Lo que no ha podido ser, no ha podido ser, pero así son las cosas.
Aquél café que pretendíamos tomarnos resulta que se quenó en un capuchino en casa, las prisas de carnaval no nos dejó otro camino, pero un “no te preocupes, ya iremos otro día”; pero joder yo quería y lo deseaba tanto que buf. Lo bueno es que aunque en la miniconversación que tuvimos no pudimos blablar de cosas que estoy segura que me habría dicho en esa cafetería, blablamos de algo que es un paso hacia delante y estoy muy contenta. Poco a poco voy encontrando la ilusión y las repuestas la incertidumbre de no saber qué podía pasar por mi cabeza, qué estaría sintiendo él, podría cambiar algo.
Ayer fui feliz igual que hoy, porque me tuvo entre sus brazos y lo entendí todo. Y así de alguna manera llegó algo parecido a la tranquilidad.
Solo es cuestión de calma. Todo llega.
Besos