yo puedo ser mañana como tú
Reproduzco una parte de la entrevista realizada a Manuel González Barón por Pilar Cambra que apareció en el periódico Expansión el 21 de junio.
Manuel González-Barón es jefe del servicio de oncología médica del hospital universitario de 'La Paz' de Madrid; y hace doce años creó el Master de Cuidados Paliativos del paciente con cáncer de la Universidad Autónoma de Madrid, que actualmente dirige.
Algo que siempre he criticado a los profesionales de la medicina [ y no debería, ya que gracias a uno de ellos he tenido una infancia,adolescencia en la que no me ha faltado de nada ] es su falta de sensibilidad, empatía hacia el enfermo. Y estas palabras sobre el sufrimiento del enfermo creo que nos invitan a la reflexión; y me ha gustado que sea un médico quién lo exponga.
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P.:Tras tanto sufrimiento de enfermo como guarda en su memoria, ¿todavía le sigue doliendo el dolor de sus pacientes?
R.:¿Y cómo no sentir ese dolor?. Hablamos de dolor anímico, del alma humana. Tras un diagnóstico de cáncer, la primera fase puede ser el estupor: te trasladan a un mundo completamente distinto a aquel en el que has vivido desde tu nacimiento; un mundo del que no sabes casi nada y, lo poco que sabes, es terrible: dolor, sufrimiento, muerte. La segunda fase es el miedo: miedo no a "estar" enfermo, sino a "ser" un enfermo. Y la soledad.
P.:La soledad.¿Siente el enfermo de cáncer que nadie puede comprenderlo, compartir su angustia?
R.:El enfermo piensa que nadie puede acompañarlo en ese territorio ignoto en el que se adentra. Esto, muchas veces, explica la rebeldía y la incomprensión que el propio enfermo muestra hacia sus familiares más cercanos: intentan ayudarlo y el enfermo los rechaza. ¿Nadie puede ponerse en el lugar de un enfermo de cáncer?: yo repito hasta la saciedad a mis alumnos, a mis compañeros, a mis colegas que hay que tender a la empatía, a identificarnos con el problema del otro, a comprenderlo. A veces es imposible meterse en todos los rincones del alma del otro, ¡pero debemos tender a ello!...
P.:¿Y cómo se consigue 'acompañar'?
R.: Hace falta desarrollar la propia humildad: repetirse una y otra vez - como médico, como enfermera, como pariente, como amigo- "yo puedo ser mañana como tú: un enfermo con tu mismo mal". La sociedad, nuestro entorno, emite un mensaje totalmente opuesto:lo que podríamos llamar "la soberbia de la salud", de la buena salud, del hombre sano... Y eso hay que desterrarlo. La persona que quiera ayudar a ese 'otro', al ser humano enfermo, tiene que desprenderse de esa soberbia de la salud y humillar la inteligencia y la carne para intentar identificarse con el paciente.. Esto es muy difícil, muy difícil..
El personal sanitario, todos aquellos que estamos cerca del paciente, tenemos la obligación de hacer más llevadero el sufrimiento, en la medida de nuestras fuerzas y de nuestras posibilidades...
Los médicos, enfermeras y todo el personal sanitario; y todos los profesionales que tienen que ver con la salud - desde los ingenieros de la industria del plástico hasta los arquitectos de hospitales, pasando por los biólogos moleculares, la industria farmacéutica, e incluyendo a los políticos de la Sanidad-, todos tienen que saber que el principio fundamental de su actuación es combatir el sufrimiento de la humanidad doliente. Esto se olvida con frecuencia..
P.:Pero da miedo asomarse a la hondura del sufrimiento humano.
R.:¡Pues hay que hacerlo!:conocer en profundidad el sufrimiento del sufriente. Y conocer a la persona que sufre: ¿qué le ayuda a sobrellevar el sufrimiento?, ¿le encuentra algún sentido a su dolor permanente o esporádicamente?, ¿qué le preocupa más?, ¿qué acrecienta su pena?, ¿quiénes le alivian más?. Recientemente, nosotros hemos desarrollado un instrumento de evaluación del sufrimiento relacionándolo con el dolo físico - o no - de enfermos con cáncer; este mismo instrumento, que es un cuestionario, también resulta ser una ayuda: tras haber dedicado tiempo a pensar en él, el enfermo tenía menos sufrimiento.. ¿Qué alivia?: la familia,los amigos, las creencias - si se tienen - y el personal sanitario, "cuando me dedican tiempo", precisan los enfermos. ¿Y cuál es el denominador común de todos estos alivios? el amor.
Yo me he sacado de la manga un lema que me sirve: "Contra el dolor, opioides.. Contra el sufrimiento, amor". Llevarlo a la práctica cuesta un mundo: el médico, como todo ser humano, tiene días, estados de ánimo cambiantes. Y, claro, flaquea. Pero esta claro que el remedio es el amor, la entrega al 'otro' doliente y sufriente. Porque el desamonor es la nada. El desamor es la inexistencia.
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