Antes de que sucediera todo, antes de que María falleciera, ocurrió algo, esa misma tarde. No entiendo. Encontré algo que me hizo dudar, me dio miedo y no sabía cómo reaccionar.
Ha llegado ha casa, entra por la puerta. Comemos. Ya tenemos tiempo para hablar. No puedo retrasarlo más.
- Alberto, he encontrado…
- ¿Qué has encontrado?- me pregunta
- bueno, me he hecho amiga de un chico muy simpático. Nos hemos estado viendo desde hace ya algunas semanas.
- ¡Qué! ¿Me has estado engañando?
- No nada de eso, simplemente se me ha declarado y quería que lo supieras. Yo no siento nada por él, sólo es un amigo.
- ¡Pues yo no quiero que le vuelvas a ver!
- Perdona pero no es para ponerse así
- Y cómo quieres que me ponga.
- Tranquilo, quería contártelo todo y que intentaras comprenderlo, pero ya veo que no puedes. Te pones con esos estúpidos celos, sin sentido. Yo te quiero y ya te he dicho que me has cambiado la vida. Te quiero.
- Yo también pero no es plan de ponerse de así ni de decirme eso ahora.
- Bueno quiero que sepas que le voy a explicar todo y él ya sabe que tengo pareja y dice que si siento algo por él te dejaré, sin embargo yo nunca lo haré, le dije. Por lo menos ahora.
Alberto sale huyendo, tiene que relajarse y tranquilizarse, sale a dar una vuelta por la calle y el parque. Hace sol. Mucho calor. Yo me pongo a llorar. Nada parece que se ha solucionado. Él me ha dicho que sabe que puedo encontrar a alguien interesante y en cualquier momento enamorarme. Yo no creo eso. Pero tal vez con el tiempo la cosa cambie para alguno de los dos. Todo es cuestión de tiempo. Alberto vuelve a casa más tranquilo y relajado.