Habìa una vez un tipo que vivìa tranquilamente haciendo su vida.
Iba a trabajar todas las mañanas, y volvìa todas las tardes. Un dìa saliò como siempre para ir a su trabajo, pero no volviò nunca más. Un atentado, una vida junto con las de otras doscientas, habían improvisamente terminado. Sus hijos no lo habrían visto nunca mas. Junto con él, cientos de personas con sus trajinadas vidas cotidianas, habìan dejado de existir para siempre. Cientos de familias destruídas. Y por qué? Porque hay seres que utilizan el terror para obtener sus objetivos. A veces suicidas, porque alguno les ha dicho que si mueren asesinando a “los perros infieles” (somos los cristianos, para los musulmanes), obtendrán un lugar en el paraíso donde cada uno poseerá veinte vírgenes, las cuales, después de suicidado, podrá desvirgar cómodamente en la casa de Aláh. A veces, como en el caso de Madrid, simplemente abandonando mochilas cargadas de explosivo en un tren que transporta mayormente operarios y empleados. El terrorismo hace pagar el precio más alto a los inocentes. Cuando el World Trade Center fué abatido por los dos aviones de línea, Boeing 767, los que murieron fueron operarios, empleados, algún manager, y bomberos y policías, en un desesperado intento de salvar las vidas de los que se encontraban en el lugar del atentado. Para quien vive con sus problemas cotidianos, es difícil entender lo que sucede, Cuál es el mecanismo que hace que una persona vaya a efectuar un homicidio masivo, quitándose al mismo tiempo su propia vida? Pues es sólo la desesperación, la pobreza extrema, junto con la ignorancia y el fanatismo de quién la única instrucción que ha recibido es la lectura del Corán de parte de un Mullah, que la única preparación que tiene es la de saber leer y de repudiar a los cristianos. El odio inconmisurable hacia el occidente que le viene transmitido, hacia la sociedad que permite a las mujeres de vivir una vida de paridad. Donde la mujer puede vestirse en modo provocante, o sexy, sin que ésto le represente una condena a muerte. Donde se puede ir a una playa, y pasar el día con un slip, tomando sol sin que nadie te arreste. Donde existe la escuela que realmente dá una instrucción, independientemente del sexo o de la religión. El individuo así “educado”, es la perfecta carne de cañón, para ir a cometer desastres. Otros engendros aún peores son los que después de haber recibido una educación en occidente, deciden de ser parte de la “Jihad Islámica” (La guerra santa) y efectúan los peores atentados contra la sociedad civilizada. Son éstos últimos los que se mueven entre nosotros, los que cruzamos por la calle, que viven en el barrio, que aparentemente se comportan como personas normales, pero que en el fondo nos ven como animales que van exterminados sin piedad, lo cual no les impide de ir a darse una vueltita por la playa, para ver a las señoritas en tanga tomar el sol, y después poder masturbarse pensando en ellas. La peor cosa es tener un enemigo “invisible”, que se mueve impunemente entre nuestra sociedad, esperando el momento apropiado o la orden de algún emisario de Bin Laden, para poder efectuar su ataque que lo llenará de honor, y finalmente encontrará no una sino veinte vírgenes todas para él.
En este contexto, quien quiere vivir en tranquilidad, no puede absolutamente evitar de mirar con desconfianza y recelo a los tantos marroquíes, tunecinos, paquistanìes, y en general cualquier cara “media rara” que vemos pasar cerca. El hecho de saber anticipadamente que en el fondo nos odian, no hace más que predisponer negativamente a quién escribe éstas modestas líneas. Qué puedo agregar... me habré vuelto racista... no puedo evitarlo. Lo lamento mucho.
Un Saludo.
Intrinseco
qué salvajada, no?
y te habrás quedao tan ancho...