El hombrecillo verde me dice cosas...

Guía gráfica para perderse en París

Para ser de las pocas personas que no apuntan en el epígrafe de hobbies de su cv que les gusta viajar (porque lo que me gusta es estar en otros sitios, el desplazamiento en sí, con sus colas en aeropuertos, sus aduaneros que te roban el desodorante, sus madrugones y sus prisas, pues no) en menos de dos semanas me he hecho como tropecientos mil kilómetros, algunos de ellos incluso a pie.

Estas vacaciones de Navidad, Anuka y yo hemos aprovechado para hacer una escapada a París (no sé por qué le llaman así los yupies a los viajes, ¿será porque se van para eludir al casero?). Como muestra la imagen siguiente, la desubicación de uno en un país extranjero puede ser suma hasta el grado de tener que buscarte a ti mismo en las guías...

Por eso mismo, os ofrecemos esta pequeña guía práctica que os ayudará a moveros por la capital gala con soltura cosmopolita e, incluso, a haceros pasar por italianos constantemente. Espero que os sirva de ayuda:

Eso es el Arco del Triunfo	Eso es la Torre Eiffel	Eso es la catedral de Nôtre Dame
Eso es una parada de Metro	Eso es la delegación de Marina D'Or	Eso es un OCB de tamaño familiar
Eso queda de la estatua de mazapán	Eso son Batman y Wonder Woman	Eso es el amor en francés: L'emur

Cándida

Guillermo Fesser, el 50% del dúo cómico Gomaespuma firma su primera película como director. Con la ayuda de su experimentado hermano Javier (El milagro de P.Tinto, La gran aventura de Mortadelo y Filemón) en el guión y, sobre todo, la de su asistenta Cándida Villar, no le ha debido de costar mucho construir esta película casi genial.

Primero podéis ver el trailer...

Que, por supuesto, no tiene demasiado que ver con la trama de la película. Quienes hayan podido leer el libro "Cuando Dios aprieta, ahoga pero bien", donde Fesser ya resumía a base de anécdotas la vida de Cándida, verán que hay bastante de reciclado. Aunque, eso sí, la película no es biográfica (del todo). Se centra en las tribulaciónes que pasa Cándida, asistenta pluriempleada, para sacar adelante a su familia compuesta por un hijo yonqui (Raúl Peña), otro esquizofrénico (Víctor Sevilla) y dos más que se han desentendido de los problemas de su madre.

La historia es una mezcla entre el retrato social de personajes irreales como la vida misma y cuento de hadas (donde toda la magia la pone Cándida con su tozudez y su, valga la redundancia, candidez). Y gracias a ellas es como consigue salir adelante, vencer los obstáculos que hay en el camino y afrontar con resignación estóica los nuevos que van llegando.

Lo mejor de la película: Cándida, porque su interpretación de sí misma es impecable, y porque consigue que te rías en la silla casi sin parar durante toda la película. Casi. Porque su vida es una sucesión de desgracias que, si no nos las contase ella, nos tendrían toda la película sobrecogidos.

Lo peor: La ficción que han tenido que construir para poder condensar un poquito todas las anécdotas, que a ratos queda muy ñoña o increíble (por contraposición a la credibilidad de las escenas más surrealistas).

Teoría de la relatividad

"El "umbral del dolor" que es capaz de soportar la economía española a este respecto puede ser "muy alto" y señaló, en este sentido, que algunos españoles aún recuerdan que compraron sus primeras viviendas a tipos de interés del 16%. "Por tanto, las subidas actuales hay que plantearlas en términos relativos".

Pedro Solbes

Nuestro Vicepresidente Segundo y Ministro de Economía, Pedro Solbes, con estas declaraciones, ha conseguido refutar a todos los que, infundadamente, siguen pensando que la Economía es una ciencia. Yo, que soy de letras, voy a permitirme darle un par de consejos sobre matemáticas y sobre biología.

Vamos primero con la matemática:

No sé cuando se compraría este señor su primera vivienda, pero hará unos 25 años, una casa podía costar unos 16,000.000 de pesetas. Que con su 16% sumado (2,560.000 pesetas), se quedaban en unos 18,560.000 pesetas. Hoy en día, no se encuentra un cuchitril decente -ni casa siquiera- por menos de 240.000 euros. Sí, donde yo vivo es más barato. Con un interés de un 5% (unos 12.000 euros), se pone en 242.000 euros. Efectivamente, el interés pagado en total viene a ser menor (medio kilo menos, al cálculo de 1 euro = 166 pesetas). Pero dado que la base es casi tres veces mayor, un 0,1 porcentual de ahora (unas 40.000 pesetas) es 2,5 veces un 0,1 porcentual de entonces (16.000 pesetas). Y ahora hablemos de relatividad. Si en estos 25 años (con un par de etapas con este señor como Ministro de Economía), el sueldo medio hubiese crecido esas 2,5 veces y el IPC fuese el mismo, no solo le dejaría decir esas soplapolleces impunemente, sino que a lo mejor hasta le mandaba un ramito de violetas.

Y sobre biología:

Para que aprenda donde están de verdad sus umbrales del dolor, le recomendaría que probase a colocar sus genitales sobre una losa de mármol y procediese a amartillarlos tantas veces como pesetas de diferencia hay entre el precio de una vivienda de 1980 y el de 2006.

Pero aguantándose la risa.

Axxioma - Sacándome la piel

El juego

El niño, con el pelo sucio y enmarañado, asomó la cabeza por detrás del tronco que le servía de parapeto. Ya había recuperado el aliento; pero seguía escuchando el pálpito de su corazón, más fuerte cuanto más se esforzaba por concentrar su atención en oír solo lo que le fuese exterior. Comprobó que nadie le seguía ya y volvió a recostarse contra el tronco.

Aunque había pasado muchas horas de aquél verano vagando por entre los árboles del bosquecillo, el hecho de que estos y la naturaleza negasen toda posibilidad de trazar caminos a algo que fuese más grande que un gorrión, configuraba el claro en el que se encontraba como un lugar nuevo y virgen a su imaginación. Tan solo el tronco caido y el tocón del que seguramente se hubo desprendido algún día le despertaban algún recuerdo. Inútil, eso sí, porque los recordaba en un escenario completamente distinto.

Escondido en el silencio, vigiló un buen rato lo que durante toda la tarde no pasó de ser el rumor de las hojas mecidas por el viento. Por fin recobró la serenidad. Eligió el que le parecía el camino correcto para volver al pueblo y echó a andar, sin prisas, mirando siempre al suelo que se extendía ante él, por si pudieran estar allí todavía los restos de los otros niños con los que había pasado las tardes jugando. Creyó ver a un par de ellos, ocultos tras un arbusto que había pasado en unos minutos, de ser fuerte a mausoleo. No quiso acercarse porque ya sabía bien qué había que ver en circunstancias así. Solo le sirvió para saberse más cerca del que sería el camino correcto, si hubiese cabido la posibilidad, y extremar su cautela.

Cuando empezó a ver las columnas de humo que señalaban, al menos en principio, verticalmente, las casas del pueblo, trepó hasta uno de los árboles más altos. Desde aquellas ramas fuertes y frondosas, pudo ver con claridad como el último de los camiones se disponía a salir, cargado de soldados, de la villa arrasada. El niño se echó el fusil a la cara y con más rabia que precisión consiguió acertarle al conductor en la cabeza justo antes de que alcanzasen la curva sobre el barranco.

Dijeran lo que dijeran, a él la venganza le había sabido muy poco dulce. Tenía el mismo sabor salado de las lágrimas.

Dedicado a Anuka