he salido dos días antes de un examen, he tenido una resaca que me ha durado esos dos días y he tenido que estudiar para un examen con este panorama. Buf, me doy cuenta de que lo estoy mandando todo a la mierda, en un momento y que luego, pasan factura. Yo antes nunca hubiese hecho esto, y con antes, me refiero hace unas semanas o como mucho, un año y es que me he desmadrado. Creo que me estoy justificando demasiado en los últimos dias de mis actos, pero es que no tienen jutificación: mi escapada a Vigo, sí la necesitaba, tenía cierta angustia acumulada, además de estrés causado de un estudio demasiado intensivo que tuvo sus consecuencias en mi salud y, a partir de ahí parece que todo se fue acumulando: el examen no me salió muy bien, tuve que acabar un trabajo hasta las dos mil, toda la semana apenas durmiendo y como consecuencia sin poder concentrarme y, como luz, vi salir a tomar algo y, el resultado fue el menso esperado: una resaca con ambulancia incluída. Pero bueno, creo que ya he vuelto a la vida en mitad del periodo de exámenes, parezco haber resucitado de mi inconsciencia. Como se supondrá, no me siento muy orgullosa de lo que he estado haciendo, pero para los tres próximos exámenes (los últimos y mañana tengo otro) espero ponerme realmente las pilas y sacar lo mejor de mi (que ya me toca). Son palabras, pero espero que sean hechos. Un beso y buena suerte para aquellos que estén encerrados en casa, dejándose los codos y las neuronas (que yo ya he matado demasiadas).