Chau, casa.
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Una de las cosas memorables que hice ayer fue hacer un collage de fotos en la pared. Y justo cuando lo termié, y lo admiré porque realmente está bello, me avisan que nos cambiamos de casa. Es hora de partir a alguna parte de esta urbe llamada Santiago de Chile y eso implica dejar este hermoso y apacible lugar llamado Plaza Italia.
Lata. Acá pasé los últimos tres años de mi vida. Difruté de mi pelopincho a la luz de la virgen del Cerro San Cristóbal
, hice fiestas y otras hierbas en la azotea del edificio, y tanto el edificio de la Telefónica. el ojo que está en la mezzanine de la Estación Baquedano del Metro y tantos otros se hicieron mis amigos e íconos visuales que perdurarán para siempre.
Me voy lejos. Cruzaré un canal y ya estaré en mi casa. ¿Lo peor? Deberé ir a comprar víveres al almacén que atiende una ex porque está a una cuadra de la casa. Horror. Onda "Hola, pepita, ¿cómo estás?. Oye, dame un kilo de Azúcar. Y si podís, me lo fiai."
En fin. Me robaron. Celular, lentes, zapatillas y dos mil pesos. Pum. Hoy papá me dió un sermón desde un teléfono público a dos cuadras de su oficina y al final no sé que haré, porque ahora estoy inubicable para todo el mundo y más encima me duelen los ojos sin mis lentes. Si alguien los ve en el Bío Bío o en el cuneta shopping, que los compre y yo los pago.
Hoy almorcé en el centro en Le Due Torri, restaurant de comida italiana donde vamos "de cuando en vez" con padre. Pero fui solo, porque tenía que irse a nosedonde en Lampa y por ende me dejo cinco lucas para que almorzara. Así que me empalagué de regatinnis hasta decir basta. Bueno, nunca tanto, era el menú del día.
Luego, casa y orden. Siempre me toca hacer de ceniciento aquí, porque todos salimos y dejamos desórdenes personales. Y alguien tiene que limpiarlos.
Y ese, lamentablemente, soy yo.
Escrito por Stark a las Marzo 9, 2004 08:27 PM