Te marchaste de tu país hace muchos años. Por un amor, como le sucede a menudo a las mujeres. Cambiaste tu casa, tu familia, tu lengua, tu protección por otra casa, familia, lengua, pero sin protección. No tuviste nunca dudas sobre tu elección: no miraste atrás con dolor por lo que dejabas. Durante muchos años odiaste profundamente tu país, España, lo considerabas, como tantos escritores que tú amabas: Blanco White, Luis Cernuda, Juan Goytisolo, una madrastra cruel. Te fuiste cuando el Caudillo estaba todavía en vida, seguiste los pasos de la llamada "transición democrática", aunque no le veías dónde estaba la democracía, porque que la gente vaya a votar, no te basta, si luego no hay una prensa de oposición, de creación de una opinión política. Te parecía que aquello, que en los años ochenta en tu país de adopción, se declaraba como un modelo de transición a la democracia era sólo una apariencia de tal cosa. Siempre con la amenaza de una intervención militar, o sea con esa dosis de miedo, de coacción que había dominado tu infancia. Nunca tuviste la tentación de volver a tus tierras levantinas, a tu mar adorado, a tus naranjos añorados. Pero llegó un día y...
Escrito por baltika a las Febrero 20, 2004 06:21 AM