Viernes 13 de Febrero de 2004

El último festejo

En 1942, jugadores del Dynamo Kiev fueron ejecutados por los nazis, tras ganar un partido. Los sucesos que luego distorsionó Hollywood en "Escape a la victoria".

La incorregible tendencia que tiene la industria del cine a darle un final feliz a ciertas historias hizo creer a una generación de jóvenes que realmente un equipo de prisioneros de guerra había escapado de los nazis en medio de un partido de fútbol. Las épicas imágenes de "Escape a la victoria", con Pelé, Ardiles y Bobby Moore, se basaban, efectivamente, en hechos reales. Pero la verdad es que esos episodios terminaron con cuatro jugadores ejecutados por los nazis en el tibio otoño de 1942, cuando Kiev se desangraba y quedaba vacía de gente y desbordada de muerte.

¡Guerra! Kiev era como uno se la imagina, blanca y fría. Centro industrial del país, allí había sido fundado el Dynamo en 1927, décadas después emblema del poderío deportivo soviético y también cuna de Andrej Shevchenko. Situémonos: aquellos jugadores eran contemporáneos de nuestros Charro Moreno, Panchito Varallo, Erico. Y de Stalin y Hitler...

Los rusos vivían en medio de dos infiernos: el terror interior y el enemigo externo acechando. El hambre y la mano dura eran ley, y no se salvaban ni los futbolistas. Por ejemplo, los tres hermanos Starostin, cracks del Spartak de Moscú, fueron acusados de enemigos públicos, enviados al gulag (campo de trabajo forzado) y volvieron recién 30 años después.

El enemigo externo, en tanto, había comenzado su invasión. Avanzada ya la Segunda Guerra, Alemania atacaba a Rusia. El Dynamo se entrenaba habitualmente en el estadio Zenith, y con los primeros bombardeos los jugadores escaparon a las afueras, aunque retornaron horas después. Escape a ningún lado. En ese estadio, ahora refugio, los sorprendió la ocupación nazi. Como cualquier ciudadano, en tal situación se sometieron a las nuevas reglas y la mayoría encontró trabajo en una panadería. Reconocidos como futbolistas por los alemanes, se les ofreció entrenarse en el Zenith y jugar una serie de partidos con las fuerzas militares de ocupación. Cuesta creer que alguien decida jugar a ganar sabiendo que eso puede condenarlo a una muerte segura. Pero, todas las fuentes coinciden, fue lo que ocurrió.

El Dynamo se rearmó con el plantel sobreviviente tras casi un año de ocupación, hambre y servidumbre. El 12 de junio de 1942, rebautizados Stars y reforzados con ex futbolistas del Lokomotiv Kiev, los ucranianos ganan 4-1. Y días despues, 6—0. Luego los nazis presentaron un equipo húngaro no aficionado, que perdió 5—1 y 3—2. Sobre la goleada, la prensa controlada comentó: "Pese al resultado, se puede decir que son dos equipos de igual valía".

El domingo 9 de agosto del 42, en Kerossina 24 —lugar del estadio— los afiches anunciaban el último partido como "la gran revancha". Con la entrada a 5 rublos, esta vez juega la Lufftwafe, la muy entrenada fuerza aeronáutica nazi. El comandante de ocupación, general Major Eberhardt, preside el palco. Con la Lufftwafe perdiendo 2-1, en el entretiempo baja al vestuario local y advierte: "El equipo de las Fuerzas Armadas Alemanas no ha perdido nunca, menos en territorios ocupados". Una "invitación" a dejarse ganar que no detiene a los ucranianos. Cuando meten el quinto gol, la delegación oficial se retira.

La tentación de ganar, tal vez la rebeldía y el espíritu patriótico, superaron la amenaza de militares que habían dado pruebas de su crueldad. Terminado el partido, un camión trasladó a los jugadores y, horas después, en Baby Yard, fueron ejecutados el arquero Mykola Trusevich, Ivan Kuzmenko, Olexiy Klimenko y Mykola Korotkikh. Hoy los recuerda un monumento frente al estadio y la historia contada en el libro "El partido de la muerte".

Está claro: hubo victoria pero no escape. En la película, Ardiles hace una genialidad pero comete un penal, Stallone se consagra atajándolo, Pelé tira una chilena. El partido no es en Kiev sino en la más glamorosa París. Y los alemanes no juegan con los rusos sino con los Aliados: film estrenado en 1981, plena Guerra Fría, estaba bien combatir a los nazis pero los buenos (víctimas o ganadores) no podían ser rusos. En todo caso, si el guión hubiera enfrentado a nazis y rusos, Hollywood los habría hecho empatar.

Fuente: Diario Olé

Posteado por Ruso | 03:00 PM
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