El chico
Nuestro chico no nos ha dado ningún problema: ligeramente simpático, también ligeramente honrado, bien puesto físicamente. De inteligencia media, para él se perfilaba un futuro sin grandes ajetreos. Así fue: encontró un trabajo de contabilidad en una PYM cercana y, con sus pequeños rollos eróticos, se va desenvolviendo en la vida. Nunca nos ha dado problemas con las drogas y cosas de ese tipo. ¡Gracias a Dios!
Nuestra vida familiar en una ciudad, que era más bien un pueblo grande, tranquila no presentaba ningún aspecto intrigante, salvo algún que otro quebradero de cabeza por los ensueños de la princesita. Hasta que un día, lo recordaré toda la vida, un miembro de la familia nos habló de la triste situación en la que se encontraba una vieja tía de mi mujer. La tía vivía en el pueblo de donde procedemos todos, y como estaba soltera nadie se podía ocupar de ella. Siguió una serie de conferencias entre todos para ver cómo solucionar la cuestión. Se daba el caso que, siendo la tía soltera y teniendo algún que otro ahorrillo, una buena pensión y varias fincas, se convertía en una buena ocasión para nosotros, decía mi mujer, tenerla en casa y luego, a su muerte, heredarlo TODO. La tía se llamaba Esperanza De Hierro