Esa espina que tienen todas las rosas
Son las diez. Ya es de noche. Las nubes, traicioneras, ocultan los secretos de la noche; para todos nos son conocidos hasta que un día, una de esas noches que no es especial por ningún motivo, nos vemos en la necesidad de mirar hacia arriba y no están y, anhelando poder observarlas con más detenimiento; tal vez ayer pudiera, con la claridad de la oscura noche. Apoyada en mi ventana, en la habitación de este piso pienso… mi cabeza, vagabunda e inconsciente vuela a través del tiempo y de mis propios sentimientos.
Era necesario, era necesario decirlo, aunque yo no fui lo suficientemente valiente. El tiempo pasa y no sé si el mañana será mejor, pero hay que esperar y desear que así sea, pues igual que hoy no veo la luna en el cielo, tal vez esté en mis sueños.
Todo empezó con un recuerdo, con una espina que pensé que me había sacado, con una ilusión que de alguna manera no veía y ahora tampoco veo cumplida, ni siquiera realizable. Sonará estúpido. Lo sé. Pero ¿no es estúpido también no sentirse estúpida alguna vez?
No estoy en casa. Ni siquiera estoy con él. Ahora todo parece más lento, demasiado tranquilo. El viaje ha sido largo sin embargo no tengo sueño. Tan sólo quiero mirar por la ventana. Mirar y soñar.
Soñar cuando le besaba en la cama, cuando me cogía de la mano como quien no quiere la cosa; soñar con que hoy no es hoy y mañana será otro día en el que la continuación no es la que debiera ser sino la que me gustaría que fuese; soñar…aunque de sueños no puedo vivir porque lo malo es que te despiertas y el mundo que tu creaste es sólo eso un mundo en el que las ilusiones no son reales, en el que cada día es lo que es y no lo que alguna vez, en el que tu inconscientemente pensaste que fuera.
No está. Ya es media noche y la cama está vacía. Estoy sola en esta habitación. Estoy sola y con el corazón en la mano.
Un saludo
Escrito por lluna a las Septiembre 15, 2004 12:44 PM