Mi vicio
No puedo compararme con Harpagon, el avaro de Moliére, creo que se llama así. Los avaros de antaño merecen respeto, los de hoy, no. Se nos acusa de delitos indecibles. Pero si acepté que viniera a casa la mujer barbuda, Doña Esperanza, era porque creía que, además de hacer un bien a la humanidad, conseguiría algo de dinero. Cuando pienso en el dinero, de repente, por un extraño mecanismo me invaden fantasías eróticas, oscenas: mujeres encadenadas, mujeres a mis pies que lamen mis zapatos, sucios; mujeres al borde de un ataque de nervios por mí, por querer ser maltratadas por mí. ¡Uhm! Había establecido que entre mi deseo insaciable de dinero y sexo perverso había una estrecha relación ¿por qué
There is no great genius without some touch of madness.
Escrito por penis enlargement a las Octubre 17, 2004 09:07 AM