La primera sensación no fue agradable,para nada. De hecho, ni siquiera podía calificarse de desagradable.
Era mucho más que eso.
Intentó tocarse la frente para comprobar que era lo que emanaba de ella y surcaba su rostro hasta morir en la comisura de sus labios. Pero no pudo,sus muñecas estaban fuertemente atadas.
El olor a podrido comenzaba a flitrarse demasiado en su nariz, incluso le provoco una arcada,que a su vez le provocó un horrible ataque de tos.
Una rata paso corriendo a sus pies y le miró como si jamás hubiero visto a un humano. Si es que, en aquellas circunstancias, seguía siendolo. Se propuso gritar, lleno su pecho de aire, pero entonces se cercioró de que estaba amordazado. Las paredes dejaban ver humedades y aquella bombilla que paría una luz amarilla y que debía de llevar horas encendida se fundió. Con la mirada buscó una ventana, un atisbo de luz,aunque no pudiera llegar hasta ella. Definitivamente aquello era un sótano. Comenzó entonces a moverse en un baile de convulsiones, como si por arte del movimiento frenético, sus ataduras fueran a caer. Permaneció así , retorciendose, varios minutos hasta que terminó agotado. Notando entonces que sus ligaduras le apretaban aun más,como si se rieran de él por querer escapar de aquella absurda manera.
No había servido para nada aquella empresa excepto para llamar la atención de alguien, que se acercaba por, lo que él imaginaba, un pasillo. Ya que cada vez los pasos al otro lado de la puerta eran más nitidos.
Le dió el tiempo justo para adivinar sus cosas esparcidas por el suelo del cubículo.
Y para maldecirse por no haberla besado