No hace mucho tiempo, cuando yo era alguien, cuando la nieve caía por mi ventana, cuando el sol alumbraba con sus rayos mi camino, yo era alguien; alguien que soñaba ser eterna, alguien que compartía un sentimiento, alguien que deseaba volar y ser libre y, sobre todo alguien incrédula que cambió de repente (por no decir que poco a poco) porque apareció el recuerdo y el corazón latió, apareció la magia y mi deseo se cumplió, apareció la verdad y volví a creer en él.
La sencillez de la magia acaba donde nos hacemos mayores, porque un niño siente y descubre la vida a cada paso, por ello debemos buscar a “nuestros niños” y con ellos encontrar nuestra inocencia para disfrutar de la magia del tiempo y de la vida.
Un beso