Este fin de semana, he tomado una decisión un tanto repentina (como todas las mías más o menos) pero es que esa razón se ha convertido en una motivación para acabar lo que me queda con más ilusión. A la idea de irme de este piso y conocer gente nueva, se suma la siguiente: irme de séneca, pero no a cualquier sitio, quiero marcharme a Santiago. Acabo de descubrir esta ciudad y nunca mejor dicho "descubrir" porque ha sido un amor a primera vista. Si los deseos se cumpliesen, yo pido un año en Santiago. Esos parques, ese silencio, esa gente. No tiene nada que ver con lo que conocido en Salamanca. Es otro ambiente, otra gente, otro lugar que se parece más a mi tierra (aunque ya me han avisado que en invierno, cuando te acuestas y está lloviendo y te levantas y sigue lloviendo y a los tres días sigue igual y la semana siguiente es más de lo mismo) pero nadie me puede arrebatar las ganas y la ilusión de volver a esa ciudad. Así, que esa es mi motivación para ponerme las pilas este cuatrimestre y sacar buenas notas, concentrándome en mí misma y en lo que quiero. Bueno, pero también porque este verano me esperan unos aburridos y agotadores meses en la cama o en cualquier posición que conlleve no levantar la pierna: este verano me toca estar escayolada durante tres meses por una operación de rodilla; así , que me lo tomo con paciencia y aprovechando mayo y junio para disfrutar del tiempo, la playa y otra escapada de las mías (o de las nuestras) para poder seguir sonriendo y sintiéndome tan feliz como lo estoy siendo en estos momentos.
Un beso